El gobierno japonés tiene un objetivo: alcanzar el grado 0 de emisiones contaminantes para el año 2050. Por eso, finalmente le puso fecha de vencimiento a la venta de autos con motores de combustión interna, que será a partir de 2035.
Para esto, está prevista la creación de un «fondo verde» de 2 billones de yenes (equivalentes a 19,4 millones de dólares) para apoyar las inversiones corporativas en tecnología sostenible.
Entre otras cosas, se busca que los vehículos térmicos sean reemplazados paulatinamente por modelos eléctricos a baterías, con pila de combustible de hidrógeno; y también híbridos.
Según datos de la Asociación de Fabricantes de Automóviles de Japón recogidos por Bloomberg, los coches híbridos y eléctricos solo representan el 29 % de los 5,2 millones de nuevas matriculaciones en Japón, con un estancamiento en los últimos años.
Con el anuncio, Japón se convirtió en el segundo país del G7 en marcar una fecha límite para eliminar gradualmente los vehículos nafteros y diésel.
Para acelerar la expansión de los vehículos eléctricos, el gobierno japonés quiere reducir el valor de las baterías a menos de 10.000 yenes (unos 92 dólares) por kWh de cara al año 2030. También pretende aumentar el consumo de hidrógeno a 3 millones de toneladas para 2030 y a 20 millones de toneladas para 2050 en áreas como la generación de energía y el transporte.
La estrategia del gobierno japonés contempla la transformación de 14 industrias, incluyendo la eólica marina. Para el año 2040, el Ejecutivo apunta a la instalación de hasta 45 GW de este tipo de instalaciones. Así, los parques marinos se convertirán en uno de los pilares centrales de los esfuerzos para incrementar el uso de energías renovables en el país.
Actualmente, menos del 20% de la energía utilizada en Japón procede de este tipo de fuentes; sin embargo, la meta es incrementar esta cifra a «entre el 50% y el 60%» para 2050. Esto permitirá reducir la actual dependencia de la región respecto a la energía nuclear, que seguirá teniendo un papel fundamental para lograr los objetivos de emisiones.
De esta manera, Japón se convirtió en el segundo país del G7 (Gran Bretaña fue el primero en anunciarlo) en marcar una fecha límite para eliminar gradualmente los vehículos nafteros y diésel, alineándose así con otros países y regiones que están imponiendo restricciones a los vehículos movidos por combustibles fósiles.