“Salud” es la cordial respuesta que le sigue al achís de un estornudo. Como una especie de plegaria dedicada a la persona enferma o congestionada que emite esta repentina ráfaga de aire expulsada por boca y nariz, la expresión no es más que un buen augurio y deseo de que mejore, y se agradece. Ahora bien, hay una salud que no necesariamente mejora a pesar de los saludos sino que podría, incluso, estar empeorando: la del medio ambiente, teniendo en cuenta que la mayor parte del papel “tissue” se fabrica a partir de celulosa virgen con un proceso para blanquearla –aunque hay un porcentaje menor que se realiza con fibra de papel reciclado– y emplea unos 140 litros de agua por rollo en la producción.
El consumo, que en Argentina no está difundido pero que por ejemplo en la vecina Chile supera los 8 kilos por persona al año según datos de 2015, tiende a aumentar, teniendo en cuenta que este tipo de producto incluye no solo a los pañuelos sino también al papel higiénico, servilletas, toallas y otros productos sanitarios que cubren usos cada vez más descartables que reutilizables, como lo eran los otrora pañuelos y servilletas de tela. Lo que sí se conoce en nuestro país es el uso per cápita de papel higiénico, que asciende a 28 rollos por año, no distante de los 30 que promedian a nivel mundial. Este número es válido ya que, junto con las servilletas, son dos de los elementos más utilizados a nivel doméstico para la higiene nasal y bucal.
El consumo tiende a aumentar, teniendo en cuenta que este tipo de producto incluye no solo a los pañuelos sino también al papel higiénico, servilletas, toallas y otros productos sanitarios que cubren usos cada vez más descartables que reutilizables.
De esta manera, conforme aumenta su consumo, es esperable que el volumen de residuos que suponen estos bollitos de suave, liviano y flexible material sea cada vez mayor. En este punto, un correcto tratamiento se vuelve vital, ya que la industria papelera concentra sustancias químicas, metales y otras partículas que vuelven al medio ambiente cuando se los desecha. Entonces, si no podemos modificar las reglas del juego de esta titánica industria, sí podemos colaborar desechando estos papeles al inodoro en lugar de un tachito (salvo en lugares que no cuentan con cloacas), contar 6 líneas de corte por uso, doblar prolijamente los pañuelos y servilletas para despejar los espacios libres y utilizarlos en toda su extensión, y elegir papeles de varias capas en lugar de los más finos, ya que permiten utilizar menos cantidad.