Cuando las emisiones de CO2 se volvieron un tema prioritario en la agenda mundial, el foco se puso en los autos. Desde entonces, los planes globales se orientan a dos objetivos concretos: reducir la contaminación devenida de la industria -léase, buscar alternativas de alimentación energética que se alejen de la combustión tradicional- y alentar la micromovilidad como una alternativa de traslado siempre que lo permita el ecosistema.
Con estas metas los gobiernos despliegan estrategias que incluyen los beneficios para la compra de vehículos eléctricos (menos impuestos, exención de pago de algunos tributos) y la promoción de otras vías de movilidad. Peatonalizar también aparece como opción y, ahora -de una manera muy innovadora- se busca incentivar con fuerza el uso de la bicicleta para disminuir la cantidad de autos en circulación.
Esta iniciativa busca incentivar con fuerza el uso de la bicicleta para disminuir la cantidad de autos en circulación y lograr un entorno más amigable para las personas y fundamentalmente para el medio ambiente.
Ir cada mañana al trabajo en bici es bueno para la salud, para la ciudad (menos atascos) y para el medio ambiente (menos emisiones y contaminación). Por eso, aunque lo más habitual es subvencionar el transporte público o incluso dar ayudas estatales al combustible para autos, varios países europeos tienen en marcha iniciativas para pagar a los trabajadores que se desplazan en bicicleta.
El objetivo, fundamentalmente en las grandes ciudades, es sacar a autos y motos de la vía pública lo más que se pueda. Lograr un entorno “amigable” para las personas y el medio ambiente. También, que los vehículos de gran tamaño se usen solo en casos de largas distancias o de extrema necesidad. Entonces, lo que se propuso y llevó a cabo es ofrecer dinero a quienes usen la bicicleta en lugar de sus autos. Es decir, tan literal como suena: se le paga a los ciudadanos por andar en bicicleta.
¿Cómo funciona? Con una aplicación para dispositivos móviles. Es un proceso simple: hay que descargar la app y cargar manualmente la cantidad de kilómetros recorridos. Se trata de una relación de confianza ya que no hay un rastreo en tiempo real de la ubicación y la distancia recorrida, sino que es el propio usuario quien carga el kilometraje.
A raíz de esos datos, se realiza el pago directamente a través de la app para que luego sea depositado por cada persona en la cuenta (banco o billetera virtual) que desee. La iniciativa funcionó a tal punto que ya se registró, en los primeros meses de aplicación, que el 27% de los viajes laborales (de la casa al trabajo) se están haciendo en bicicleta y se espera que para 2024 esa tendencia aumente. Este sistema, que gana popularidad en Europa, podría ser implementado por España en el mediano plazo en la ciudad de Madrid.