El 23 de julio se conmemora el Día Mundial de las Ballenas y los Delfines, también llamado Día Contra la Caza de Ballenas. Impulsada en 1986 por la Comisión Ballenera Internacional (CBI). esta iniciativa se generó con el objetivo de crear conciencia y contribuir para poner fin a la caza de estos cetáceos. Ambas especies se encuentran en peligro de extinción provocando su reducción poblacional graves daños al equilibrio del ecosistema marítimo.
La Comisión Ballenera Internacional es una entidad que fue fundada el 2 de diciembre de 1946 por la Convención Internacional para la Regulación de la Caza de Ballenas. El CBI se conformó con el propósito de regular la actividad de caza y el comercio de estos mamíferos. Sin embargo, pese a todo lo que se ha hecho en este sentido, esta industria continúa en funcionamiento en la actualidad y, por lo tanto, sigue causando daños irreversibles al medioambiente.
Greenpeace establece que, en el último siglo, más de 3 millones de ballenas han sido asesinadas durante la caza. En ese mismo sentido, la CBI afirma que cada dos minutos alguno de estos cetáceos muere a causa de la actividad pesquera.
La problemática de las ballenas y los delfines
De acuerdo a la Comisión, existen muchos países que -pese a la prohibición internacional vigente- continúan cazando. Tal es así que se han realizado múltiples denuncias a embarcaciones por el maltrato que ejercen sobre las ballenas y los delfines.
Por este tipo de acciones dañinas, durante el siglo XX, las ballenas estuvieron a punto de desaparecer debido al veloz desarrollo de la industria y a factores ambientales como la contaminación de aguas y el cambio climático.
El organismo internacional Greenpeace establece que, en el último siglo, más de 3 millones de ballenas han sido asesinadas durante la caza. En ese mismo sentido, la CBI afirma que cada dos minutos alguno de estos cetáceos muere a causa de la actividad de pesquera.
¿Quiénes siguen cazando?
En 1987, poco después de entrar en vigor la prohibición de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), Japón se acogió a un vacío legal que le permitió la caza de ballenas ante necesidades de «investigación científica». Tras su “sacrificio para la ciencia”, la carne de estos animales se vendía para el consumo.
Organizaciones de defensa de los animales consideraron que este programa no era más que un encubrimiento de las operaciones de caza comercial del país. Por medio de estas operaciones, Japón capturó cada año tras la entrada en vigor de la moratoria entre 200 y 1.200 ballenas.
Finalmente en 2019, Japón anunció que continuaría cazando cetáceos e incluso que sostendría la ‘’Caza anual de delfines en Taiji’’. Esta masacre se realiza entre septiembre y abril, cuando miles de delfines son capturados para consumo humano o para ser vendidos a delfinarios.
Al igual que Japón, Islandia llevó a cabo inicialmente un programa de caza de ballenas basado en «objetivos científicos» hasta que, en 1992, se retiró de la CBI. En 2002, el organismo permitió el reingreso del país europeo que presentó una «reserva» a la moratoria de la caza de ballenas. En la práctica, supone que en Islandia no es ilegal la caza de ballenas siempre que se cumplan ciertas reglas.
La legalidad de esta iniciativa fue ampliamente discutida y otros países miembros entendieron esta reserva como un claro intento de este país por burlar las regulaciones internacionales. En 2006, Islandia reanudó su caza comercial de ballenas alegando que solo serían pocos ejemplares, retomando esta actividad a mayor escala en 2009, registrándose en adelante, la matanza de 200 ejemplares al año.
Noruega por su parte, si bien cumplió con la legislación hasta 1993, fue a partir de ese año que reinició la caza indiscriminada, aumentando de manera progresiva. Afortunadamente los últimos años se vio un notable descenso de interés por parte de la población de continuar con esta tradición, llegando a matar 450 ejemplares anuales pese a que la cuota autorizada por el gobierno es de hasta 999.
Otros lugares en donde se presentan situaciones similares son las Islas Feroe, un archipiélago que pertenece a Dinamarca pero que es autónomo en cuanto a su legislación, y en algunos pequeños lugares de Estados Unidos y el Caribe.
Por este tipo de acciones dañinas, durante el siglo XX, las ballenas estuvieron a punto de desaparecer debido al veloz desarrollo de la industria y a factores ambientales como la contaminación de aguas y el cambio climático.
La importancia de las ballenas y los delfines en la biodiversidad
Además de ser unos de los animales más inteligentes del mundo, estas maravillosas especies contribuyen a mantener el equilibrio, las condiciones y la diversidad del ecosistema marino.
Hay 86 diferentes especies de cetáceos, entre las cuales se encuentran los delfines y las ballenas. Su existencia es sumamente importante dado que aportan ciertos componentes biológicos al agua de mar. Además, al relacionarse con otras especies, contribuyen al orden natural.
Estos animales, especialmente las ballenas, se ubican arriba de la pirámide trófica. Su extinción, amenaza la bio productividad y continuidad de los demás eslabones de esta cadena ecológica.
Una posible solución, según Greenpeace
Greenpeace propone crear santuarios marinos que puedan proteger y alojar a estos animales, y que permitan brindarles una calidad de vida óptima.
Asimismo, destacan que es importante luchar contra el cambio climático para asegurar la vitalidad de estos mamíferos y de sus siguientes generaciones.
En tercer lugar, esta organización, convoca a todos los estados del mundo a prestar atención, y a sancionar y dictaminar leyes que regulen la actividad pesquera. Dentro de esta propuesta, invita a las Naciones Unidas a crear un tratado de los océanos que cuide las aguas internacionales.
Por último, cabe resaltar que, para Greenpeace, el negocio de avistamiento de cetáceos genera mayores ganancias económicas que el de la caza comercial.