Las autoridades de la Ciudad de Buenos Aires tienen como objetivo ser un centro urbano libre de emisiones de carbono para 2029, fecha en la que se proyecta prohibir todo transporte público que no se impulse con energías renovables.
Para esto, la legislatura trató en comisión un proyecto que pretende modificar el código de tránsito y permitir que comiencen las pruebas piloto del uso de transporte de pasajeros y de carga a través de colectivos y camiones eléctricos, híbridos o de baja emisión y ver cómo se adaptan a las características de Buenos Aires.
Si bien la iniciativa de erradicar los vehículos a base de diesel se encuentra todavía en discusión, el gobierno porteño quiere avanzar con rondas experimentales con el fin de transformar la movilidad de la ciudad en un modelo 100% sustentable.
El proyecto incluye de dos a tres años de pruebas piloto, que ese es el tiempo requerido para determinar qué modelos funcionan mejor, dónde ubicar los puntos de carga y cómo soportan las unidades la cantidad real de pasajeros y el tránsito según horarios, recorridos y estación del año. También permitirá saber si hay que modificar o adecuar servicios existentes, o crear nuevos.
Las pruebas que proyectan serían con vehículos ecológicos de última milla para el caso de transporte de carga y buses de pasajeros de baja emisión que tienen un costo que triplica el valor de mercado de un colectivo diesel.
La legislatura porteña trató en comisión un proyecto que pretende modificar el código de tránsito y permitir que comiencen las pruebas piloto del uso de transporte de pasajeros y de carga a través de colectivos y camiones eléctricos, híbridos o de baja emisión.
Experiencia previa
En marzo de 2018 se anunció una prueba de colectivos eléctricos, vehículos que no contaminan ni hacen ruido, y cuyo mantenimiento es más barato. Las pruebas se extendieron de diciembre de 2019 a diciembre de 2020 y se iban a realizar con ocho unidades chinas, que se repartirían en cuatro líneas seleccionadas por los gobiernos nacional y porteño. La idea era testear los vehículos durante un año y, de tener éxito, seguir sumando internos. Pero esa meta nunca se cumplió. De hecho, sólo dos colectivos eléctricos llegaron a operar: los de la línea 59, otorgados en comodato por la empresa Colcar. El resto no arribó por complicaciones para importarlos, indican desde la Secretaría de Transporte y Obras Públicas de la Ciudad.
Además de esa prueba piloto, hubo otras dos evaluaciones relacionadas a energías renovables en territorio porteño. Una incluyó dos colectivos propulsados a GNC y la otra abarcó dos buses a biocombustible.
Todo un desafío
En la Argentina no se producen vehículos que usen energías renovables. Sólo se fabrican algunos componentes. E importarlos exigiría una enorme inversión para recambiar el parque automotor público a gran escala.
Por eso algunos especialistas alertan, por ejemplo, pidiendo que antes que cambiar la flota de colectivos se avance con proyectos de movilidad no motorizada, como la ciudad de los 15 minutos. También en la necesidad de optimizar el uso de los recusos, eligiendo los motores eléctricos para abandonar los combustibles fósiles, cómo se va a obtener la tecnología para producir las unidades y previendo dónde se va a generar la energía necesaria, que deberá ser de fuente renovable.