“Tenemos que hablar de cómo asegurarnos que la salud del suelo sea mejorada, porque el suelo, las plantas, animales, personas y ecosistemas son uno e indivisibles. Y, si se degrada, la salud de todo se degrada con él y es aquí donde yace el futuro de la humanidad, en restaurar la salud del suelo”, afirmó Rattan Lal, último ganador del World Food Prize, considerado el Premio ‘Nobel’ de la alimentación.
Lal, profesor en Ciencias del Suelo y director del Centro de Manejo y Secuestro de Carbono de la Universidad de Ohio, fue uno de los invitados de honor del Congreso virtual de Aapresid (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa ) donde habló de la importancia del suelo en el futuro de la humanidad.
“El precio ecológico de modelos no sustentables es muy elevado y no sólo lo pagan los animales y vegetales sino también los suelos”, indicó.
Entre 1800 y 2017 la población mundial creció de 989 a 7550 millones de habitantes. Las tierras cultivadas pasaron de 420 a 1396 millones de hectáreas en el mismo período. La incorporación de nuevas tierras a la agricultura a fuerza de deforestación provocó la acumulación de 675 Gt de emisiones, que seguirán afectando los ecosistemas de donde provienen los alimentos, fibras y energías.
“Tenemos que hablar de cómo asegurarnos que la salud del suelo sea mejorada, porque el suelo, las plantas, animales, personas y ecosistemas son uno e indivisibles. Y, si se degrada, la salud de todo se degrada con él».
Cerca de 35 billones de hectáreas de suelos fueron degradadas por erosión, pérdida de carbono orgánico, salinización, dijo. “Esa degradación se refleja hoy como disturbios civiles, toma de tierras, refugiados del suelo e inestabilidad política. La degradación no hará más que incrementarse con el cambio climático y la urbanización. Se prevén 83 megaciudades en 2100, lo que no sólo representa más superficie sino mayor concentración de recursos”, afirmó.
En esa línea, dijo que el 25% de los alimentos consumidos tendrán que ser producidos dentro de las ciudades y a partir del reciclado de agua y nutrientes. La circularidad, el reciclaje, las plantas que absorban metales pesados, la agricultura urbana, la hidroponía y los jardines verticales serán herramientas clave.
“Necesitamos un cambio de paradigma y la agricultura debe ser parte de la solución”, convocó. “La revolución verde del siglo XXI debe basarse en la resiliencia del suelo y los ecosistemas, ser impulsada por la ciencia y el conocimiento. Los agroecosistemas del futuro deben ser multifuncionales, biodiversos, restaurativos y holísticos”.
“Será necesaria una ecointensificación, crear suelos que supriman enfermedades, priorizar la fertilización con carbono más que la típica NPK (nitrógeno, fósforo, potasio). Las innovaciones tecnológicas entre 2025 y 2050 vendrán de la mano de la restauración de la Biósfera, la agricultura sensible a la nutrición, la agricultura sin suelo y hasta la agricultura espacial”, definió.
“Queremos todo para nosotros, pero hay que devolver a la Naturaleza. El agotamiento y la degradación de los suelos, las sequías recurrentes, la baja eficiencia en el uso de fertilizantes e insumos, los bajos rendimientos, la pobreza y el hambre, la alta mortalidad infantil por hambre y malnutrición son grandes amenazas a la paz y seguridad global, más que los misiles balísticos intercontinentales y las armas nucleares”, concluyó.