Amoxicilina, ibuprofeno, estrógenos anticonceptivos, benzodiacepinas, bezafibrato, carbamazepina o el paracetamol son algunos de los medicamentos que se recetan en las consultas de centros de salud y hospitales para resolver problemas de salud de los pacientes y que, en muchas ocasiones, terminan dañando la del planeta. Son más de 4.000 principios activos que se dispensan en todo el mundo y que dejan su huella tanto en el suelo como en el agua.
Sólo en 2020, según un estudio liderado por los españoles Gorka Orive de la Universidad del País Vasco y Unax Lertxundi del Osakidetza Servicio Vasco de Salud, y publicado en Science of The Total Environment, se utilizaron 4,5 billones de dosis de medicamentos, sin contar los usados para el mundo animal.
Sólo en 2020, se utilizaron 4,5 billones de dosis de medicamentos, sin contar los usados para el mundo animal.
A partir de los años 70 los científicos comenzaron a detectar la presencia de medicamentos en los ecosistemas acuáticos: antibióticos, analgésicos, antiinflamatorios, antihistamínicos, estrógenos anticonceptivos, clofibrato contra el colesterol o betabloqueantes para la hipertensión, entre otros. La contaminación farmacológica es hoy tan omnipresente que se han detectado hasta 631 principios activos en 71 países.
Y otro datro preocupante es que los gases de efecto invernadero que produce esta industria, son los equivalentes a 514 centrales eléctricas de carbón, según datos proporcionados por la ONG Healthcare Without Harm.
Una investigación llevada a cabo por la Universidad de McMaster en Canadá reveló que las principales farmacéuticas del planeta contaminan más que el sector del automóvil, ya que emiten un 13% más de gases de efecto invernadero (GEI), a pesar de contar con un mercado que es un 28% más pequeño. “Lo que más nos sorprendió a raíz de hacer el estudio es que la industria de la salud no es para nada saludable”, asegura uno de los autores, Lofti Belkhir.
Además, si se cuentan solo las emisiones de GEI de la industria farmacéutica, ésta sería el quinto país mundial más contaminante.
Las principales farmacéuticas del planeta contaminan más que el sector del automóvil, ya que emiten un 13% más de gases de efecto invernadero (GEI), a pesar de contar con un mercado que es un 28% más pequeño.
«La atención sobre la reducción de emisiones se ha centrado principalmente en los sectores industriales, como la minería, la energía y la industria automotriz, la huella de carbono de la industria de la salud, y más particularmente del sector farmacéutico, ha recibido poca o ninguna atención por parte de la literatura revisada por pares», advierten Lotfi Belkhir y Ahmed Elmeligi, autores de la investigación. «La escasez de literatura puede llevar a pensar que es una industria relativamente verde pero no lo es», añaden.
La industria farmacéutica trabaja en mejorar su uso de la energía a través del aumento de la eficiencia energética, el incremento de la utilización de energías renovables y la producción de energía propia. Pero su desafío es también reducir al máximo la generación de residuos para evitar que terminan en la basura o que se descarten por las cañerías, con el consiguiente riesgo de contaminación de nuestros suelos y aguas.
En España, SIGRE, una entidad sin fines de lucro, implementó un sistema cómodo y seguro a través del cual las personas pueden desprenderse de los envases de medicamentos y de los medicamentos caducados o que ya no necesitan, y entregarlos en las farmacias, garantizando su correcto tratamiento medioambiental.
Si se cuentan solo las emisiones de GEI de la industria farmacéutica, ésta sería el quinto país mundial más contaminante.
El año pasado se recogió una media por habitante de 104,4 gramos de envases vacíos o con restos de medicamentos en las farmacias, «lográndose reciclar el 67,8% de los materiales de los envases», afirma la ONG en un comunicado. «La emergencia planetaria ha hecho que la población sea cada vez más consciente de que las personas no pueden estar sanas en un planeta enfermo», afirma Humberto Arnés, presidente de SIGRE. En las últimas dos décadas, «los españoles han aumentado su conciencia con el cuidado del ambiente y la importancia de depositar adecuadamente los envases vacíos o medicamentos caducados», agrega.
Casi nueve de cada diez hogares en España ha incluido ya el reciclaje de los medicamentos dentro de sus buenos hábitos. Esto evitó la tala de árboles, se ahorraron millones de litros de agua, se redujo el consumo energético y se ahorraron también milones de litros de petróleo.
A estas contribuciones hay que añadir que, gracias al sistema de logística inversa empleado por la distribución farmacéutica para la recolección de los residuos depositados en el Punto SIGRE, aprovechando para la recogida el mismo trayecto en el que el distribuidor acude a la farmacia a llevar nuevos medicamentos, se evitan 1.400 toneladas de emisiones de CO2 anuales.
Sin embargo, la industria farmacéutica sumó un nuevo y gran desafío: el ‘adelgazamiento’ de los medicamentos. En los últimos años, los laboratorios han aplicado iniciativas de ecodiseño, con el objetivo de ahorrar energía y las materias primas necesarias para su producción, transporte y posterior gestión ambiental de sus residuos. Hoy, se onseguió reducir el peso medio de sus envases en más de un 25% y se logró que cada año se introduzcan en el mercado millones de unidades de fármacos con alguna mejora ambiental en su envase.