Las viviendas pasivas se basan en un concepto de edificación sostenible; es decir, están diseñadas a partir de patrones preestablecidos en los que la eficiencia energética se convierte en un pilar fundamental a la hora de crear espacios más cómodos y saludables.
Entre los principales beneficios asociados destaca el aumento de calidad de vida de sus habitantes, un considerable ahorro energético, mayor presencia de luminosidad natural en su interior y la disminución del impacto medioambiental de la edificación, que proporciona un entorno sin contaminación.
A pesar de que inicialmente el costo de una vivienda pasiva puede ser superior a una convencional (entre un 10 y un 15%), gracias al ahorro energético tal diferencia podrá amortizarse en apenas 10 años.
Aunque puede parecer que se trata de un concepto muy novedoso, en 1979 ya se empieza a disertar sobre las viviendas pasivas en el libro Passive Solar Energy Book, de Edward Mazria, arquitecto norteamericano especializado en la investigación de la arquitectura y las energías renovables.
Minimizar el uso de los sistemas tradicionales de refrigeración y calefacción de las viviendas a partir del aprovechamiento de las condiciones climáticas y de la orientación del espacio en el que se localiza la construcción, en combinación con métodos de eficiencia energética de alto nivel, las convierte en las viviendas del futuro. A partir de los estándares definidos se consigue disfrutar de una temperatura interior más confortable, con un consumo prácticamente nulo.
Una casa pasiva o passivhaus es una construcción que se concentra en lograr el máximo confort interior con el mínimo consumo de energía. Este método permite mantener todo el año una temperatura interior promedio de 20º C y una humedad ambiente de entre 30 y 70%, condiciones ideales para la salud humana. Por este motivo son reconocidas como ‘casas saludables’. La calidad del aire es medible gracias a estrategias que controlan las ganancias y las pérdidas de calor mediante la hermeticidad, las aberturas de alta prestación y un sistema de ventilación mecánico que recupera el calor del aire. La permanente renovación del ambiente consigue altísimos niveles de oxígeno y, en consecuencia, muy bajo nivel de C02. El control de humedad ayuda a prevenir la condensación superficial -típica de edificios mal aislados- mientras que evita la proliferación de hongos, virus y bacterias.
Entre los principales beneficios asociados a las casas pasivas destaca el aumento de calidad de vida de sus habitantes, un considerable ahorro energético, mayor presencia de luminosidad natural en su interior y la disminución del impacto medioambiental de la edificación.
A finales de la década de los 80 se establece el estándar Passivhaus, creado en Alemania por Wolfgang Feist, físico de la construcción alemán y profesor del Institut für Wohnen und Umwelt (Instituto de Vivienda y Medio Ambiente), y Bo Adamson, ingeniero sueco, investigador de la construcción y profesor de la Lund University.
Para que una casa o edificación pueda ser certificada como vivienda pasiva será necesario cumplir con los siguientes requisitos:
- Elegir un aislamiento térmico de primera calidad. Este tipo de componentes que implican elementos estructurales como muros exteriores, cubiertas, suelos y carpinterías, permiten reducir el consumo de energía hasta en un 30%. Gracias a su aplicación se consigue preservar el calor interior durante los meses más fríos y mantenerlo en el exterior durante los más calurosos. En función del área en el que se construye la vivienda, las condiciones climáticas específicas y su orientación, se debería apostar por un espesor del aislante térmico con un grosor de 15 a 20 cm. Del mismo modo, elegir la instalación de ventanas de alta calidad evitará la pérdida de calor que suele producirse en cerramientos de baja calidad, que puede llegar a alcanzar entre el 25 y el 30% del consumo de la calefacción.
- Eliminación de los puentes térmicos. Los puentes térmicos son zonas envolventes de los edificios, juntas que se producen entre materiales de distintas características que ocasionan la rotura de la continuidad de la capa aislante, por lo que se genera una considerable pérdida del calor concentrado en el interior de una vivienda. Se pueden producir en fachadas, techos o cualquier otra zona que limite la construcción con el exterior. Al eliminarlos se consigue mantener la temperatura ideal interior.
- Sistema de ventilación de las casas pasivas. El uso de ventilaciones naturales cruzadas o la instalación de un recuperador de calor permite distribuir el aire fresco en el interior de la vivienda para disfrutar de una buena calidad de aire, de modo que se podrá prescindir de la instalación de sistemas de refrigeración, hecho que mejora las condiciones de salud de sus habitantes.
- Estanqueidad más eficiente. Para evitar las filtraciones de aire, alérgenos, polvo y la pérdida de calor será necesario sellar las uniones de los distintos materiales utilizados en la construcción, de modo que se crea un efecto de estanqueidad efectivo y eficiente.
Además de estos estándares indispensables en las viviendas pasivas, el tipo de arquitectura juega un papel fundamental. El uso de materiales específicos no contaminantes y el bajo o nulo impacto en el paisaje permite reducir la contaminación visual del entorno.