Solo ocho países en el mundo tienen alianzas para la acción climática y Argentina es uno de ellos. Se trata de un movimiento integrado por universidades, gobiernos provinciales y locales, empresas y representantes de la sociedad civil que aúnan esfuerzos en torno a la crisis climática y generan acciones conjuntas para contribuir a los compromisos asumidos a nivel nacional en diferentes instancias internaciones sobre el tema. El resto de las naciones comprometidas a través de acuerdos de este tipo son Vietnam, Australia, Brasil, Japón, México, Sudáfrica y Estados Unidos.
La Alianza para la Acción Climática Argentina (AACA) surgió a finales del año 2018 y, según cálculos de la Fundación Vida Silvestre (FVS) Argentina, reúne al 30 por ciento de la economía del país. Además de la mencionada ONG, forman parte también la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), la Cámara Argentina de Energías Renovables, el gobierno de Santa Fe, la Agencia de Protección Ambiental de la Ciudad de Buenos Aires, entre otras instituciones e importantes empresas de distintos sectores.
En verdad, el concepto de acción climática hace alusión a cualquier política o medida que apunte a impulsar, apoyar o financiar iniciativas para frenar o mitigar las consecuencias del cambio climático y contribuir a la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), entre otras. E n concreto, las acciones de la AACA giran fundamentalmente en torno a la contribución de la meta del Acuerdo de París, un tratado internacional sobre el cambio climático jurídicamente vinculante, firmado por 196 países en 2015 y que entró en vigencia un año después.
El objetivo principal de este acuerdo multilateral es mantener el aumento promedio de la temperatura debajo de 1.5°C y asegurar la adaptación de las sociedades a las transformaciones. Como nación adherente, Argentina se alinea con las metas propuestas y, en este marco, la AACA trabaja para potenciar las capacidades de los actores que la conforman creando sinergia entre ellos y sin superponer esfuerzos. “El gobierno se presenta preocupado y activo en materia de políticas de cambio climático, y de hecho tiene mucha gente muy capaz trabajando en el tema”, señala Carlos Tanides, coordinador general de la alianza. En la práctica, sin embargo, la situación parece mostrar otras complejas aristas.
Las acciones de la AACA giran fundamentalmente en torno a la contribución de la meta del Acuerdo de París, un tratado internacional sobre el cambio climático firmado por 196 países en 2015 cuyo objetivo principal es mantener el aumento promedio de la temperatura debajo de 1.5°C y asegurar la adaptación de las sociedades a las consecuencias de las transformaciones.
La materialización de esas políticas no mostraría, de acuerdo al referente, los resultados esperados en lo concerniente a avanzar concretamente en la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). “El desafío más grande está en torcer los intereses económicos de los sectores energéticos y agroalimentarios que son los más contaminantes y que terminan imponiéndose con sus medidas, contrarias a las necesarias para cumplir con nuestros compromisos en el Acuerdo de París”, expresa. No solo en la responsabilidad que alcanza a los organismos de gobierno, sino también en el rol que cumplen las y los ciudadanos en general, Tanides lamenta que la actitud diste mucho de la esperada.
“Observo que pareciera no haber casi ningún tipo de reacción respecto al tema. Son muy pocas las menciones serias como un problema realmente importante que estamos teniendo y que va a adquirir cada vez mayor intensidad. Incluso las políticas que se proponen no se presentan relacionadas entre sí o enmarcadas en un contexto de crisis climática”, enfatiza Tanides, también coordinador de Ciudades, Clima y Energía de la FVS Argentina. En este sentido, el experto ve con preocupación que al indagar el tema del clima “aparecen algunas respuestas pero más bien como una cuestión anecdótica”, apunta, y agrega que, si bien el intercambio de AACA con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación (MAyDS) es posible e incluso fructífero, no resulta igual con las carteras en conflicto con las políticas climáticas, como la energética. “Son como mundos distintos con lógicas e intereses diferentes dentro del mismo gobierno, no importa cuál sea el color político”, define.
En cuanto a las posibles razones que podrían explicar esta postura, Tanides reflexiona: “Creo que no estamos percibiendo claramente el daño, y cuando este aparece, no lo vinculamos directamente con la crisis climática, como la bajada del Río Paraná, los incendios o las olas de calor. Además, se suma el hecho obvio de que la política siempre es cortoplacista y atravesada por muchos intereses. En realidad no sé cuál es el fenómeno que explica lo que sucede, pero pareciera que hasta que no haya una evidencia muy fuerte no vamos a reaccionar, y ahí probablemente sea ya muy tarde”.