“En 2050 habrá más plásticos que peces en los mares”. La escandalosa proyección se dio a conocer en 2017 a través de un informe de la Fundación Ellen MacArthur elaborado un año antes en base al análisis del flujo de materiales en todo el mundo. Otros estudios anteriores y posteriores abonan este pronóstico, sobre todo aquellos que se han concentrado en las mediciones de microplásticos –piezas plásticas de menos de 5 milímetros de diámetro–, y su comportamiento en los diferentes ecosistemas. Con miras a esa problemática en particular, ocho países de Latinoamérica se juntaron para diseñar una estrategia digna de imitar: limpiar las aguas de una región del océano Pacífico.
Bajo el nombre de Plan de Acción de Basura Marina para el Pacífico Nordeste 2022-2026, la iniciativa fue lanzada oficialmente el 8 de junio último, en coincidencia con el Día Mundial de los Océanos. Las naciones que la llevan adelante son México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y Colombia con el apoyo de la Oficina Regional del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) para América Latina y el Caribe y la Fundación MarViva. El objetivo es promover políticas, estrategias y actividades para la gestión sistemática de la basura marina en esa región del planeta a través de la cooperación, la asistencia técnica y la coordinación de actores nacionales, regionales e internacionales.
Además del objetivo central y las metas y plazos específicos, el plan se destaca por la intención de unirse y la organización lograda entre tantos países a la hora de abordar y buscar soluciones a un problema histórico cuyas causas y consecuencias comparten entre todos. Los plásticos conforman el 80 por ciento de la basura marina, y América Latina y el Caribe generan diariamente 17 mil toneladas de este tipo de residuos, de los cuales el 30 por ciento se arroja en basurales a cielo abierto. Si bien la utilidad y bondades del plástico y sus mil usos son innegables, también lo es el hecho de que su disposición final siga siendo un problema en el mundo entero porque los niveles de reciclado son muy bajos comparados con los de producción, y aquellos que se degradan tardan muchísimo tiempo en hacerlo, entre otros motivos.
Los plásticos conforman el 80 % de la basura marina, y América Latina y el Caribe generan diariamente 17 mil toneladas de este tipo de residuos. Si bien la utilidad y bondades del plástico son innegables, su disposición final sigue siendo un problema en todo el mundo porque los niveles de reciclado son muy bajos comparados con los de producción, y aquellos que se degradan tardan muchísimo tiempo en hacerlo.
De acuerdo a algunos datos difundidos a propósito del lanzamiento, el 15 por ciento de la basura marina flota en la superficie, otro 15 se localiza en la columna de agua, y el 70 por ciento restante permanece en el fondo marino. La mayoría de los plásticos que se desechan son los llamados “de un solo uso”, principalmente packaging de alimentos y bebida. “Este plan reúne los esfuerzos de múltiples actores para trabajar en favor de la prevención de la contaminación por plásticos y la conservación de nuestros océanos como recurso mundial esencial para asegurarles un futuro sostenible a las próximas generaciones, contribuyendo de forma integral a lograr los compromisos establecidos en la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible propuestos por las Naciones Unidas”, expresó en su momento Jacqueline Álvarez, representante regional del PNUMA en América Latina y el Caribe.
La región norte del Pacífico es tristemente célebre por concentrar la más grande de las cinco “islas de basura”, tal como se conoce a los inmensos cúmulos de residuos –formados en un 80 por ciento por plásticos– que hay en las aguas del planeta. Situada entre Hawai y California, la gigantesca formación se extiende a lo largo y ancho de 1.6 kilómetros cuadrados, equivalentes a tres veces el tamaño de Francia. Además de ser la de mayor magnitud, también fue la primera en descubrirse, en 1997 por el oceanógrafo estadounidense Charles Moore. En las siguientes dos décadas se descubrieron las otras cuatro, situadas en el Atlántico norte y el sur, el Índico, y el Pacífico sur. Estas concentraciones son producto de las corrientes rotativas y los vientos que empujan a los desechos plásticos dispersados junto con las algas y el plancton a converger en un mismo sitio.
Vale destacar que una iniciativa similar con foco en el Atlántico que involucra a la Argentina Brasil, Paraguay y Uruguay se viene impulsando en el último tiempo. Así, en agosto pasado tuvo lugar el taller regional “Abordar la basura marina y la contaminación plástica a través de un mayor conocimiento y cooperación en los países del Atlántico Sur”, organizado en el marco de un convenio entre el PNUMA, el Centro Coordinador del Convenio de Basilea, Centro Regional del Convenio de Estocolmo para América Latina y el Caribe (BCCC-SCRC), el Ministerio de Ambiente de Uruguay y el Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU). El objetivo de este y otros encuentros posteriores fue el de promover la reducción de la basura marina y los microplásticos en base a la investigación, el conocimiento científico, las recomendaciones de políticas adecuadas y una mayor cooperación y concientización en las naciones implicadas.