La primera marcha por la crisis climática en Argentina fue el 15 de marzo de 2019. Me acuerdo que -en medio del estrés que tenía por toda la organización de la marcha y de los nervios sobre cómo iba a salir-, me subí al escenario y al ver tanta gente pensé: ¿Qué vendrá después de esto? Sinceramente, en ese momento, no tenía ni idea. Desde ese momento y hasta ahora muchas cosas cambiaron: logramos hechos inimaginables como movilizaciones de miles de personas en todo el país; la sanción de diferentes leyes e incidir en espacios de alto nivel a nivel nacional e internacional. A pesar de esto, todavía quedan demasiados objetivos por lograr y el tiempo es poco. Sé que ya escuchaste hablar varias veces sobre el cambio climático, también sé que posiblemente sepas que es un problema y que probablemente creas que no podés hacer nada porque la problemática es demasiado grande. Pero, como hoy estoy buena onda, te propongo una opción: venir a la marcha del 24 de septiembre. Te paso un listado de las diez razones para hacerlo.
1- El Cambio climático ya está en todos lados, dice el último informe del IPCC.
Por más que en nuestro imaginario el Cambio climático siga pareciendo un problema del futuro, el IPCC- grupo de expertos sobre cambio climático de la ONU- en su último informe “Bases físicas del cambio climático” dijo que ya está afectando a todas las regiones de diferentes formas y que la actividad humana es indiscutiblemente lo que causa la crisis climática. Frente a las expresiones de negacionismo climático, es importante manifestar con contundencia en las calles lo que la ciencia viene diciendo hace años: el cambio climático es real e inequívoco, y es nuestra responsabilidad resolverlo.
2- No hay tiempo para perder, las medidas se tienen que tomar ya.
Los compromisos actuales de los países y empresas no están alineados con el objetivo de no superar los 1,5°C de calentamiento y el tiempo se agota: necesitamos acciones de manera urgente. Según las proyecciones que hace el IPCC, con los compromisos actuales estamos en camino a 3 grados para final de siglo lo que implicaría que los impactos como incendios, sequías y olas de calor sean aún mayores.
3- Es una cuestión de derechos humanos básicos
Por más que el cambio climático parezca algo abstracto y que los grados y números dominen la narrativa, en realidad es una cuestión de derechos humanos básicos. Afecta nuestro derecho a la salud, al agua y al saneamiento, a la alimentación y a un ambiente sano y directamente a la vida. La salud del planeta está directamente conectada con la salud humana, un ejemplo de ello es que la contaminación atmosférica provoca más de 8 millones de muertes al año.
Además de esto, lo ambiental no es algo ajeno sino que se relaciona con lo económico, con la pobreza e incluso con algo que, en la Argentina, conocemos muy bien: la deuda externa. Un ejemplo de esto es que el PBI mundial podría ser del 37% más bajo para 2.100 de lo que sería sin los impactos del cambio climático. Desde un lado más positivo, muchos ven en la salida de la crisis climática una oportunidad para crear nuevas industrias y generar empleo.
La salida de la crisis socioeconómica en Argentina requiere contemplar la variable ambiental en los planes de reactivación económica, una planificación integral de la transición energética y socioecológica, y la aprobación de iniciativas fundamentales como la ley de humedales.
4- Se aproxima la COP (la Cumbre de Naciones Unidas sobre cambio climático) y es una forma de incidir a nivel internacional.
Esta marcha no se hace solo en Argentina, sino alrededor de todo el mundo para generar presión en los tomadores de decisiones a nivel internacional. La crisis climática es una problema global, por lo cual, la cooperación entre países resulta fundamental. Los países históricamente más responsables como EEUU y los países que integran la Unión Europea y que se construyeron intencionadamente sobre la base de la extracción de riqueza de los países de África, Sudamérica y Asia deben aportar financiamiento para que los países “subdesarrollados” puedan realizar la transición necesaria. Este va a ser un tema crucial en la COP y esta marcha es de las pocas instancias en donde podemos incidir en la agenda internacional. Además, este año muchos países presentarán sus nuevas NDC (Contribución Determinada a Nivel Nacional) que es el objetivo de cada país de reducción de ambiciones y debemos presionar para que estas estén a la altura.
5- Para presionar por una ley de humedales.
El primer paso para frenar la crisis climática parece ser fácil, cuidar los ecosistemas como los humedales. ´Posiblemente nunca hayas escuchado hablar sobre un humedal pero estos son fundamentales para nuestra supervivencia en la tierra. Los humedales son sumideros de carbono, es decir, absorben los gases contaminante que nosotros emitimos a través de la actividad humana como con la quema de combustibles fósiles. Estos ecosistemas representan un 21% del territorio nacional y hoy en día, a pesar de cumplir un rol esencial, no están regulados por la ley. El proyecto de ley de humedales se encuentra cajoneado desde noviembre del 2020 en distintas comisiones de la cámara de diputados como la de agricultura y ganadería.
6- Por la inclusión de los delitos penales ambientales en el Código Penal.
Hoy quien roba una manzana puede ser penado y quien contamina un río o deforesta millones de hectáreas de bosque no. En Argentina las grandes empresas que realizan este tipo de acciones simplemente agregan a sus costos la pequeña multa que deben pagar, lo que no les impide seguir realizando ninguna actividad. De esta manera, es evidente que la legislación actual en materia de delios ambientales es ineficaz e insuficiente. No alcanza con una sanción civil o administrativa, se necesitan de herramientas que permitan perseguir a quienes intencionalmente generan daño ambiental. Es necesario abordar también desde la justicia la agenda ambiental.
7- No hay justicia social sin justicia ambiental.
«Justicia climática» significa reconocer que los más afectados por la crisis climática son los menos responsables.
Se requiere un cambio estructural motorizado por acciones políticas que aborden estructuralmente la desigualdad: el 1% más rico de la población emitió más del doble de gases de efecto invernadero que el 50% más pobre.
8- Exigir por una Transición energética justa.
A nivel mundial, el 73% de los gases de efecto invernadero vienen de cómo producimos y consumimos energía. En la Argentina, el porcentaje es del 53%.Gran parte de las reservas de carbón, petróleo y gas existentes en el mundo deben mantenerse bajo tierra para evitar los peores impactos de la crisis climática. A pesar de esto, la inversión en exploración y extracción de combustibles fósiles sigue siendo alta. Las empresas del sector de los combustibles fósiles han figurado históricamente entre las más responsables del cambio climático, situación que se mantiene en la actualidad. Solo 100 empresas productoras de combustibles fósiles son responsables del 71% de las emisiones de gases de efecto invernadero desde 1988. Entre ellas se encuentran Royal Dutch Shell, ExxonMobil y Chevron.
Según el último informe del IPCC, un escenario de emisiones que pueda mantener el calentamiento global por debajo de 1.5°C requiere alcanzar emisiones cero para 2050. Para lograr esto, la transición energética hacia otro tipo de energías más limpias tiene que empezar YA mismo.Necesitamos enfrentar un desafío sin precedentes en términos de transición energética y hacerlo en tiempo récord, seguir invirtiendo en una matriz energética basada en los combustibles fósiles ya no es una opción.
9- Para garantizarle el futuro a las próximas generaciones.
La juventud va a tener que hacerse cargo de decisiones que no hemos tomado como generación y de un futuro que además de todas las incertidumbres que caracterizan a nuestro tiempo, se agregue la variable ambiental que ponga en riesgo nuestro propio futuro. Movilizarse hoy implica también garantizar un futuro a las próximas generaciones.
10- La salida es colectiva, en nosotres está la esperanza.
Este cambio solo sucederá si emerge como una demanda fuerte y masiva por parte de la población como pasó a lo largo de la historia con el movimiento de los trabajadores y el movimiento feminista. Es necesario que todas las personas se involucren para lograr esta transformación y construir un futuro ambiental y socialmente más sostenible.
Como ven, el ambientalismo tiene la oportunidad de abrir un nuevo camino. En un mundo con cada vez más incertidumbre, es uno de los motores para cuestionar y construir un mundo mejor. La justicia climática consiste en rediseñar colectivamente un mundo mejor, no sólo en términos de prevención del colapso climático, sino de justicia social e igualdad. No hacer nada no es una opción, movilizarse funciona, ¡nos vemos en las calles el viernes 24!