Acaba de celebrarse el rito fundacional de lo que será el primer satélite meteorológico latinoamericano. Aún en etapa embrionaria, este plan buscará diseñar un dispositivo que recoja y adapte la información disponible a las necesidades específicas de la región, sin depender de los datos provistos por terceros. Un proyecto clave en un escenario cada vez más urgente por los efectos devastadores del cambio climático que ponen en riesgo la seguridad alimentaria y la vida misma de personas y ciudades.
Para conocer un poco más de esta ambiciosa iniciativa hablamos con Raúl Kulichevsky, Director Ejecutivo y Técnico de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), una de los impulsores del proyecto a nivel nacional junto al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.
¿Cómo nace la idea del proyecto?
Arranca a partir del interés de los distintos servicios meteorológicos de la región, considerando que solo Latinoamérica y África no poseen un satélite meteorológico propio. Es vital contar con un satélite, con la infraestructura para procesar los datos, estaciones terrenas y desarrollar productos para abastecer de manera independiente y autónoma a los países.
¿Por qué es tan importante contar con datos propios?
Hasta ahora nos nutrimos de la información de satélites de Estados Unidos. Tener datos propios es poder considerar las características particulares de nuestro territorio. Un caso es la Cordillera de los Andes, que atraviesa todo el continente generando condiciones muy específicas. Un satélite latinoamericano estará adaptado especialmente para realizar un análisis a medida de cada país.
¿En qué etapa se encuentra?
Recién estamos empezando a hablar con el Servicio Meteorológico Nacional sobre cómo debería encararse el proyecto. Pero tenemos luz verde del Ministerio de Ciencia para avanzar. Y ya hicimos una videoconferencia con buena parte de los representantes de los países latinoamericanos para comenzar a diagramar una hoja de ruta y definir un grupo de trabajo regional, que defina los requerimientos del sistema y las características particulares a atender. Estamos todos muy entusiasmados.
¿Qué países se sumaron hasta el momento?
Seguros están Uruguay, Chile y Colombia. Pero es muy probable que pronto se sumen otros, como Brasil. Estamos pensando en convocar a una nueva reunión para empezar a discutir con una base consolidada.
¿Qué podrá hacer el satélite?
Los datos que provea a los servicios meteorológicos e hidrológicos serán decisivos para generar los pronósticos y anticipar de mejor modo, por ejemplo, las tormentas severas y sus impactos.
¿Contará con los últimos recursos técnicos?
RK: Por supuesto, la tecnología avanza continuamente y debemos estar a la par de los distintos actores internacionales, como la Organización Meteorológica Mundial y países que ya poseen este tipo de satélites. Porque la idea es integrarlo a un sistema de satélites similares, en red y de última generación.
¿Cuál es la fecha de lanzamiento y el costo estimado?
Todavía es apresurado hablar de costos y de fechas. El primer paso es lograr una consolidación de los países participantes. Pero, en general, estos proyectos llegan a concretarse en cuatro o cinco años. También debemos definir la configuración de las distintas estaciones terrenas en el continente. Seguramente, una de ellas estará en la Argentina.
¿El cambio climático fue un impulso para esta idea?
Claramente el cambio climático es una preocupación mundial por su impacto y los distintos fenómenos severos que se producen con mayor asiduidad, como las tremendas inundaciones y las marcadas sequías. En momentos en que todo eso está jugando un papel importante, sobre todo en las distintas variables socioeconómicas, es fundamental contar con los datos más exactos para hacer las previsiones adecuadas.