En cientos de kilómetros de playas conviven elefantes marinos y pingüinos con cajones, baldes y restos de redes de pesca que suman más de 20.000 kilos de desechos plásticos que tiran los barcos que surcan el sur del Océano Atlántico en busca del preciado langostino o calamar patagónico.
Las playas contaminadas son de difícil acceso, pero de un enorme valor ambiental. La Península Valdés, un accidente costero sobre el mar Argentino, en la provincia del Chubut. es una de las más afectadas. Zona de cría y reproducción para la ballena franca austral, es Patrimonio de la Humanidad declarada por la Unesco en 1999 por contener “hábitats naturales significativos para la conservación de la diversidad biológica, incluyendo especies amenazadas de valor excepcional universal”.
Hace meses este paraíso devino en trampa mortal que lastima y pone en riesgo la fauna que allí habita. El gobierno provincial de Chubut detectó la problemática en por lo menos seis puntos -Punta Delgada, Estancia El Pedral, Bahía Cracker, Punta Cormoranes y las islas Tova y Tovita- pero admite que la basura se acumula en otros lugares que aún no pudo identificar porque están aislados.
En cientos de kilómetros de playas conviven elefantes marinos y pingüinos con cajones, baldes y restos de redes de pesca que suman más de 20.000 kilos de desechos plásticos.
Desde la organización Playas limpias Patagonia denuncian hace meses que “Hace más de 40 años que se vienen contaminando las costas patagónicas con basura proveniente de los barcos pesqueros, en este caso que atracan principalmente en Puerto Madryn. Todos los gobiernos que han pasado desde esa fecha hasta ahora han mirado para el costado esta problemática por presiones de las empresas pesqueras que se llenan los bolsillos de plata depredando el mar argentino y dejando nuestras costas llenas de basura impunemente”, escriben en sus redes.
Al menos el 80% de las playas de Puerto Pirámides, en la costa de la Península Valdés, está contaminada con residuos de la industria pesquera, según pudieron constatar durante una recorrida de 8 kilómetros especialistas del Ministerio de Ambiente de Nación y de la provincia de Chubut, informó el subsecretario de Conservación y Áreas Protegidas de la provincia, Sergio Paul Casin.
Alejandro Ferro, nació y se crio en un campo frente a estas playas y es integrante de la organización Playas limpias Patagonia. “Muchas veces me topé con un elefante marino atrapado en parte de una red de pesca –enfatizó en diálogo con Infobae-. Si le hacemos una autopsia a un pingüino muerto vamos a descubrir gran cantidad de plástico en su organismo”.
El problema de los barcos pesqueros es recurrente. Miles de cajones sin identificación, para evitar las denuncias o multas; redes, sogas y residuos plásticos de comida que se consume en los barcos, se acumulan en el agua y luego en las playas.
“Este problema existe hace más de 30 años. Lo bueno es que ahora se visibiliza. Quizás también porque es mucho más grave que antes -explicó Ferro-. Es muy triste ver a los animales entre plásticos. Sólo porque el ser humano no sabe cuidar el planeta”.
Al menos el 80% de las playas de Puerto Pirámides, en la costa de la Península Valdés, está contaminada con residuos de la industria pesquera, según informó el subsecretario de Conservación y Áreas Protegidas de la provincia, Sergio Paul Casin.
En estos días, la noticia cobró relevancia nacional porque Yago Lange, un velista olímpico y ambientalista, con más de 150 limpiezas y 140 charlas ambientales en su haber convocó para limpiar Península Valdés y sacar la basura plástica de la playa donde los animales tienen sus crías.
Lange pasó de la consternación a la denuncia, y acusa al gobierno provincial no sólo de no actuar, también dice que le ponen trabas cuando él quiere encarar iniciativas privadas para sanear las playas. Las autoridades de Chubut lo niegan. Aseguran que organizan limpiezas con gente capacitada, pero que es difícil porque son lugares peligrosos y deben proteger a la fauna de la zona, en especial a los elefantes marinos que se acercan a la costa para mudar el pelo.
El detonante del conflicto entre Lange y el gobierno de Chubut fue en agosto de 2021, luego de que con 20 voluntarios trabajando durante 12 horas seguidas acopiaron 6000 kilos de basura en la isla Tovita. Según Lange, el compromiso de las autoridades era que en un mes irían con embarcaciones a sacar lo que habían recolectado, pero el ambientalista dice que volvió en febrero de 2022 y la basura seguía ahí. La habrían retirado meses después con un buque de la Armada. Durante el año pasado Lange participó en varias reuniones con autoridades de Chubut para entender la problemática y organizar las limpiezas pero, según el ambientalista, no obtuvo más que dilaciones y evasivas que le impidieron ir al terreno. “Ya ni me responden los mails. No sé cuáles son sus planes”, declara Lange al Diario La Nación. Asegura que además de limpiar, lo central es dejar de contaminar. “Es muy importante que se hable de esto y se siente en la mesa a los responsables, para que no se siga contaminando. La industria pesquera tiene que ser parte de la solución. Los que ensuciaron y lo siguen haciendo se tienen que hacer cargo”, finalizó.
Yago Lange pasó de la consternación a la denuncia, y acusa al gobierno provincial no sólo de no actuar, sino también de poner trabas cuando se quiere encarar iniciativas privadas para sanear las playas.
Nadie niega el daño ambiental que señala Lange. No lo hace ni el gobierno provincial, ni la industria pesquera. Sin embargo, la propia dinámica de la industria impide que se llegue a una solución. La explicación de las partes involucradas es que los cajones, los baldes y el resto de los elementos que se utilizan en los buques de pesca se caen al agua durante las tormentas habituales en esa zona del Atlántico sur y llegan a la playa por efecto del viento y las corrientes. Muchos también admiten que los cajones no sirven cuando están rotos y que, para que no estorben, ni ocupen el preciado lugar a bordo, algunos marineros los tiran al agua.
¿Quién los protege? ¿Quién nos protege?
Las imágenes hablan por sí solas, no es posible mirar para otro lado.
Fotos Maxi Jonas y Darío Podestá