La educación opera como vehículo de conocimiento y valores fundamentales para la formación de ciudadanos. En este sentido, la Ley de Educación Ambiental, sancionada el 3 de junio de este año, busca reforzar y llevar a la práctica el compromiso ambiental.
Ecohouse es una de las organizaciones que más impulsó la sanción de la ley. Mane Di Bello, miembro del equipo de Ecohouse Global, nos comenta por qué es tan relevante una ley de este tipo en nuestro país: “La ley de Educación Ambiental Integral es una herramienta fundamental que permite la transformación de una realidad que hoy en día no está siendo equitativa para los seres humanos y otras especies que habitamos el planeta. Es el derecho que tiene la población al acceso a la información en cuanto a las problemáticas socioambientales y brinda las herramientas necesarias para poder ser parte de la solución a partir de la toma de decisiones diarias y la participación ciudadana”.
Luego de años de lucha se saldó una deuda pendiente en el país: incluir a la educación ambiental como arista fundamental en las diversas etapas educativas del sistema. Más aún, se reconoce el hecho de que el cambio climático es una crisis que apremia al mundo en el que vivimos, y que mediante la educación se puede contribuir a aminorar nuestro impacto como ciudadanos en el planeta.
El principal instrumento con el que cuenta ésta ley es la Estrategia Nacional de Educación Ambiental (ENEA). La ENEA es un instrumento de planificación estratégica que llega a todos los ámbitos informales, no formales y formales de la educación ambiental. Está dirigida a todas las edades, grupos y sectores sociales, y tiene el fin de “territorializar” la educación ambiental mediante acciones en el corto, mediano y largo plazo, a través del despliegue de estrategias jurisdiccionales que permitan instrumentar y adecuar la implementación de la ley en todos los ámbitos territoriales.
Uno de los aspectos más importantes a destacar lo constituye el hecho de que el derecho a la Educación Ambiental (EA) se encuentra consagrado en la Constitución Nacional, en la Ley de Educación Nacional N° 26.206 y en la Ley General del Ambiente N° 25.675. “Si bien muchas provincias y municipios han avanzado con su propia legislación y programas en la materia, la existencia de una Ley Nacional que defina a la EA como política de Estado, establezca sus principios y otorgue las herramientas para una implementación articulada en todo el país, continúa siendo una deuda pendiente”, afirma Di Bello sobre lo que resta por conseguir. Es fundamental hacer valer nuestro derecho como ciudadanos a un ambiente sano y habitable, tanto para los seres humanos como para el resto de los seres vivos con los que convivimos. Claro está que también debemos cumplir con las obligaciones que la Constitución nos impone, y por eso resulta vital educar a la población sobre cuestiones ambientales, sobre el cuidado de la tierra, el respeto por los ecosistemas y la manera en la que las acciones humanas impactan sobre el ambiente.
El objetivo principal de la ley es generar cambios de hábitos en la población para una transformación de la realidad.
En lo que atañe concretamente a su implementación y formalización, desde el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación explican que “La Ley de Educación Ambiental Integral prevé la creación de una Coordinación Ejecutiva que es la encargada de llevar adelante la Estrategia Nacional de Educación Ambiental Integral (ENEA), que está formada por dos miembros del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación (MAyDS), dos miembros del Ministerio de Educación de la Nación (ME), dos miembros del Consejo Federal de Educación (CFE) y dos del Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA)”. Además, cabe resaltar que “la ley no sólo comprende a la educación formal (escuelas y universidades), sino que, también, abarca el ámbito no formal e informal que incorpora a organizaciones de la sociedad civil, es decir, que involucra su participación, y contempla también el rol de la comunicación y de las tecnologías de la información (TIC)”, afirman.
Eco House es ejemplo del rol fundamental que cumplen las organizaciones de la sociedad civil en la formación ambiental: “Desde los inicios la ONG se encargó de promover educación socioambiental libre y gratuita a partir del programa que inició como Escuelas conscientes y hoy es la Red de escuelas para el desarrollo sostenible, que involucra un compromiso institucional que baja desde el equipo directivo. El programa siempre fue de libre acceso para instituciones educativas públicas y privadas”, explica Mane Di Bello. En el marco de la crisis social y ecológica actual, es más necesario que nunca que los ciudadanos cuenten con una formación integral en ambiente y desarrollo sostenible.
Acerca de su tan esperada implementación, Di Bello remarca que “el objetivo principal de la ley es generar cambios de hábitos en la población para una transformación de la realidad. Por ello, la aplicación debería de ser de forma transversal, lo que significa que no haya una materia de ambiente, sino que se imparta desde la matemática, historia, geografía, por ejemplo. Que opere como un lente que se coloque al enseñar la materia y se pueda observar desde la perspectiva de la incidencia que tuvo, tiene y tendrá el ser humano con la toma de decisiones diarias, que sea una sensibilización constante y que el compromiso de los docentes sea real. De esa forma se podrán transmitir como valores y será más fácil incorporarlo para los estudiantes”. Es posible dimensionar el carácter transversal de la ley, con el objetivo último de que se lleve a cabo de manera coherente y atraviese todos los ámbitos sociales, con el auxilio de herramientas como las TIC.
Las generaciones jóvenes son el principal objetivo de la ley. No solo se hacen escuchar en sus reclamos, sino que son impulsores de cambios. Son los más chicos los que van a padecer la peor parte de los problemas ambientales, pero, a su vez, es la generación que va a ver los frutos del cambio del que ellos mismos son parte. Su flexibilidad y rápida adaptación a los cambios les permite incorporar nuevos hábitos fácilmente, dimensionar los problemas socioambientales que ocurren y, en consecuencia, involucrarse para cambiar el rumbo del planeta. También, tanto las infancias como las juventudes están en proceso de crear hábitos, personalidad, gustos, entre otras cosas, y por eso este es el momento clave para enseñarles y mostrarles que el camino que veníamos transitando no es el correcto y no representa una matriz sostenible en el tiempo.
“Uno de los objetivos que contemplamos en el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación es contribuir de diversos modos a formar ciudadanas y ciudadanos críticos, que redefinan sus costumbres, hábitos y prácticas desde un nuevo paradigma ambiental, pero también que discutan las desigualdades e injusticias económicas desde los espacios que habita cada una y cada uno. Confiamos en las y los más jóvenes, que pueden producir más cambios que nuestra generación”, remarcan desde el Ministerio, haciendo énfasis en la fuerza impulsora de los más jóvenes.
La educación es la herramienta más potente y valiosa que tenemos para cambiar el mundo, de ahí deviene la importancia de seguir conquistando derechos y reglamentaciones que nos permitan construir el mundo que las presentes y futuras generaciones merecen transitar.