«La humanidad tiene una elección: cooperar o morir. O un pacto por la solidaridad climática, o un pacto por el suicidio colectivo». Con esta exhortación inauguró la Cumbre del Clima en Egipto (COP27) el secretario general de la ONU, António Guterres.
El primer día completo de la Conferencia de las Partes (COP) número 27 desde su creación por parte de la ONU terminó con llamados de otros líderes mundiales a recortar las emisiones que provocan el efecto invernadero, en momentos en que el planeta se calienta y los eventos climáticos severos se vuelven más frecuentes y destructivos.
Decenas de presidentes, primeros ministros y reyes, así como miles de diplomáticos, negociadores, empresarios, activistas y periodistas se congregaron en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij, sobre el mar Rojo, para participar de las discusiones, que comenzaron el domingo y se extenderán hasta el 18 de noviembre.
António Guterres, advirtió a los líderes y dignatarios mundiales que el mundo está «en una carretera hacia el infierno climático» con el «pie en el acelerador» y agregó que el planeta «se acerca rápidamente a puntos de inflexión que harán que el caos climático sea irreversible».
Advirtió también en su discurso que «No podemos aceptar que nuestra atención no esté en el cambio climático» pese a «la guerra de Ucrania y otros conflictos», porque «el cambio climático tiene su propio calendario».
Por su parte el anfitrión, el presidente egipcio Abdel Fatah al Sisi, inició las sesiones de la primera jornada dedicada a las intervenciones de los cerca de 120 líderes mundiales asistentes:»Vivimos una catástrofe tras otra. El cambio climático nunca se detendrá si no intervenimos. Nuestro tiempo acá es limitado y debemos aprovechar cada segundo»,
La compensación, un tema de intenso debate
La cumbre arrancó con la presión de los países más pobres que buscan que las naciones más contaminantes los compensen por el daño provocado.
Es justamente por la presión de mejorar la financiación de los países más vulnerables, devastados por los efectos del calentamiento, que Guterres afirmó que llegó el momento de alcanzar un «pacto» ante un centenar de líderes reunidos en Sharm el Sheij, y presentó un plan de acción de más de 3.000 millones de dólares para que entre 2023 y 2027 toda la población mundial esté protegida por un sistema de alerta temprana de desastres meteorológicos.
«Las comunidades vulnerables en las zonas sensibles se ven sorprendidas por una sucesión de desastres climáticos sin ningún medio de alerta preventiva», explicó Guterres.
Los negociadores en la cumbre climática COP27 en Egipto acordaron discutir la creación de un fondo que podría hacer que las naciones de mayores ingresos paguen reparaciones a las naciones vulnerables que ya luchan contra los impactos del cambio climático . “ Pérdidas y daños ”, que hace referencia a los efectos negativos del cambio climático y los esfuerzos para minimizarlos y abordarlos, se ha incluido en la agenda formal de la conferencia por primera vez en la historia de las conversaciones climáticas de la ONU.
No se trata de indemnizar a los países pobres, insisten los naciones industrializadas, que son las que históricamente emitieron masivamente los gases de efecto invernadero, responsables del cambio climático.
La mayoría de los países miembros de la COP, agrupados en el G77 que actualmente encabeza Pakistán, considera que sí corresponde hablar de compensaciones y que hay que entregarlas lo antes posible, pero la creación de ese fondo parece aún lejana.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, de los pocos mandatarios de la región que hizo de la cuestión ambiental uno de sus ejes de acción, lamentó el «fracaso» de las conferencias del clima, reclamó medidas radicales para evitar «la extinción» del planeta y devolvió a la ONU el rol central de lo que viene.
A la cuestión financiera se suma la preocupación primera de recortar las emisiones de gases causantes del efecto invernadero, en un contexto revolucionado por la crisis del suministro energético en Europa, a causa de la invasión rusa de Ucrania, y el auge renovado del gas.
Desde el año pasado, menos de 30 países reforzaron sus objetivos de reducción de emisiones, a pesar del compromiso común de los casi 200 miembros de la COP.
El jefe del gobierno alemán, Olaf Scholz, se hizo cargo hoy de ese contexto que dibuja la guerra, al pedir a los participantes en la COP27 que no pierdan de vista los objetivos en materia de energías renovables.
«No debe haber un renacimiento mundial de los combustibles fósiles», dijo el canciller alemán en su discurso, para quien la invasión de Rusia a Ucrania hizo que el cambio de los combustibles fósiles a las energías renovables sea un «imperativo de política de seguridad».
Admitió, sí, que Alemania estaba reactivando las centrales eléctricas de carbón «como una cuestión de necesidad, por un corto tiempo» debido a la caída en el suministro de energía.
Y a la hora de hablar de aportes, repasó que en 2021 Alemania proporcionó 5.300 millones de euros y ahora está invirtiendo 170 millones de euros en un programa de «escudo global» que ofrecerá una especie de esquema de seguro para las naciones pobres afectadas por desastres relacionados con el clima.
El flamante primer ministro británico, Rishi Sunak, cuyo país organizó la anterior COP26 de Glasgow, confirmó, a su turno, que el Reino Unido se compromete con un fondo climático de 13.300 millones de dólares y triplicará su financiación para la adaptación a las energías verdes para 2025.
EEUU y China, los apuntados
«Estados Unidos y China deben responder» al desafío ya que los europeos son «los únicos que pagan», declaró Macron en un encuentro con jóvenes, antes del plenario. Los grandes países emergentes «tienen que abandonar rápidamente» el carbón como fuente energética, exigió el mandatario francés.
El presidente chino, Xi Jinping, no estará en la COP27 y el estadounidense Joe Biden apenas pasará unas horas el viernes. Sus dos países son las dos mayores economías y los principales contaminadores del planeta.
Un panorama sombrío
La cumbre sirve como escenario para evaluar la marcha del compromiso adoptado por los países en la icónica COP21 celebrada en Francia en 2015, de reducir las emisiones de gases al nivel necesario para asegurar que el calentamiento global no supere los entre 1,5 y 2 grados centígrados para fines de siglo respecto de los valores preindustriales.
Expertos de la ONU han advertido que, con los compromisos de reducción de emisiones actuales, la temperatura del plantea habrá aumentado 2,8 grados para fines de siglo, muy por encima de lo estipulado en el Acuerdo de París y niveles que, según dicen, serían catastróficos para la vida sobre la Tierra.