Mientras la humanidad sufre una crisis alimentaria crónica, en la que una de cada nueve personas sufre hambre a diario, y niños y adultos mueren por desnutrición; un 40% de los alimentos que se producen termina en la basura. ¿Cómo es posible? Sí, 1.300 millones de toneladas de alimentos producidos cada año se desperdician, de acuerdo a un informe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).
Iniciado en Estados Unidos, el movimiento bautizado Ugly Food (comida fea) o Ugly Veggies (vegetales feos), tiene como principal objetivo dar valor y poner en el mercado aquellos alimentos que no cumplen con los cánones estéticos que rigen la compra de los consumidores.
Muchas personas de forma casi instintiva, seleccionan aquellos alimentos que cuentan con mejor apariencia en tamaño, forma o color, en detrimento de aquellos otros que tienen marcas, golpes o formas diferentes.
Lucha contra el desperdicio alimentario
La pérdida de alimentos se produce en todas las fases de la cadena alimentaria, desde la producción hasta la manipulación, distribución y consumo. Tanto a nivel nacional como internacional han nacido diferentes iniciativas dirigidas a reducir el desperdicio de alimentos y construir un mundo más justo y sostenible.
En Europa -en particular en Alemania, Francia y Reino Unido-, han nacido varias iniciativas relacionadas con esta corriente para sensibilizar al consumidor. Desde la cooperativa portuguesa Frutafeia, que opera desde finales de 2013 para salvar toneladas de frutas y hortalizas que no respetan la estética “común”, hasta la campaña Inglorious fruit and vegetables lanzada por los supermercados franceses Intermarché, que ofrecen productos “imperfectos” con un 30% de descuento. En Alemania, Culinary Misfits -cuyo eslogan es Come toda la cosecha- recupera y revende los productos que no serían aprovechados por presentar características “anómalas”, mientras Ugly Fruits persuade a los consumidores para que los vegetales con formas no convencionales entren a formar parte de su dieta. Hasta uno de los cocineros más mediáticos de Reino Unido, Jamie Oliver, se ha sumado a la campaña a favor de los “vegetales torcidos”, iniciativa que ha sido recogida por la segunda cadena de supermercados británicos.
En los países industrializados, una gruesa parte de la pérdida de alimentos -hasta un 40%- se produce en la venta minorista y en el consumo, según detalla la FAO. La agencia de la ONU calcula que el derroche de comida propiciado por los ciudadanos procedentes de estas áreas geográficas llega a superar los 220 millones de toneladas por año, casi la misma cantidad de alimentos producida por África subsahariana. La situación es tan alarmante que la Unión Europea decidió declarar 2014 como Año contra el desperdicio de alimentos y programar una hoja de ruta para poner un freno a esta sangría constante de alimentos y reducirla a la mitad para 2025.
En Argentina, las cifras preocupan también -o deberían preocupar- de igual manera. Según un informe de la FAO Argentina (la unidad local de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), en el país se desperdician 16 millones de toneladas de alimentos al año, un 12,5% de la producción agroalimentaria; lo que representa aproximadamente 400 kg por persona al año.
Con el fin de despertar a la población, la FAO Argentina realizó la campaña #NoTiresComida, durante 2016 con resultados muy satisfactorios y se relanzó en 2021 reafirmando su importancia. «Por ejemplo, se entregaron 8.000 guías con consejos prácticos para aprovechar al máximo los alimentos dentro de 596 sucursales de Carrefour de todo el país. Más de 8 millones de consumidores pudieron comprender que el desperdicio de alimentos es un problema de todos y que cada uno, desde su lugar, puede aportar a su reducción” comenta Francisco Yofre, oficial a cargo de la FAO Argentina.
Por su parte, desde el Ministerio de Agroindustria de la Nación, Natalia Emma Basso añade que “todas las campañas que generen nuestras contrapartes para apoyar a la temática son valiosas. La chef Narda Lepes se sumó a nuestro proyecto #ValoremosLosAlimentos y esperamos que otros cocineros lo hagan próximamente”.
Lo cierto es que el movimiento Ugly Food no solo beneficia a los consumidores, quienes obtienen productos por un costo mucho más bajo ahorrando en sus compras; sino que favorece también a los productores que pueden introducir estos alimentos en la cadena aumentando su productividad y beneficios. Y, por último claro, y no menos importante, el medio ambiente agradece el aprovechamiento de los recursos naturales y la reducción de la huella de carbono causada por el desperdicio de alimentos.
La única manera para reverti esta situación es insistir en una educación alimentaria que haga hincapié en el desperdicio de comida desde un punto de vista ambiental y de seguridad alimentaria