La huella ambiental es una medida que calcula los impactos que surgen a lo largo del ciclo de vida de un producto, desde la extracción de la materia prima para su manufactura, durante su funcionamiento y hasta su disposición final; se trata de una medida más pequeña en comparación con la huella ecológica.
En 2013, la Unión Europea dio a conocer una guía sobre cómo clasificar la huella ambiental de cada producto, tratar de reducir el impacto ambiental de los bienes y servicios teniendo en cuenta las actividades de la cadena de suministro.
Huella ecológica
El concepto de huella ecológica fue concebido para evidenciar la demanda de recursos que personas, empresas y países ejercen, y la capacidad del planeta para sostenerlas. Esta información puede ser una herramienta útil para crear conciencia y modificar hábitos de consumo encaminados hacia un mundo más sostenible.
El término de huella ecológica nació el año 1996 por William Rees y su entonces estudiante Mathis Wackernagel, en la Universidad de Columbia Británica, éste último es quien creó la Global Ecological Footprint, una organización sin fines de lucro que proporciona las Cuentas Nacionales de Huella y Biocapacidad de más de 200 países y el calculador de huella ecológica.
Dicha métrica estima la cantidad de naturaleza que utiliza un individuo en alimentación, abrigo, movilidad, bienes y servicios, frente a la disponibilidad del planeta. Para lo cual toman en cuenta la huella de carbono, la zona de pesca, tierras de pastoreo y cultivo, el área edificada y los productos del bosque empleados para satisfacer el consumo de una persona.
El concepto de huella ecológica fue concebido para evidenciar la demanda de recursos que personas, empresas y países ejercen, y la capacidad del planeta para sostenerlas.
Sabemos que estamos empleando muchos más recursos de los que el planeta puede producir, la atmósfera, bosques y océanos no pueden absorber el excedente que termina en la atmósfera y que está modificando el clima del planeta.
La presión que ejerce la humanidad sobre el planeta en energía, recursos, biodiversidad y agua es tremenda. Vivimos con concentraciones de dióxido de carbono superiores a las 400 partes por millón, cifra no vista desde hace 800.000 años (según registros fósiles y glaciares) y los seres humanos somos responsables directos o indirectos de esta concentración.
Huella de carbono y huella hídrica
La huella ecológica abarca a la huella de carbono que mide la emisión de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero producidos por las actividades humanas y la capacidad del planeta de absorberlos; y la huella hídrica que calcula la cantidad de agua empleada para producir un producto como una taza de café o unos pantalones.
Redes de consumo local
Para reducir los efectos nocivos sobre el planeta es necesario apoyar grupos de agricultores comprometidos con la producción sustentable que buscan contribuir a reducir la contaminación del agua y tierra de cultivo por el uso de agroquímicos e insecticidas. Además producen alimentos mucho más saludables.
Esto se suma a que el consumo de alimentos a nivel local disminuye la emisión de dióxido de carbono al ser menor el combustible empleado en el traslado del alimento del campo.
Cambios individuales
Una vez que la calculadora de huella ecológica de Global Ecological Footprint muestra cuántos planetas necesitamos para continuar con nuestras actividades cotidianas también indica qué día del año la persona que hizo su cálculo ha acabado con la cuota anual de recursos del planeta.
Los problemas ambientales no los van a solucionar los gobiernos ni las instituciones académicas. Se solucionan con cambios de conducta personal, y esto consiste en pensar qué consumimos y de dónde viene aquello que consumimos, en reducir el consumo de ciertos alimentos, en ahorrar agua, reciclar o reutilizar.