Aunque es frecuente ver que se utilizan casi indistintamente, como si fueran sinónimos, ecología y medio ambiente son dos conceptos relacionados, pero diferentes. Mientras que el primero hace referencia a la ciencia que estudia las relaciones entre los seres vivos y el entorno que los rodea, el segundo alude al sistema formado por elementos naturales y artificiales que están interrelacionados, y que a la vez incluyen al componente humano. De esta manera, la ecología engloba al medio ambiente, y en ella se pueden reconocer dos aspectos: por un lado, en tanto disciplina científica y, por otro, como un pilar fundamental en la educación ambiental, generando conciencia en la sociedad. Cada 1 de noviembre, la ecología y sus profesionales celebran su día mundial con el propósito de tener presente su importancia como rama de la ciencia.
Todas las disciplinas tienen un “padre” –que a veces es, tristemente, una “madre” opacada–, y en el caso de la ecología ese lugar le es asignado al zoólogo alemán Ernst Haeckel (1834-1919), quien además acuñó el término en 1866 combinando los vocablos griegas oikos, que significa “casa” y logos, que es “estudio”, con lo cual la palabra completa puede interpretarse como “estudio de la casa”. A partir del siglo XX, la consolidación de esta área disciplinar se vio influenciada por importantes teorías biológicas y geológicas sobre las transformaciones y movimientos del planeta, sus sistemas y los organismos que lo habitan. De estas grandes ideas, sin dudas la de la evolución del naturalista inglés Charles Darwin, sobre la adaptación de los seres vivos al medio ambiente mediante un proceso de selección natural, fue la que realmente sentó las bases de la ecología moderna.
La ecología engloba al medio ambiente y en ella se pueden reconocer dos aspectos: por un lado, en tanto disciplina científica y, por otro, como un pilar fundamental en la educación ambiental, generando conciencia en la sociedad. Cada 1 de noviembre, la ecología y sus profesionales celebran su día mundial con el propósito de tener presente su importancia como rama de la ciencia.
Algunos especialistas que desde entonces contribuyeron a dar forma y sentidos a esta ciencia fueron Charles Elton, ecólogo inglés que definió a la ecología como la “historia natural científica que se ocupa de la sociología y economía de los animales”, el botánico estadounidense Frederick Clements, que la consideraba “la ciencia de la comunidad”, y el biólogo coterráneo Eugene Odum, conocido por su trabajo pionero “Ecología de los ecosistemas”. En verdad, el concepto de “ecosistema” apareció por primera vez en los años ’40 en boca del botánico inglés Arthur Tansley. Otros científicos se encargaron posteriormente de desarrollar el concepto, y fue así que durante la década siguiente se lo definió como la sumatoria de distintas comunidades y el biotopo o ambiente inerte que ocupan. De la mano de este término, la ecología se convirtió en una disciplina de integración transversal a todas las ciencias naturales pero sin quedar asociada exclusivamente a ninguna de ellas, e incluyendo también a las sociales.
En suma, así como la ecología busca comprender las interacciones de los organismos con su entorno y el reflejo de estas en las adaptaciones morfológicas y fisiológicas, el ecólogo y la ecóloga son los profesionales que las observan, analizan y describen. Además de los referentes históricos mencionados, que jugaron junto a muchos otros un papel fundamental en la consolidación de la disciplina, hay otro tanto de personajes contemporáneos que también contribuyeron de gran manera con la ecología. Uno de ellos fue Ramón Margalef López (1919-2004), limnólogo, oceanógrafo y ecólogo español, primer catedrático de ecología en su país. Entre los mayores aportes que se le reconocen figura la aplicación de la teoría de la información –una rama de la matemática– a la ecología y la posterior creación de modelos matemáticos para las poblaciones en estudio.
En general, en Argentina la ecología es una orientación de la Licenciatura en Biología, y algunos de los espacios académicos en que se puede estudiar son universidades nacionales como la de General Sarmiento, Buenos Aires, La Plata y San Juan, entre otras. Profesionales de la materia destacados también se puede citar a unos cuantos, y un buen primer ejemplo es el de Sandra Díaz, bióloga especializada en ecología vegetal y biodiversidad, puntualmente en el estudio del impacto del cambio ambiental global sobre la biodiversidad regional vegetal de los ecosistemas; investigadora del CONICET premiada múltiples veces; integrante del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés); y única argentina que figura en el listado de los científicos más influyentes del mundo formulado por la agencia Thomson Reuters entre 2002 y 2013.
Rolando León (1932-2015) fue un científico en el área de la ecología que estudió la heterogeneidad de la vegetación, profesor de la UBA e investigador del CONICET. Su estudio de la sucesión secundaria de pastizales pampeanos durante cuarenta años es un caso único y temprano de investigación ecológica de largo plazo en Sudamérica. Eduardo Rapoport (1927- 2017), fue un ecólogo argentino, biogeógrafo, escultor, investigador del CONICET y profesor emérito de la Universidad Nacional del Comahue, reconocido por sus estudios fundamentales sobre biología del suelo, invasiones biológicas, ecología urbana, y por acuñar el término “buenezas” para las malezas comestibles. Irene Wais, por su parte, es una científica profesora de la UBA y otras universidades, miembro de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente, galardonada como una de las “Diez Jóvenes Sobresalientes de la Argentina” en 1988.