“El coronavirus nos enseña sobre los valores de la naturaleza, lo fundamental de la economía del cuidado. Nos está diciendo que hay que parar. Ir más lento para frenar esta situación. De lo contrario, volveremos a una normalidad que no es otra cosa que una crisis permanente“ expresó Naomí Klein en el marco de su conferencia magistral ‘Los años de reparación’.
“Otra cosa que el coronavirus enseña es que son las comunidades las que salvan el mundo. Es un desastre la situación de la gente que vive sola en su departamento y tiene toda su vida por Zoom. Nuestra mejor tecnología es la comunidad. Vivir juntos, estar juntos, apoyarnos mutuamente“, remarcó la autora de La doctrina del shock. “Hay más pandemias que saltan del mundo animal. Estamos atacando a la naturaleza, por eso nos responde. Para estar saludables tenemos que aprender. El Covid nos contamina más en espacios cerrados y estamos mucho mejor al aire libre. No son lecciones nuevas, pero a veces necesitamos una crisis para que la gente entienda este tipo de cosas“, expresó.
Klein prefiere hablar de solidaridad en lugar de empatía. Cuando la sociedad se vuelve adicta al crecimiento perpetuo y a la perspectiva del progreso, cuando se mueve en la aceleración constante, no deja espacio para ser solidario. Los seres humanos se vuelven islas. “Cuando vamos a este ritmo no tenemos tiempo para hacernos preguntas sobre las miserias que extendemos en el mundo. Nuestro modo de vida aumenta los riesgos. La pandemia podría permitir imaginar otro tipo de mundo. Tal vez ésa sea la lección fundamental“.
“¿Qué vamos a hacer con un 2020 con todo derrumbándose alrededor?», se preguntó Klein. “La respuesta que surge es reparación, algo que podría lograrse con un plan urgente y colectivo. Porque resulta que habitamos un mundo roto en muchos sentidos. Un planeta roto, con relaciones colectivas rotas, lugares del cuidado -hospitales y escuelas- rotos como resultado de una negligencia organizada hace muchos años. Rota está la clase política. Mientras, a la par, los más ricos del mundo y las empresas se alimentan de los Estados fracasados. Son felices ante esta ruptura total“.
“Cuando vamos a este ritmo no tenemos tiempo para hacernos preguntas sobre las miserias que extendemos en el mundo. Nuestro modo de vida aumenta los riesgos. La pandemia podría permitir imaginar otro tipo de mundo. Tal vez ésa sea la lección fundamental“
Rota la naturaleza. Rota nuestra relación con la ecología. «Hace una semana que donde estoy no vemos el cielo, por el humo de los bosques que se están quemando. Las aves migratorias caen del cielo, decenas de miles, no pueden huir del humo. No es una sorpresa: sabemos que está roto el planeta. Es un momento para abrir nuestros corazones y dar la bienvenida a una misión colectiva urgente. A nuevas historias y narrativas».
“La reparación es un marco en el cual podemos trabajar las esferas económicas, ecológicas y políticas que están rotas“, definió. Es un derecho y a la vez un trabajo, cívico e intergeneracional. “Es la práctica de rehacer, reparar, re-emparejar las cosas. Entre el corazón y la mente, los individuos y sus colectividades, los humanos y el mundo natural“, destacó.
“No podemos volver a los negocios como siempre. Seguir ignorando a los fascistas que están caminando. A los bosques que se están quemando. Hay una necesidad de un plan urgente y colectivo. No se trata de poner la vida en pausa hasta que llegue la vacuna, sino de hacernos las preguntas reales para empezar un proceso de reparación y apoyar un Nuevo Acuerdo Verde. Tenemos que reclamar a nuestros gobiernos que la reparación esté en el centro“, instó la autora.
“Necesitamos parar, darnos vuelta y limpiar nuestro desorden. Reparar. Es una tarea larga, pero fundamental. Hay que hacer muchas reparaciones al mismo tiempo y todos ahora tenemos que ser sanadores del que está a nuestro lado y del planeta“, expresó hacia el final de su intervención.