Es innegable: las exploraciones de gas y petróleo offshore, o costas afuera, son estratégicas, convenientes económicamente, y un aporte a la soberanía nacional. Nos guste o no, al tiempo en que se pretende avanzar mundialmente en una transición hacia el uso de energías renovables, la demanda sigue siendo desmedida y el uso de combustibles fósiles no está en retirada. Los contextos de crisis también fomentan la prevalencia de este tipo de producción con altísimos niveles de ganancias que alivian la economía de cualquier país. En el caso de Argentina, las novedades sobre este tipo de pozos exploratorios en las profundidades del mar están a la orden del día desde el descubrimiento de importantes yacimientos en las costas de Sudáfrica y Namibia, algo que a nivel geológico sería un fuerte indicador de la misma presencia en la zona costera de la Provincia de Buenos Aires.
En este sentido, la última noticia a nivel regional es la inminente perforación de un pozo denominado Argerich-1, ubicado en la Costa Argentina Norte (CAN 100), a 307 kilómetros de Mar del Plata y 320 km de Necochea. El proyecto, aprobado a comienzos de este mes por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación (MAyDS), está a cargo de la empresa noruega Equinor en consorcio con YPF y Shell Argentina. Según el sitio oficial del gobierno, los estudios preliminares indican que allí podría existir un yacimiento con capacidad de producir 200.000 barriles de petróleo por día, equivalentes a unos 7.000 millones de dólares. Cabe recordar que esta habilitación estaba “trabada” por un amparo judicial -finalmente levantado- interpuesto por el intendente del partido de General Pueyrredón, Guillermo Montenegro, junto a organizaciones ambientalistas.
“El reclamo ‘Fuera petroleras del mar argentino’ se basa principalmente en la posibilidad de que se produzca un derrame que bañe de crudo las aguas y playas bonaerenses. Pero yo considero que ese riesgo es muy bajo porque existen medidas de seguridad y contingencia en caso de algún incidente. El verdadero problema es otro, del que lamentablemente se habla poco”, expresa con preocupación Luis Cappozzo, investigador del CONICET en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN), y se refiere a lo que sucede allí donde nadie mira: en las profundidades marinas. “La metodología que se utiliza en estas búsquedas es la prospección sísmica. Consiste en buques con una instalación de gruesos cables de varios kilómetros de largo que, cada cierta cantidad de metros, hacen detonaciones de aire comprimido con tal fuerza que atraviesan el fondo rocoso y permiten tomar una imagen 3D de esa locación. Las consecuencias de esas explosiones para la fauna son devastadoras”, explica.
“La metodología que se utiliza en estas búsquedas es la prospección sísmica, y las consecuencias de esas explosiones para la fauna son devastadoras”, Luis Cappozzo.
De acuerdo a lo que informan las compañías a cargo, en Argerich-1 se trabajará con un buque con torre de perforación y un helipuerto. El pozo vertical tendrá hasta 2.500 metros en cinco secciones y, una vez finalizada la evaluación, será sellado con cemento, según los protocolos establecidos. La Cámara Federal de Apelaciones marplatense que levantó el amparo contra el proyecto interpuso, no obstante, “condiciones especiales” para realizar la actividad, entre ellas nombrar como observador permanente al equipo de Pampa Azul, la iniciativa gubernamental que articula investigación científica con desarrollo tecnológico e innovación en las políticas oceánicas nacionales. El objetivo es velar por el cuidado de la ballena franca y el Agujero Azul, un área en el talud continental considerada prioritaria para su protección. De esta manera, se establece que la prospección deberá suspenderse inmediatamente cuando se verifique “cualquier acontecimiento que dañe sensiblemente al ambiente”.
“Los efectos de las detonaciones en la fauna marina son conocidos: les revientan los tímpanos, esenciales para la orientación de los cetáceos, es decir ballenas y delfines. Además, en los grandes bancos de peces y en aves buceadores pueden provocar estallido de la vejiga natatoria”, relata Cappozzo, autor junto a colegas del CONICET y la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) de una investigación liderada por la investigadora Gisela Giardino publicada en abril pasado que reporta el aumento de avistajes y varamientos de la ballena jorobada o “cantora” en la Patagonia entre 2003 y 2021. “Las apariciones solían ser esporádicas, pero desde 2018 aumentaron hasta un 640%, mientras que de 2008 en adelante la mortandad se incrementó en un 398%, con un 94% de ejemplares juveniles”, cuenta el experto, y enfatiza: “Esta situación no solo representa un tremendo impacto para las poblaciones de la ballena, sino también para el resto de la megafauna marina, como tortugas, leones y elefantes marinos, y en general para toda la biodiversidad”.
“Los efectos de las detonaciones de la prospección sísmica en la fauna marina son conocidos: les revientan los tímpanos, esenciales para la orientación de los cetáceos, es decir ballenas y delfines. Además, en los grandes bancos de peces y en aves buceadores pueden provocar estallido de la vejiga natatoria”, Luis Cappozzo.
En la mayoría de los casos, los ejemplares muertos mostraron interacción antropogénica, es decir con el ser humano. “Los varamientos aumentaron en toda la costa del Mar Argentino durante la pandemia, lo cual dificultó la toma de muestras. Una de las hipótesis, además de la acción de virus y toxinas, y enredos con elementos de pesca o colisiones con embarcaciones, es que sea una consecuencia del ruido de la prospección sísmica offshore, cuyas detonaciones van de los 215 a los 230 decibeles”, describe Cappozzo. Otra fuente que también relaciona ambos factores es el Foro para la Conservación del Mar Patagónico y Áreas de Influencia, que en su documento “Estado de situación. Riesgos e impacto de la prospección sísmica en el Mar Argentino” advierte sobre el ruido submarino como “una forma de contaminación que puede afectar negativamente a la fauna marina, desde el zooplancton hasta las grandes ballenas”, a través de la modificación de su comportamiento, entorpecimiento de la comunicación y la percepción del entorno, entre otros.
El mismo texto menciona la posibilidad de lesiones directas o incluso la muerte “en casos extremos de exposición”, y continúa: “La actividad hidrocarburífera es una industria que genera impactos ambientales (…). Sus efectos negativos sobre la biodiversidad, en todos sus niveles, son especialmente considerables”. Cappozzo se distancia de la postura del foro en tanto considera necesaria la búsqueda de petróleo y gas “debido a la independencia energética que significa para el país, así como también la contribución a su PBI. La idea es que ocurra pero con un criterio científico, aplicando ciencia y tecnología nacional para que las empresas privadas que extraen recursos del Mar Argentino lo hagan en las zonas autorizadas generando un menor impacto. Y, si lo generan, que paguen lo que se llama remediación ambiental para crear un fondo nacional que pueda aplicarse en otras zonas en donde sí se debe hacer conservación porque son sitios de desove de especie de interés comercial o de alta biodiversidad”.