La Legislatura porteña aprobó, con 56 votos a favor y 2 abstenciones, una ley para prohibir el acto de tirar colillas de cigarrillos en la vía pública y sancionar a quienes lo hacen.
La iniciativa fue presentada por el legislador Sergio Abrevaya (GEN). Para quienes arrojen las colillas en la calle contempla una multa de $ 642 a $ 14.980 y/o la obligación de hacer trabajos comunitarios y/o la concurrencia a cursos de educación en materia de ambiente. La dureza del castigo será definida por un juez de faltas.
El proyecto además estipula que se deben señalizar espacios donde se deberá garantizar la ausencia de colillas. Estos lugares serán boliches, bares y restaurantes, shoppings, galerías y paseos comerciales a cielo abierto, alojamientos, edificios de oficinas y establecimientos donde se hagan eventos o actividades con fines recreativos y comerciales.
Las colillas de cigarrillos son el residuo que más se arroja en el espacio público. En la Ciudad, de acuerdo con un relevamiento hecho por la Asociación Civil y ambientalista Eco House, que participó en la escritura del proyecto, en cuatro manzanas del microcentro en sólo dos horas se levantaron más de 10.000 colillas. Y los cálculos confeccionados en base a estadísticas de fumadores indican que sobre veredas y calles quedan, por lo menos, 5.000.000 todos los días.
El filtro de un solo cigarrillo es suficiente para contaminar entre 50 y 1.000 litros de agua.
La colilla está hecha de acetato de celulosa, que es plástico, y el plástico perdura en el ambiente durante décadas. En Buenos Aires, muchos de estos descartes van a parar al Riachuelo, al Río de la Plata y, por último, al océano. El filtro de un solo cigarrillo es suficiente para contaminar entre 50 y 1.000 litros de agua.
«Ocasiona un daño que va más allá de la salud individual de las personas, ya que afecta directamente a nuestro entorno, perjudicando el suelo, el aire, el agua potable, los océanos, la biodiversidad, el turismo y el ecosistema urbano», escribió Abrevaya en los fundamentos para el tratamiento de su proyecto.
Al mismo tiempo el legislador citó antecedentes: Suiza, Alemania, Austria, España, Australia, Canadá, Estados Unidos, Singapur, Brasil y Ecuador tienen una normativa relacionada con esta problemática. En cada punto del planeta varía la sanción. Una de las más altas es la fijada en Bruselas, capital de Bélgica, donde se aplica una multa de 200 euros por tirar una colilla en la vía pública.
«La colilla es un residuo peligroso que resguarda al fumador de los peores químicos, pero al retenerlos se convierte en tóxica. Eso es lo que se arroja al suelo y por eso pedimos su prohibición», demandó Abrevaya.