A comienzos de octubre, Hassan Al-Thawadi, secretario general del Comité de Organización del Mundial, manifestó que hay un «compromiso» con asegurar una Copa del Mundo «totalmente carbono neutral». «Lo conseguiremos midiendo, reduciendo y compensando todas las emisiones de gas de efecto invernadero asociadas al torneo», remarcó.
En esta línea, la FIFA también insistió en que las emisiones del torneo «serán totalmente compensadas», con iniciativas como los «créditos de carbono», el Global Carbon Council, elaborado por una sociedad creada por un fondo soberano qatarí, lo que siembra muchas dudas al respecto.
La FIFA aseguró que la Copa del Mundo será «totalmente carbono neutral» e insistió en que las emisiones del torneo «serán totalmente compensadas».
Las estimaciones publicadas por la FIFA en junio de 2021, prevén la generación de 3,6 millones de toneladas de CO2, un nivel que sobrepasa por mucho a los 2,1 millones emitidas durante la última edición en Rusia en 2018. Asimismo, estas mediciones estarían subestimadas ya que no se ha tenido en cuenta el aumento de los vuelos y se ha minimizado el impacto de la construcción y el mantenimiento de los estadios y el alojamiento.
Los dichos de la FIFA fueron discutidos por diversas organizaciones y hasta por la ex estrella del Manchester United, Eric Cantona, quien denunció una «aberración ecológica, con todos esos estadios climatizados» además de «un horror humano» por la gente que «ha muerto en la construcción de las instalaciones».
Joseph Blatter, presidente de la FIFA (1998-2015), sorprendió con su confesión. Insólitamente, aceptó que la competencia debió haberse realizado en Estados Unidos, ya que contaba con la infraestructura necesaria y, por ello, el esfuerzo material y ecológico hubiera sido mucho menor al que tuvo que llevar adelante el actual anfitrión. «Ya es tarde y no podemos cambiar la historia» sentenció el suizo.
La elección final fue muy criticada desde el mismo día de la designación: existieron reiterados escándalos de corrupción y se produjo el llamado al boicot de distintas ONGs, como Greenpeace.
«Una cortina de humo»
Entre las organizaciones que apuntaron contra las promesas de los organizadores de Qatar 2022, se encuentra Greenpeace Medio Oriente: su director, Julien Jreissati manifestó que esos supuestos objetivos son «una cortina de humo» y que pueden considerarse como «greenwashing».
En tanto, un informe de la ONG Carbon Market Watch sentenció que la FIFA hace «publicidad engañosa» respecto a la neutralidad de carbono y que «no es fiel al impacto climático real que tendrá el evento».
Esos supuestos objetivos son «una cortina de humo» y pueden considerarse como «greenwashing», Greenpeace.
Carbon Market Watch, con base en Bélgica, estimó que la huella de carbono de la construcción de los estadios podría ser «ocho veces superior», por lo que habría que contabilizar al menos 1,6 millones de toneladas más de dióxido de carbono en esas cuentas finales.
La Climatización de los estadios, críticas por el despilfarro
La climatización de los estadios, debido a que se jugarán los partidos en zonas desérticas, es uno de los puntos más cuestionables.
Qatar decidió postergar el mundial para el invierno, para evitar las agobiantes temperaturas estivales de los meses de julio y agosto que pueden llegar a los 50°C, por lo que se estima que el termómetro oscilará alrededor de los 25°C durante la copa.
Así y todo, se construyeron estadios con aire acondicionado al aire libre, una cuestión que enojó mucho a las organizaciones ecologistas que ven este tipo de medidas en plena crisis energética mundial como un dispendio injustificado.
Siete de los estadios tendrán un sistema de refrigeración con capacidad de disminuir entre 15 y 20°C los registros ambientales.
Justificaciones de los anfitriones
Los qataríes sostienen que todas las construcciones consiguieron cuatro o cinco estrellas en el Sistema de Evaluación de Sostenibilidad Global.
Las obras para erigir los estadios han sido realmente faraónicas, de las ocho edificaciones destinadas a albergar los partidos mundialistas solo una existía con anterioridad a la designación de Qatar como sede. El resto de ellas, construcciones «ad hoc» de altísimo costo climático y económico, que en apariencia no van a ser reutilizadas luego del mundial, «elefantes blancos».
Uno de los nuevos estadios, el «974», ha sido construido a partir de 974 contenedores de transporte, por lo que se lo sindica como sustentable. Con una capacidad para 40.000 fanáticos, albergará, en total, seis partidos de fase de grupos y uno de octavos de final. Se dice que gracias a sus características podrá ser desmontado por completo luego de los juegos, aunque no se ha precisado aún el destino que tendrán los contenedores.
Ernesto Cherquis Bialo, ex vocero de la Asociación del Fútbol Argentino, denunció: «Se cometió un enorme error en diciembre de 2010, en el momento de decidir como sede de la Copa del Mundo a Qatar, contra un país que tenía, al momento de la elección, toda la infraestructura necesaria como Estados Unidos. El torneo de Qatar es fruto de la coima. Una insensatez. Este país árabe pudo derrotar a Estados Unidos, Australia, Corea del Sur y Japón en el proceso electivo por cuestiones extra deportivas».