Desde aquellos primeros científicos europeos de entre los siglos XVI y XVIII que por iniciativa propia quisieron que los resultados de sus trabajos se transmitieran más allá de sus colegas, y para ello ofrecían muestras o charlas públicas, hasta cualquier persona que hoy, celular por medio, puede aportar evidencia a una investigación científica, ha corrido infinita agua bajo el puente. La ciencia ha tenido distintos períodos de hermético encierro en círculos selectos alternados con otros de apertura en los que se imponía la necesidad de abrir el conocimiento a la sociedad para recibir su apoyo. Hoy, el concepto que impera es aquel según el cual el sistema científico está obligado a mostrar los procesos y resultados de sus trabajos, así como de orientar sus proyectos hacia temas considerados estratégicos para el desarrollo de una nación, teniendo en cuenta que la sociedad lo sostiene con el dinero de sus impuestos y por eso mismo tiene derecho a saber en qué se está utilizando. En este contexto, aparece una rama en particular: la ciencia ciudadana.
El concepto hace referencia a la investigación científica que involucra activamente al público no especializado junto con las y los científicos y profesionales que la llevan adelante. De acuerdo al sitio web del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación (MINCyT), “es una manera de producir nuevo conocimiento científico a través de un proyecto estructurado de investigación colectiva, participativa y abierta, impulsado por distintos tipos de actores y actoras, quienes no necesariamente se desempeñan dentro de los ámbitos académicos. Incluye actividades de investigación de ciencia básica o aplicada de alcance local o global”. La participación puede ser de distinta índole, y en ese sentido los roles de las personas pueden ir desde la identificación de una pregunta de investigación o la recolección de datos, hasta la co-creación y ejecución conjunta de todas las etapas de un estudio con el equipo científico. Entre sus requisitos fundamentales, la ciencia ciudadana incluye los siguientes: las personas son clave para el alcance de la investigación; los proyectos son colaborativos; y debe existir retroalimentación.
La participación de la gente en proyectos de ciencia ciudadana puede ir desde la identificación de una pregunta de investigación o la recolección de datos, hasta la co-creación y ejecución conjunta de todas las etapas de un estudio con el equipo científico.
Es importante aclarar que el espíritu de esta propuesta se enmarca en el paradigma de democratización de la ciencia, precisamente empoderando a las comunidades en estudios científicos de relevancia, sabiendo que sus objetivos siempre tienen que ver con mejorar algún aspecto de la vida natural y social. Los antecedentes históricos indican que el primer ejemplo se remonta a la segunda mitad del siglo XIX cuando el ornitólogo estadounidense Wells Woodbridge Cooke creó una red de observadores voluntarios en distintos puntos del país para poder estudiar la migración de aves. Si bien actualmente hay iniciativas de este tipo de todas las disciplinas y áreas temáticas, la enorme mayoría de ellas hacen foco en tópicos de biología, ecología y conservación de especies y ambientes. Con una treintena de proyectos registrados oficialmente –algunos ya finalizados–, la Argentina no escapa a esta realidad temática, y así lo refleja el mapeo de iniciativas elaborado por el MINCyT junto con el Laboratorio de Aceleración del Programa De Las Naciones Unidas Para El Desarrollo (PNUD) Argentina.
Entre los que se encuentran vigentes y recibiendo información de la ciudadanía, se pueden mencionar algunos sobre diferentes temas. Uno de ellos se denomina “Experimento participativo de Monitoreo de Calidad del Aire” y está organizado por el PNUD en el marco del Memorando de entendimiento con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación (MAyDS), la Universidad de Cambridge, Reino Unido, y gobiernos locales del país. Con el objetivo de mapear la contaminación y su evolución en distintos puntos y trazar corredores de cambio climático en zonas urbanas, aquí la ciudadanía participa de la recogida de datos, el monitoreo del fenómeno y el diseño de la solución. Por otro lado, “ArgentiNat.org” es una propuesta de Fundación Vida Silvestre Argentina e iNaturalist que pretende conocer más acerca de los ciclos de vida, la distribución y la dinámica poblacional de todas las especies que habitan el país. Entre otras metas, se propone impulsar una Base Nacional de Datos sobre Biodiversidad (BNDB), para la que cualquier persona interesada puede compartir sus observaciones por medio de una plataforma o aplicación móvil.
Otros proyectos de interés ambiental son “CoAct – Ciencia Ciudadana para la Justicia Ambiental en la Cuenca Matanza Riachuelo, Saneamiento”, organizada por el Centro de Investigaciones para la Transformación (CENIT) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN). Esta ambiciosa propuesta busca organizar, sistematizar y compartir el conocimiento acumulado a lo largo de los años sobre la cuenca. En este caso, las comunidades locales tienen la posibilidad de participar por medio de un sitio web donde aportan datos, visiones y miradas propias sobre la situación ambiental y social, que pueda ser luego insumo para políticas públicas de transformación. “Observa-Residuos” es otra propuesta en esta línea, que persigue el objetivo de precisar la cantidad y composición de los residuos domiciliarios de quienes habitan en CABA, conocer sus hábitos de gestión de residuos y predisposición al cambio. Encabezada por el Lab Ciudadano y la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), involucra a las y los vecinos para que, al conocer en detalle los residuos que generan, puedan tomar decisiones respecto de su consumo.
La lista es larga. Hay numerosos proyectos de ciencia ciudadana que apuntan a la conservación de especies críticas en distintos puntos geográficos del país. Los hay en torno a la ballena franca austral, el tiburón costero y la gaviota cangrejera. Casi todos los casos convocan a la participación de personas que, mediante sencillas aplicaciones online, puedan tomar fotos o registrar observaciones y cargarlas para sumarlas a las bases de datos y monitoreos que sirven de insumo al objetivo final de cada proyecto. La totalidad de proyectos, descripción y medios de contacto puede conocerse en este enlace. Es una realidad que la tecnología ocupa hoy un lugar clave por las facilidades en cuanto a inmediatez y accesibilidad que otorga, pero lo fundamental para el éxito de este tipo de ciencia es la confianza por parte de las y los científicos en cuanto al papel que le atañe a la comunidad en general, no solo como integrante de la realidad sobre la que se está trabajando, sino en tanto detentora de un saber igual de valioso que el científico, pero que ha sido despreciado e invisibilizado durante siglos, y que hoy tiene voz y voto.