Cada vez más los consumidores nos preguntamos acerca del origen de los productos y cómo fueron elaborados. ¿Quién los hizo? ¿Cómo los hizo? ¿Cómo llegaron a la góndola? Y mucho más, tratándose de alimentos.
Knorr nos abrió las puertas de su cocina para mostrar cómo se cultivan y deshidratan sus vegetales. Participamos de #ExperienciaMendozaKnorr y logramos responder muchas de estas preguntas, desmitificando aquello que algunos murmuran respecto a los “secretos” en los procesos de elaboración. Todo es sencillo y transparente, muy cercano a lo que sucede en nuestras huertas y cocinas familiares, con tecnología claro, pero más cerca de lo artesanal y en total respeto, cuidado y armonía con la naturaleza y las comunidades.
“Nuestra marca está presente en el 80% de los hogares de la Argentina, esto es un gran privilegio pero también una gran responsabilidad. Queremos inspirar a más personas a comer mejor, a incorporar más variedad y cantidad de vegetales, promoviendo una alimentación más consciente y saludable. Los vegetales están en el corazón de todo lo que hacemos”, señaló Ana Hernández Hermida, Brand Manager de Knorr Argentina,
«Knorr se propone inspirar a más personas a comer mejor, a incorporar más variedad y cantidad de vegetales, promoviendo una alimentación más consciente y saludable. Los vegetales están en el corazón de todo lo que hacemos”, Ana Hernández Hermida, Brand Manager de Knorr Argentina.
El origen del sabor
José Gámez es productor agrícola y su finca, ubicada en el departamento de Maipú, es una de las 10 que abastecen de hortalizas la planta de Knorr, ubicada a unos pocos kilómetros, en Guaymallén, provincia de Mendoza.
Gámez emigró de España a los cuatro años para establecerse en el país. A los doce, tuvo que abandonar los estudios para comenzar a trabajar la tierra. Adquirió conocimientos, de esos que se transmiten oralmente de generación en generación; y a lo largo de su recorrido, fue incorporando prácticas agrícolas y tecnología a fin de eficientizar la producción. Junto con su esposa Teresa Gattari y Nicolás, uno de sus hijos que es ingeniero agrónomo, llevan adelante la finca “Los Almendros” de 37 hectáreas y gran reputación, proveedora de Unilever desde hace más de treinta años.
Un reservorio de agua, que abastece a los equipos de riego distribuidos en los campos, es lo primero que encontramos al ingresar. “Tiene peces y también carpas; esto lo hace muy especial”, cuenta José que nos explica que las carpas ayudan a alejar los mosquitos y a mantener el agua limpia, sin algas, que suelen tapar los filtros, permitiendo llegue más pura a las plantas. “Fue casual, un día fui a pescar con mis hijos y las traje. Después descubrí que ayudaban”, agrega con entusiasmo.
En el marco de un paisaje cordillerano, recorremos la finca y podemos observar -entre la diversidad de colores de los zapallos, tomates, espinaca, pimientos y ajos-, flora y fauna nativa. Encontramos araucarias, que no solo no las quitan, sino que tienen un pequeño jardín para ellas. En cuanto a los animales nativos por ejemplo, se pueden avistar lechuzas, y los palos que colocan para darles un lugar donde pararse. Estas aves ayudan a controlar a los roedores de la zona. “Entendimos que forman parte y brindan servicios ecosistémicos importantes”, afirma el productor.
En Los Almendros, el zapallo Aconcagua, sobresale del resto de las hortalizas. Se trata de un híbrido obtenido por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en su trabajo de vinculación científica con Unilever. Se obtiene de la cruza del zapallo “Anco” con el zapallo “Zapuco”, también del INTA.
“Las variedades que se usan en la planta de deshidratado no son las mismas que se ven en las verdulerías, son variedades de hortalizas desarrolladas especialmente para el deshidratado. Además del zapallo Aconcagua, se cultiva la zanahoria Nara y la Cebolla Alfredo, producto de mucho trabajo. Con orgullo podemos afirmar que en muchos caldos y sopas que se consumen en la Argentina y en otros lugares del mundo está presente la genética nacional”, aseveró Claudio Galmarini, ingeniero agrónomo especialista en mejoramiento genético de hortalizas del INTA.
En la finca de José y Teresa, utilizan el sistema de riego por goteo, que logra una reducción de agua del 30% al 40%. El agua se conduce por cañerías hasta las raíces de las plantas y a través de cintas que gotean entre 0,9 y 1,7 litros cada hora.
De la finca a la mesa
Las verduras cosechadas tras respetar los tiempos de la naturaleza, parten en camiones con destino a la única planta deshidratadora de Unilever en el mundo y la más grande de Argentina. Inaugurada hace 50 años, es considerada un establecimiento modelo y genera empleo entre el campo y la fábrica, para más de 400 familias de la zona de Cuyo durante todo el año. Cuenta con tres líneas de producción y recibe anualmente 15.000 toneladas de vegetales crudos, que se traducen en 3.200 toneladas de vegetales deshidratados entre escamas, granulado y polvo.
Allí se lleva a cabo el proceso que busca garantizar que la calidad de las hortalizas permanezca intacta hasta llegar a las mesas de los argentinos. Con noventa empleados que cubren las 24 horas en tres turnos, y al 67% de su capacidad productiva, la planta procesa los vegetales 100% sustentables con los que se elaboran los productos Knorr que serán consumidos en el país; sólo el 10% se exporta a Alemania y otros países.
Calor de hogar
Ingresar a la planta es una experiencia que despierta los sentidos. El agradable aroma, el color naranja intenso de los zapallos desplazados en cintas transportadoras para ser lavados, cortados y pelados, deja de lado el proceso industrial para acercarse mucho más a lo que sucede en casa, como en una “gran cocina”.
Luego de ser cortados en pedazos muy chiquitos, se introducen los vegetales en hornos de secado, donde reciben aire caliente y se logra disminuir el porcentaje de humedad hasta un 6 y un 8%. Es decir, se les quita el agua que traen naturalmente, y se los deshidrata.
Es importante destacar que el 98% del agua utilizada en el proceso productivo es devuelta al cauce público de riego a través de una planta de tratamiento de efluentes, donde se purga para poder ser reutilizada.
Con estándares de excelencia en calidad, el circuito de deshidratación permite conservar los nutrientes de las hortalizas y preservar su sabor, no requiere adicionar conservantes, extiende la vida útil sin necesidad de refrigerar, respeta el ciclo natural de los vegetales propios de cada temporada con abastecimiento todo el año, reduce el espacio de almacenamiento, facilita el transporte y reduce mermas y desperdicios.
Migrar a la regeneración
En Argentina, Unilever generó una alianza con el INTA para capacitar a los agricultores que cultivan sus 13 vegetales que se procesan en la planta de Mendoza para producir las sopas, caldos, deshidratados y condimentos.
Si bien la compañía lleva 30 años de trabajo conjunto con el INTA para la producción de las hortalizas que utiliza en los productos de su marca Knorr, este nuevo acuerdo va más allá. No solo tiene en cuenta la necesidad de ser sustentables en los procesos sino también de llevar adelante prácticas agrícolas que restauren el ritmo natural de los ecosistemas, de manera que se conserven y revitalicen los procesos biológicos del suelo.
Unilever busca con este gran paso, no sólo cuidar la tierra en la que cultivan sus vegetales, sino además generar un impacto positivo en el suelo, el agua y la biodiversidad. Promover también el desarrollo de pequeños productores, acompañándolos en sus desafíos y trabajando con ellos para que produzcan cultivos con suficiente rendimiento y calidad nutricional, para obtener los mejores ingredientes que satisfagan las necesidades existentes y futuras, manteniendo los insumos de recursos lo más bajo posible.
«Implementamos diferentes prácticas desde el campo hasta la góndola: el riego por goteo, que nos permite ahorrar más del 30% de agua en la producción, la aplicación de mulching para proteger el suelo de la erosión y la eficientización de rutas de distribución que permite ahorrar 15 toneladas de CO2 por mes solo en este aspecto”, comenta María Bulla, Gerente de Responsabilidad Corporativa e Impacto Social de Unilever Argentina.
Desde la compañía, también se promueve una política de residuos y uso de energía sustentable donde gran parte de los productos son despachados sin pasar por el centro de distribución. De esta forma, en el proceso se reduce el uso de 19 camiones mensuales, generando un ahorro en emisiones equivalente a 15 toneladas de CO2. “Junto al INTA, capacitamos a los agricultores que cultivan nuestras hortalizas y que son procesadas en la planta para producir nuestras sopas, caldos, deshidratados y condimentos. Implementamos diferentes prácticas desde el campo hasta la góndola: el riego por goteo, que nos permite ahorrar más del 30% de agua en la producción, la aplicación de mulching para proteger el suelo de la erosión y la eficientización de rutas de distribución que permite ahorrar 15 toneladas de CO2 por mes solo en este aspecto”, agrega María Bulla, Gerente de Responsabilidad Corporativa e Impacto Social de Unilever Argentina.
La calidez y el espíritu familiar que se percibe en todo el recorrido de #ExperienciaMendozaKnorr, hace que inexorablemente con colegas y productores, compartamos hermosos recuerdos de la cocina de nuestras abuelas y mamás. Mágicos e inolvidables momentos que nutrieron nuestro cuerpo y corazón.