La basura plástica es una creciente amenaza para los ecosistemas tanto terrestres como acuáticos, y una de las principales causas de mortalidad de peces, aves y mamíferos, por intoxicación o asfixia.
En las ciudades, la acumulación de bolsas y envases plásticos deteriora el paisaje, obstruye los desagües, y tarde o temprano llega a los ríos y al mar.
Según un estudio de la World Wildlife Foundation (WWF), una persona promedio ingiere 21 gramos de plástico por semana, lo que equivale al peso de una tarjeta de crédito o de débito.
¿Y cuál es su impacto en la salud?. De acuerdo al informe “Plásticos, Salud y Perturbadores Endocrinos”, muchos aditivos plásticos de uso cotidiano interfieren en el funcionamiento hormonal. Estos compuestos “contribuyen a generar diferentes tipos de cáncer, diabetes, daños en los riñones, el hígado y la tiroides, desórdenes metabólicos, impactos neurológicos, inflamación y alteraciones en la fertilidad”, señala el trabajo elaborado por la Sociedad Mundial de Endocrinología e IPEN, una red internacional de organizaciones que promueve la eliminación de plásticos y contaminantes químicos.
Un pacto mundial en torno a los plásticos
El impacto de los microplásticos que genera la degradación de este material impregnando aire, suelos y cursos de agua está impulsando regulaciones para prohibir los plásticos de un solo uso como envases descartables de bebidas y alimentos.
A comienzos de 2022, representantes de 175 estados miembros de la ONU se reunieron en Nairobi, Kenya, con el fin de lograr un acuerdo vinculante para reducir la contaminación plástica de alcance mundial.
El documento, que se firmaría en 2024, busca la eliminación de los plásticos de un solo uso, impulsar el diseño de materiales y envases reutilizables y reciclables, y la cooperación internacional para mejorar las tecnologías y capacidades para la transformación del modelo productivo lineal hacia una economía circular.
La producción de plástico (un derivado del petróleo) en el mundo, se disparó de 2 millones de toneladas en 1950 a 348 millones de toneladas en 2017, y se espera que duplique su capacidad para 2040.
Reducir la producción de plástico virgen en un 55%; permitiría bajar las emisiones de gases de efecto invernadero en un 25%; y crear 700.000 puestos de trabajo adicionales en la industria del reciclado, según el PNUMA.
Problemas globales y acciones locales
Las principales compañías de consumo masivo, entre ellas Coca-Cola, Pepsi, Nestlé, Danone, Dow, L’Oreal, Unilever y Procter & Gamble son generadoras del 80% de la basura plástica del mundo según un informe de la iniciativa Break Free From Plastics. Esas mismas empresas han iniciado acciones globales y a nivel local para reducir el uso de plástico en sus envases, impulsar el reciclado de los mismos, y desarrollar nuevos materiales biodegradables y compostables.
Como parte de su plan global #UnMundoSinResiduos, Coca Cola de Argentina se comprometió a “recolectar y reciclar el 100% de los envases que introduce en el mercado para 2030”.
Según datos de la compañía, hoy, el 56% de los envases es reutilizado o reciclado en Argentina”. La firma también se comprometió a “elevar la cantidad de material reciclado que contienen los envases al 50% (actualmente poseen un 13% de resina reciclada).
La firma también impulsa el uso de botellas retornables, mediante campañas y promociones. «Hoy, el 35% de los envases que se venden en el país son retornables. Nos queda un largo camino por recorrer, y para esto buscamos nuevos hábitos”, detalla Denise Picot, directora de Marketing de Coca-Cola para Argentina y Uruguay.
Las principales compañías de consumo masivo son generadoras del 80% de la basura plástica del mundo.
Danone, fabricante de lácteos, bebidas y nutrición bajo las marcas Yogurísimo, Villavicencio y Nutrilón, entre otras, se comprometió a que sus envases sean 100% reciclables para 2025. “Ya contamos con botellas de agua hechas 100% de otras botellas y estamos avanzando en utilización de PET reciclado para otros envases”, apunta Ana Guerello, Gerente de Sustentabilidad de Danone. Desde hace más de diez años, la firma forma parte del programa de reciclaje inclusivo junto a Fundación Avina y otras empresas, que promueve el trabajo de cooperativas de recicladores en Argentina y la región.
En línea con su estrategia de sustentabilidad Pep+ , Pepsico lanzó este año “el primer envase 100% reciclado en la categoría de gaseosas”, comenta Martín Watson, Director Senior de Marketing de PepsiCo Bebidas para el Sur de Latinoamérica.
Por su parte, la petroquímica Dow desarrolló empaques flexibles libres de metalización 100% reciclables, sin comprometer las características de aislación y seguridad de los envases convencionales.
Nestlé se comprometió a que el 100% de sus envases sean reciclables o reutilizables en 2025, y firmó este año un acuerdo con el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, para que los vecinos puedan dejar cápsulas de café y bolsas de alimento para mascotas en puntos verdes fijos y móviles de la ciudad. La compañía se hará cargo de su retiro para reinsertarlos en la cadena de valor.
Unilever anunció que reemplazará el 20% del plástico virgen que utiliza en sus envases por plástico reciclado de origen nacional, para avanzar hacia el objetivo de reducir al 50% el uso de plástico virgen en sus envases para 2025.
Y la marca Garnier, del grupo L’Oréal, lanzó el año pasado su “plan de reciclaje” en alianza con distintas cadenas de retail. La iniciativa cuenta con más de 100 puntos de reciclado a lo largo del país, para que los consumidores puedan llevar sus envases post consumo limpios y secos, tanto de esa marca como de otras.
Envases sin ley
Más allá de las acciones y compromisos de las empresas, Argentina es uno de los pocos países de la región que aún no cuenta con una Ley de Envases que regule el destino final de lo que hoy constituye cerca del 60% de la basura hogareña, según datos del Informe del Estado del Ambiente.
Desde hace 20 años se vienen presentado proyectos. El año pasado, organizaciones sociales y ambientales presentaron al congreso un Proyecto de Ley de Envases con Inclusión Social que promueve la responsabilidad extendida del productor, incluyendo todo el ciclo de vida de los envases y no solo la fase posconsumo.
La iniciativa logró media sanción en Diputados, pero no fue tratada en el Senado. Entre sus lineamientos, incluye a cartoneros y cartoneras como protagonistas, establece directivas para generar menos residuos, eliminar la producción de envases no reciclables y el uso de sustancias tóxicas. También propone una tasa o impuesto por la generación de cada nuevo envase, destinado a programas de educación y reciclado, y a mejorar las condiciones de trabajo en las cooperativas de recicladores. Pero se diferencia de otras propuestas, en que el manejo de los fondos y la toma de decisiones queda en manos del Estado, y no de las empresas. Este es justamente uno de los puntos controvertidos del proyecto que aún no logró avanzar hacia una ley.
Tafí Viejo: un municipio sustentable
El Municipio de Tafí Viejo, a 12 km de San Miguel de Tucumán, cuenta con un programa de Economía Circular que incluye la separación en origen de residuos por parte de vecinos, comercios y empresas; cinco puntos verdes de recepción de materiales abiertos las 24 hs; un Centro de Interpretación Ambiental y Tecnológico donde se acopia y procesa el material, y un Centro EcoProductivo Municipal donde se elaboran Ecoladrillos, muebles y una compañía láctea donde se producen quesos y yogures.
“En lugar de enterrar residuos, en Tafí Viejo los reciclamos y aprovechamos”, destaca Javier Noguera, intendente de esta localidad con 90 mil habitantes que supo tener su época de esplendor a comienzos del siglo XX, cuando allí se construyeron los talleres ferroviarios más avanzados de Latinoamérica. Su decadencia comenzó a fines de los 70, cuando la dictadura militar comenzó su cierre; y se terminó de desmantelar en la década del 90, cuando se desarticuló el sistema ferroviario argentino, bajo la consigna del presidente Menem “ramal que para, ramal que cierra”. Esta sumió a la localidad en el desempleo y la pobreza generalizados, de la que se fue recuperando en las últimas décadas, a partir de políticas de industrialización y aprovechamiento de los recursos. En esta línea, en el Centro Eco-productivo Municipal (CEM) se clasifican 44 tipos de materiales, entre los que hay polímeros de distinto tipo, chapas, vidrios, maderas. “Una vez clasificados son comercializados a la industria o aprovechados dentro del CEM para fabricar ladrillos con polímeros plásticos, chapas con materiales de tetra-pack y muebles con madera de pallets reciclados”, comenta Noguera.
Fracking design: Moda circular
Fracking Design fue creado por las hermanas Carla, Ornella y Mora Basilotta. Cada una lidera un área diferente. Ornella es diseñadora; Carla es politóloga con un posgrado en comercio exterior, y se ocupa de la comercialización y administración; y Mora, Licenciada en Comunicación, tiene a su cargo las áreas de marketing y comunicación de la marca.
Las hermanas habían arrancado en el mundo de la moda a comienzos de los 2000 con la marca de ropa Basilotta. Hace unos diez años, comenzaron a volcarse hacia la sustentabilidad, buscando tejidos naturales y artesanales para sus prendas. Esta búsqueda las llevó a Neuquén, donde visitaron una planta de tratamiento de residuos petroleros. “Allí conocimos las big bags: enormes bolsas donde se transporta arena que eran descartadas y quemadas”, cuenta Mora. “Son residuos del Fracking, la extracción de petróleo no convencional, que utiliza enormes cantidades de arena. Se usan unos 25 mil bolsones por pozo, y en Vaca Muerta hay más de 300”, cuenta.
“Nosotras habíamos ido a buscar fibras de lana naturales. El viaje había resultado un fracaso y nos estábamos volviendo cuando nos invitaron a recorrer esta planta de tratamiento, y eso nos abrió la cabeza. Nos cambió la perspectiva y nos llevó a Fracking Design”.
La firma, hoy certificada como Empresa B, recicla los contenedores de arena que descartan las petroleras en Vaca Muerta y confecciona artículos de marroquinería premium, combinados con cuero vacuno de descarte. “Nuestro propósito principal es mitigar la huella de carbono, ya que es un residuo que se quema. También tenemos un impacto social porque trabajamos con cooperativas y emprendimientos desde Neuquén hasta Buenos Aires, asegurando una cadena de valor justa, transparente y ética.
Hoy los productos de Fracking Design se venden online, en locales de ropa y accesorios de todo el país y se exportan a Europa y otros mercados.