Arrancó septiembre. Guantes y bolsas de consorcio estarán a la orden del día: en diferentes puntos del planeta y gracias a dos importantes campañas medioambientales, incontables manos solidarias y desinteresadas se unirán para hacer limpiezas masivas de espacios públicos al aire libre.
Una de ellas es el “Día Mundial de la Limpieza” celebrado cada año el tercer sábado del mes, el 16 en 2023, promueve la acción organizada o espontánea de las personas para recoger los residuos en algún ambiente natural, ya sea enmarcados en programas de ONG’s, escuelas, agrupaciones vecinales, voluntariados o cualquier otro espacio afín.
Sin metas inalcanzables ni requisitos exigentes, la idea es instar a la población a comprometerse con el cuidado del planeta en general a través de una actividad concreta que le permita vivenciar la problemática de la contaminación por basura que azota a casi cada rincón del globo.
En diferentes puntos del planeta y gracias a dos importantes campañas medioambientales, incontables manos solidarias y desinteresadas se unirán para hacer limpiezas masivas de espacios públicos al aire libre durante el mes de septiembre.
La iniciativa llamada originalmente “World Cleanup Day”, surgió en 2008 en Estonia. La fundación “Let’s Do It! World” propuso realizar una jornada de limpieza masiva en ese país y el resultado fue todo un éxito. Se movilizaron 50.000 voluntarios que recolectaron, en un solo día, 10.000 toneladas de basura de los espacios públicos.
A partir de esa experiencia, la campaña mundial a limpiar el mundo se ha replicado en más de 190 países, incluido el nuestro, donde se incentiva a eliminar los basurales ilegales, se realizan jornadas de capacitación y de limpieza masiva.
El anclaje en nuestro país es ¡Vamos a hacerlo, Argentina!, que replica el modelo internacional mediante jornadas de capacitación y limpieza masiva, concientizando a la población sobre la adecuada gestión de los residuos sólidos.
La otra movida de limpieza es es “A limpiar el mundo” (del inglés Clean up the world) y se lleva adelante durante todo el mes. Surgida en Sidney, Australia, en 1989, luego de que un deportista náutico llamado Ian Kiernan convenció a amigos y conocidos para limpiar la bahía de esa ciudad. A partir de entonces, la iniciativa fue aumentando su popularidad y sumando adeptos alrededor del planeta que se organizaban para recoger residuos en determinados sitios. Hoy, la campaña colabora con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y sirve de marco también a otros proyectos ecológicos como plantar árboles o concientizar sobre el cuidado del agua y la energía. Lo números hablan por sí solos: 120 países y 35 millones de voluntarios participan en cada edición a través de acciones grupales o individuales.
“Quien limpia hoy, no ensuciará mañana”, es el slogan de la agrupación argentina, que lleva realizadas más de 573 jornadas de limpieza en las que se recogieron más de 521 mil kilos de residuos a manos de 31 mil voluntarios. Particularmente el Día Mundial de la Limpieza se lleva adelante desde 2018. En aquella primera edición, y luego de una prueba piloto a finales del año anterior, se organizaron 200 grupos de limpieza que hicieron del estreno un éxito total.
“Quien limpia hoy, no ensuciará mañana”, es el slogan de ¡Vamos a hacerlo, Argentina! , que lleva realizadas más de 573 jornadas de limpieza en las que se recogieron más de 521 mil kilos de residuos a manos de 31 mil voluntarios.
“Antes de comenzar cada jornada, brindamos una charla de sensibilización y el estar tanto tiempo en las casas había contribuido a la percepción por parte de la gente en cuanto a la cantidad de residuos domiciliarios que se generan, y lo útil que es separarlos como corresponde”, explica Jhon Ruiz, presidente de ¡Vamos a hacerlo!. En los cinco años de existencia del movimiento en Argentina, repasa el activista, uno de los mayores logros alcanzados ha sido el de visibilizar el problema de la basura, algo que puede parecer una obviedad pero que hace una década atrás formaba parte del paisaje urbano y a nadie le llamaba la atención.
En cuanto al común de la gente, también se observa cómo en general prestan más atención a la cantidad de basura en las calles, “y eso nos encanta, porque quiere decir que empieza a molestarles lo que ven, y sentir eso es el primer paso para querer cambiarlo”, agrega. Pero se llamenta de que este cambio de actitud de la ciudadanía no siempre sea acompañado desde la gestión estatal: “Muchos municipios no hacen tratamiento diferenciado de residuos, porque no están preparados o no tienen la infraestructura, y eso desmotiva mucho a quien se toma el trabajo de limpiar, secar y diferenciar las bolsas de cada material”.
De todas maneras, en este punto el trabajo de la organización no es darse por vencida ni mucho menos: lo importante es seguir incentivando a quienes ya aprendieron este concepto a no discontinuarlo, “porque luego es mucho más difícil reinstalar el hábito en una persona que lo tenía y lo perdió. El día en que el municipio pueda acompañar la recolección diferenciada con una gestión integral, las y los ciudadanos ya estarán acostumbrados a hacer su parte”, enfatiza Ruiz. Por último, en relación a aquellas ciudades que sí han puesto en práctica este tipo de sistemas, el activista entiende que ese trabajo que hay detrás debe visibilizarse más: “Mostrar adónde van los camiones, qué transportan, qué hacen las cooperativas clasificadoras y a quién le venden los recolectado generaría credibilidad en el sistema y el proceso de economía circular”, finaliza..