En el mismo momento en que gran parte de la provincia de Corrientes era arrasada por voraces incendios el último verano, algunos kilómetros más al norte, miles de litros de agua se desplazaban en altura a lo largo de grandes distancias desde la Amazonia brasileña en un curioso fenómeno climático llamado “ríos voladores”. En su caso, no se trata de una catástrofe climática ni mucho menos: son flujos de vapor aéreos que viajan desde el océano Atlántico tropical, “chocan” con los Andes, y causan ricas y abundantes lluvias en Paraguay, Brasil, Uruguay y norte de Argentina. En esas regiones, resultan fundamentales para la producción agroecológica y otros sistemas biológicos, pero también tienen su lado B: pueden provocar diluvios devastadores. Sin ir más lejos, estas consecuencias también fueron noticia en febrero de este año en el país carioca, con inundaciones y deslizamientos de tierra que dejaron un centenar de muertos en el estado de Río de Janeiro.
Todo comienza con la evaporación del Atlántico tropical –áreas de dicho océano en que se generan ondas cálidas y ciclones– que ya de por sí alcanza enormes volúmenes, y a los que se añade la humedad generada por el Amazonas. Si se le suman vientos, estas masas de vapor atmosféricas comienzan a “volar” a lo largo de miles de kilómetros hasta que se encuentran con la Cordillera de los Andes y comienzan a descender a tierra en forma de lluvias. Cada uno de los factores involucrados en este fenómeno y la forma en que se combinan entre sí juegan un rol esencial en su desencadenamiento, y los números que lo grafican son asombrosos. Por ejemplo, la humedad que aporta la selva amazónica, con sus 7 millones de kilómetros cuadrados, se puede medir en milímetros, como si se tratara de agua acumulada en un recipiente. Así, se sabe que en la región ese nivel alcanza los 4 milímetros al día. Si se considera que allí habitan unos 400 mil millones de árboles, la transpiración diaria de todos ellos juntos es de 20.000 millones de toneladas de litros de agua.
Los “ríos voladores” son resultado de la evaporación de una región del océano por las altas temperaturas, sumada a la transpiración masiva de la selva amazónica más el viento: hacen llover a miles de kilómetros de su origen.
Ahora bien, teniendo en cuenta la fuerza de este fenómeno climatológico y lo que puede provocar sobre zonas pobladas no preparadas para recibir tanta cantidad de precipitaciones, cabe preguntarse hacia dónde miran las y los especialistas con mayor preocupación. ¿Acaso se trata de un hecho novedoso o sin antecedentes? Desde luego que no; es propio de las temporadas estivales en esta parte del planeta y todos los años se sufren sus efectos en mayor o menor medida. Sin embargo, algunas modificaciones que puede estar experimentando sí encienden las alarmas, sobre todo por lo que muestran las proyecciones a futuro. El concepto clave es, cómo no, el cambio climático. Una de las cuestiones tiene que ver con la ocurrencia de ciertos fenómenos que, si bien no son nuevos, se manifiestan con mayor frecuencia e intensidad, y las olas de calor –un elemento fundamental para que se produzcan los ríos voladores– son uno de ellos.
Lo mismo con la intensidad de las lluvias tropicales que, si bien son propias de Sudamérica en verano, se observa que en las últimas temporadas se dan algunos eventos en que la caída de agua se concentra en pocas horas sobre un mismo sitio, en lugar de dispersarse a lo largo de varios días. Esa excepcionalidad y su eventual relación con el cambio climático es materia de estudio. Otro aspecto que se enlista entre las preocupaciones de las y los expertos tiene que ver con la deforestación: según el Centro de Ciencia del Sistema Terrestre del Instituto de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE, por sus siglas en portugués), se encuentran en su nivel más alto desde 2008. En enero pasado, los 430 kilómetros cuadrados de vegetación nativa perdida batieron un récord: fueron cinco veces más que en el mismo mes en 2021. Con semejantes niveles de superficies degradadas, la pregunta inevitable es qué impacto tendrán sobre los ríos voladores, por ahora materia de investigación que las y los científicos siguen muy de cerca.