Este jueves 7 de marzo, en vísperas del Día Internacional de la Mujer, la Red defensoras del ambiente y el buen vivir entregó las distinciones «Berta Cáceres» a nueve mujeres de distintos lugares del país, en reconocimientos por sus contribuciones a la defensa de la vida y el medioambiente.
Cada una de ellas demuestra formas alternativas de asumir la vida cotidiana y el transcurrir público, de producir redes y saberes “por fuera de la lógica del patriarcado”, y en “defensa de la vida y del medioambiente”. Así lo expresaron los paneles de ponencias que antes del acto se sucedieron en el auditorio del Anexo del Congreso Nacional de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación.
El evento coronó la 7° Jornada Federal en defensa del Ambiente y el Buen Vivir presidida por María José Lubertino, abogada y diputada mandato cumplido, junto con la investigadora Bibiana Vilá en nombre de la Red. Y sentó posiciones sobre el rol de las mujeres en la defensa de la biodiversidad y la alimentación sustentable, contra el extractivismo minero y el capitalismo.
La Red defensoras del ambiente y el buen vivir entregó las distinciones «Berta Cáceres» a nueve mujeres de distintos lugares del país, en reconocimientos por sus contribuciones a la defensa de la vida y el medioambiente.
El trabajo persistente y cotidiano de las mujeres en la ruralidad se convertía en bandera bajo el halo mítico de Berta Cáceres, la líder indígena hondureña y defensora de los derechos humanos, asesinada en 2016 por oponerse a la construcción de la represa hidroeléctrica Agua Zarca, sin consentimiento comunitario. “Fue una defensora de los derechos indígenas y del ambiente, valores que resuenan en las luchas que tenemos por delante», explicó la sindicalista especialista en Gestión Ambiental y Desarrollo Sostenible, Sol Klas al recibir su distinción por dedicarse a “la incansable búsqueda de la igualdad de género» en el ámbito laboral. «Porque la defensa de condiciones laborales justas y la protección de los derechos de las trabajadoras y trabajadores están ligados a la visión de un mundo más equitativo y sostenible, como el que soñaba Berta Cáceres”, añadió la Secretaría de Ambiente de APOC y del Frente Sindical de Acción Climática, y miembro de la Red de Mujeres en Diálogo Ambiental.
“Berta Cáceres fue una defensora de los derechos indígenas y del ambiente, valores que resuenan en las luchas que tenemos por delante», Sol Klas.
Para Nuria Lantos, reconocida por su labor como fundadora de una escuela de orientación agroecológica en la provincia de Misiones junto con la comunidad local, la importancia del secundario que coordina en el paraje de Laguna Azul radica en las luchas previas que llevaron a esa comunidad a lograr “la expropiación de 36.000 hectáreas” dentro de las cuales se construyó, entre otras cosas, ese colegio. “Nuestra escuela es hija de esas luchas”, sostuvo. Y de una decisión colectiva que se fue construyendo en el tiempo: “Tuvimos que romper con el esquema que dejaba a las mujeres en las casas mientras los hombres salían a trabajar en los campos”.
“Muchas veces nos sentimos solos por estar allá, trabajando en el noreste misionero, en la frontera seca con Brasil, pero estar aquí en el Congreso recibiendo esta distinción en nombre de decenas de familias que ponen el cuerpo en sus casas y en la calle para luchar por sus derechos ¡nos da ánimo!”. Así agradecía la educadora Nuria Lantos la distinción “Berta Cáceres”.
“Muchas veces nos sentimos solos por estar allá, trabajando en el noreste misionero, en la frontera seca con Brasil, pero estar aquí en el Congreso recibiendo esta distinción en nombre de decenas de familias que ponen el cuerpo en sus casas y en la calle para luchar por sus derechos ¡nos da ánimo!”, Nuria Llantos.
El rol de las mujeres, revalorizado, se conjugaba en sus palabras con el lugar del Estado y con el valor de la escuela pública: “Las escuelas públicas necesitan del Estado -sentenció la educadora-, los docentes y las familias necesitamos del Estado, necesitamos luz, agua, servicios, acceso a herramientas” puntualizó.
Poco antes, Sol Klas había compartido la necesidad de sostener la alegría ante las luchas que se avecinan «en el camino hacia una sociedad inclusiva, equitativa y democrática”, sostuvo. Y alentó a las mujeres “de todos los rincones del país”, a seguir adelante “con la convicción de que nuestras luchas son parte de un movimiento global. Gracias mujeres. ¡Y viva la justicia social y la justicia ambiental, carajo!”, concluyó la ambientalista.
María “Yiya” López recibió su distinción por la promoción de las artesanías tradicionales que se potencian con los mecanismos de la economía circular y crece “en base a saberes territoriales”. También fueron distinguidas, entre otras hacedoras del “bien común”, la periodista y conductora de TV Ana Cacopardo, las bonaerenses Manuela Urtasun y Verónica Muñoz por el trabajo en un establecimiento agroecológico EK Ong Kar que funciona bajo un sistema participativo desarrollado en Luján, y la investigadora Manuela Urtasun coordinadora del Inventario Nacional de Glaciares en la provincia de Mendoza.
Ésta también fue una oportunidad para debatir el rol de las mujeres en el cuidado del ambiente y en “contra del extractivismo minero y el capitalismo”. En ese contexto, se reclamó por «la recuperación del Ministerio de Mujeres para seguir apostando por el desarrollo, la igualdad de oportunidades y la equidad».
¿Quién fue Berta Cáceres?
Berta Cáceres fue una prominente líder indígena de Honduras, cofundadora y coordinadora general del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) asesinada en 2016 por su oposición a la construcción del proyecto hidroeléctrico Agua Zarca, una represa en el río Gualcarque, que es un lugar sagrado y vital para las comunidades nativas de esa zona del noroeste hondureño.
Su discurso firme y su capacidad movilizadora lograron que el conflicto se visibilizara en el exterior, logrando que algunas compañías internacionales –como la china Sinohydro o la Corporación Financiera Internacional adscrita al Banco Mundial– retirararán sus inversiones. Y en Honduras, como subraya su hija Laura Zúñiga, “su vitalidad, su compromiso y su valentía siguen vivos en nosotros”, porque “no está muerta, está multiplicada” y sigue “presente en cada una de las personas que continuamos con la lucha”. Convertida ya en un auténtico símbolo de la comunidad lenca, remarca: “mi madre me dejó muchas enseñanzas y toda su fuerza. Las personas que luchan por la vida, nunca mueren”.
Berta recibió el Premio Goldman, el denominado Nobel Verde en 2015, un año antes de su asesinato. Y en el 2021, a título póstumo, el Parlamento Europeo le otorgó el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia, un galardón que comparte junto a personalidades como Nelson Mandela.
Berta recibió el Premio Goldman (el mayor reconocimiento del mundo para medioambientalistas, el denominado Nobel Verde o Nobel de Medioambiente) en 2015, un año antes de su asesinato. Y en el 2021, a título póstumo, el Parlamento Europeo le otorgó el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia, un galardón que comparte junto a personalidades como Nelson Mandela.
Son sus valores los que se busca encontrar en las premiadas: mujeres luchadoras que dedican su vida a la búsqueda de la igualdad de género y un vínculo respetuoso de la naturaleza para lograr un futuro mejor en un mundo más justo, equitativo y sostenible.