Una experiencia sensorial, de descubrimiento y conexión con la naturaleza y la sabiduría ancestral de los pueblos originarios. Así lo vivimos y queremos compartirlo con uds.
Invitados por el equipo de Marketing y Comunicación de Ledesma NAT, viajamos a San Salvador de Jujuy junto con Verónica Ibarra -Jefa de Comunicación y Marketing de la marca-, Julieta Varese -Product manager-, Federico Lorenzo Dosa -Analista- y colegas de otras organizaciones y medios ambientalistas; y tuvimos la oportunidad de adentrarnos en las yungas para descubrir uno de los tesoros naturales, y no tan conocidos, de Argentina: Calilegua, la selva entre las nubes.
Al llegar al Parque Nacional Calilegua se sumó al grupo Arturo Blanco -Jefe de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de Ledesma- y nos encontramos con un quebrado relieve formado por profundos cañadones esculpidos por arroyos y ríos cristalinos, y con una selva exuberante. Todo es verde, luce fértil y sumamente acogedor.
Invitados Ledesma NAT, viajamos a Jujuy para adentrarnos en las yungas y descubrir uno de los tesoros naturales de Argentina: Calilegua, la selva entre las nubes. Una experiencia sensorial, de descubrimiento y conexión con la naturaleza y la sabiduría ancestral de los pueblos originarios.
El silencio es absoluto. El único ruido es el canto de los pájaros y un viento muy sutil que hace que el liquen se desprenda de los árboles. Le dicen “barba de viejo” y es la asociación de un hongo y un alga, indicador de la pureza y la baja polución del aire del lugar. Ahí, en la reserva, el oxígeno parece sobrar, es un gran pulmón para el planeta.
Entre lianas, helechos, urracas y mariposas recorrimos senderos barrosos y, por momentos, atravesamos nubes que estaban a la altura del bosque, caminamos alucinados como si fuera un paseo por el cielo y la montaña.

Con una guía, referente de la comunidad guaraní, recorrimos el sendero intercultural Nuestra Selva. Al inicio del trayecto hicimos una ofrenda o Yerure (pedir en la lengua guaraní). La ceremonia consistió en hacer una ronda alrededor de un palo borracho, depositar al pié hojas de coca, pedir permiso a la Madre Naturaleza, agradecer y encomendarnos para transitar el lugar. Luego conectamos con el árbol abrazándolo, colocando la frente sobre el tronco o como cada uno sentía, e iniciamos el recorrido.
En esta senda pudimos apreciar la simbología y la espiritualidad de esta comunidad. Para ellos el palo borracho es sagrado por sus poderes curativos, igual que el yaguareté, dado que resiste el exterminio, al igual que su comunidad.
Una vez en el corazón del parque, identificamos hongos de variedades diversas, árboles, aves y otros animales, no sin dificultad por sus hábitos escurridizos. Contemplar el frondoso y perenne paisaje con su amplia paleta de colores e intensidades fue verdaderamente conmovedor, me tocó el alma. Solo quiero inmortalizar en mi memoria ese mágico y perfecto equilibrio, sin estridencias, y la enorme sensación de bienestar.

El Parque Nacional Calilegua es el área protegida más grande del país y una de las áreas de mayor biodiversidad. Fue creado en el año 1979 a partir de una donación de 76.300 hectáreas por parte el grupo agroindustrial Ledesma, líder en la producción de azúcar y papel, y con una importante participación en los mercados de frutas y jugos cítricos, alcohol y bioetanol. «Estas tierras cedidas, colindan con la reserva privada de la compañía de unas 100.000 hectáreas, con las que conforman la Reserva de Biosfera de Yungas, declarada por la UNESCO en 2002», nos explica Arturo Blanco.
El Parque Nacional Calilegua fue creado en el año 1979 gracias a una donación de la empresa Ledesma de 76.300 hectáreas para conservar un sector representativo de las yungas o selvas de montaña, y en 2002 fue declarado por la UNESCO como Reserva de Biosfera de Yungas.
Con 115 años de historia y origen en la naturaleza, “Ledesma tiene un fuerte compromiso con el cambio climático, y la preservación de la biodiversidad. Es por esto que donó parte de sus tierras para constituir el Parque Nacional Colilegua y a lo largo de los años fue haciendo que sus procesos productivos sean cada vez más sostenibles, aprovechando al máximo todas las partes de la caña de azúcar y generando la menor cantidad de desechos”, repasó Blanco. «Los productos que producimos nacen de la tierra. En sus campos, la empresa, produce su propia materia prima: la caña de azúcar y los frutos cítricos. Todo está muy conectado. Ese paisaje que hoy Ledesma protege con distintas acciones que se toman para el cuidado tanto de las áreas protegidas como para el control y monitoreo de las áreas productivas, son en el marco de lo que nosotros llamamos Programa Paisaje Productivo Protegido, comparte el jefe de Medio Ambiente y Sostenibilidad, con la pasión y clara satisfacción de quien se siente orgulloso de pertenecer a una compañía con un gran impacto positivo ambiental y social.
Calilegua es el refugio de más de 300 especies de aves -el 50% de las especies que habitan nuestro país-, y es el hogar de muchos animales en peligro de extinción como la taruca o huemul del norte, el yaguareté, el tapir y el oso hormiguero. Entre los mamíferos más característicos se encuentran pumas, hurones, zorros de monte, monos cai y diferentes especies de ardillas.
Se han registrado además, 123 especies de árboles, 77 de helechos, considerando solamente algunas de las formas de vida más conspicuas. A ellos debemos sumar innumerables enredaderas, orquídeas, arbustos y bromelias entre los vegetales y las numerosas formas de insectos y otros invertebrados que pueblan estas selvas y bosques. El parque también preserva una importante cuenca hídrica, la cual abastece a extensas zonas agrícolas y poblaciones cercanas.

¿Por qué visitar Calilegua?
En primer lugar, por su rica biodiversidad. Es una de las áreas protegidas más variadas en árboles, mamíferos y aves. Pero además de la conexión con la naturaleza, lo cultural hace al parque: fomenta el vínculo con diversos pueblos originarios. En las partes altas que tuvieron contacto con el camino del inca hay descendientes de los collas u oclollas, y en las zonas bajas de las yungas están los guaraníes y wichis, por lo que en senderos interpretativos se repasa cómo la naturaleza se relaciona con la mitología local. Aún con todos estos diferenciales, Calilegua, uno de los ecosistemas más valiosos del mundo, tiene un plus: es muy fácil llegar, está sólo a 106 kilómetros de San Salvador de Jujuy. ¡Imperdible!
Muchas gracias a todo el equipo de Ledesma NAT por permitirnos descrubrir este paraíso natural, por su inmensa generosidad y hospitalidad y su calidez de siempre. Felicitaciones por su enorme compromiso y trabajo a favor de la conservación de la naturaleza, alentando a otros a seguir este camino de transición hacia un mundo más sostenible e inclusivo.