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os resultados de la última Conferencia Climática (COP 27) que se llevó adelante del 6 al 20 de noviembre en la localidad egipcia de Sharm El Sheik dejaron luces, sombras y mucha tela para cortar y seguir discutiendo en la próxima COP, a realizarse en 2023 en Dubai, capital de los Emiratos Árabes Unidos, epicentro del poder petrolero.
Según coinciden los analistas, el establecimiento de un “Fondo para Pérdidas y Daños” es un paso adelante en cumplimiento de un reclamo que lleva décadas por parte de las naciones más vulnerables a los eventos climáticos extremos, como son los estados insulares, o países como Argentina, cuya principal fuente de ingresos es la agroindustria. No obstante, esta victoria “en tiempo suplementario” (el acuerdo se firmó sobre el filo del domingo 20 de noviembre, cuando la cumbre debía terminar el viernes 18), parece exigua si se recuerda que los países “desarrollados”, históricamente responsables de la mayor emisión de gases de efecto invernadero (GEI), aún no desembolsaron los u$s 100.000 millones prometidos para costear acciones climáticas en los países menos desarrollados.
Financiamiento: ¿el que rompe paga?
“La necesidad de que los principales contaminantes paguen a los más vulnerables para ayudarlos a afrontar las pérdidas y daños ocasionados por los impactos del cambio climático es un reclamo que fue ganando relevancia por el aumento de los desastres climáticos y la presión de organizaciones de la sociedad civil”, analizaron especialistas de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) en un documento titulado: “COP27: Qué nos dejaron las negociaciones climáticas”. “Este logro histórico, sin embargo, tendrá un impacto muy limitado en la medida en que no se logren reducir las emisiones que exacerban los desastres climáticos y no haya avances en materia de adaptación para evitar los impactos más devastadores”, sentenció el documento de FARN.
Lejos de ser el final del camino, este es solo el comienzo de nuevas negociaciones sobre cómo se implementará este fondo (los países desarrollados proponen el Global Shield -una cobertura basada en seguros-, mientras que los países del Sur (entre ellos Argentina, Uruguay, Brasil y Colombia) abogan por una reforma del sistema financiero global y el “canje de deuda por acción climática”.
Los países del Sur abogan por una reforma del sistema financiero global y el “canje de deuda por acción climática”.
Mitigación y Adaptación
La reducción de al menos el 43% de las emisiones de gases de efecto invernadero en la próxima década es crítica para evitar impactos y daños cada vez más graves para las personas y la biodiversidad. Esto requiere de cambios profundos en materia económica y de desarrollo, la eliminación progresiva de las energías fósiles (carbón, petróleo y gas) y una transformación de los sistemas de producción agroindustriales, que infligen cada vez más presión sobre los ecosistemas naturales.
Sin embargo, en los últimos años no solamente no se redujeron las emisiones de GEI sino que aumentaron, lo que complica la meta de mantener el aumento de las temperaturas globales por debajo de los 1,5 ºC en las próximas décadas.
Si bien el acuerdo final de la COP 27 remarcó la necesidad de impulsar las energías renovables, no incluyó el imperativo de “eliminar” gradualmente (phase out) los combustibles fósiles, sino de “reducirlos” gradualmente (phase down). Parece una sutileza pero demuestra el poder de lobby de la industria petrolera, principal fuente de emisiones de GEI a nivel mundial. Además, al hablar de ”transición energética”, se dejó la puerta abierta a las ”fuentes energéticas de bajas emisiones”, incluyendo al gas natural, a los combustibles fósiles con captura de carbono y/o la energía nuclear. En cuanto a la adaptación de infraestructura y ciudades al cambio climático, no se registraron avances significativos debido a la falta de financiamiento.

Agricultura, agronegocios y seguridad alimentaria
Una de las claves de la cumbre climática egipcia fue la inclusión en las negociaciones, del rol de la agricultura en la mitigación del cambio climático y no solo de la adaptación a través de la búsqueda de variedades genéticamente modificadas resistentes al estrés hídrico o mejoras en los sistemas de riego.
El cambio de uso del suelo (por ejemplo talar bosques nativos o avanzar sobre humedales o pastizales para hacer agricultura intensiva) es uno de los principales responsables de la emisión de GEI (en Argentina, el sector de agricultura, ganadería y silvicultura es el segundo en emisiones (37%), detrás de energía y transporte (53%), según el Inventario Nacional de GEI.
Respecto de estas negociaciones, la especialista de FARN Jazmín Rocco Predassi señaló:”resulta decepcionante que no se haya incluido la agroecología” pese a los reclamos de organizaciones científicas, sociales, indígenas y campesinas y pese a su contribución a la regeneración del suelo y del ambiente. Este será, por cierto, otro tema pendiente para la próxima COP.
37%
de la emisión de GEI en Argentina, la genera el sector de agricultura,
ganadería y silvicultura.
Mercados de Carbono
Este es sin dudas uno de los temas más áridos y técnicos de los que se discuten en cada Cumbre Climática. Los mercados de carbono fueron creados en el marco del protocolo de Kyoto (1997), y permiten a empresas y países compensar sus emisiones de GEI mediante la compra de “certificados de reducción de emisiones” en mercados regulados o voluntarios. Uno de los desafíos de los mercados de carbono es evitar la “doble contabilidad” de la reducción de emisiones y otro tiene que ver con ir virando desde un paradigma de “compensación de emisiones” a otro de reducción, o incluso de carbono positividad (cuando se captura más carbono del que se emite).
Innovaciones sustentables y soluciones basadas en la naturaleza
Además de las sesiones y conferencias “oficiales”, en toda COP también hay “sesiones paralelas”, donde representantes de ONGs, comunidades indígenas y otras organizaciones científicas, académicas, empresariales y sociales debaten y realizan propuestas de acción climática.
Una de ellas es el Foro de Innovación Sostenible, que este año involucró temas como: “nuevas tecnologías aplicadas a soluciones climáticas y ambientales; determinación de alertas tempranas de desastres naturales; modelado de incremento de las temperaturas; cómo afecta a las zonas costeras y los potenciales riesgos en determinadas industrias”, comentó Rodolfo Tarrabuela, presidente de Fundación EcoConciencia y CIFAL Argentina, y uno de los panelistas del Foro. También se debatió sobe el reemplazo de bolsas plásticas por otras biodegradables o compostables; el hidrógeno verde y su función en la transición energética; las soluciones basadas en la naturaleza; ciudades verdes y apps para facilitar transacciones de servicios ecosistémicos”, enumeró Tarrabuela.
“La humanidad tiene que elegir: cooperar o perecer. Es un Pacto de Solidaridad Climática o un Pacto Suicida Colectivo”.
Antonio Guterres – Secretario General de las Naciones Unidas.
Lo que viene
La historia de las negociaciones climáticas comenzó formalmente hace 50 años, con la cumbre de Estocolmo (Suecia), considerada la primera Cumbre Ambiental. En ese mismo año (1972), el Club de Roma emitía su primer informe sobre “Los límites del crecimiento”, al que desde la Argentina, la Fundación Bariloche respondía que no es el “crecimiento poblacional” sino el “crecimiento del consumo y las formas insustentables de producción lo que está provocando el colapso de los ecosistemas”.
Treinta años pasaron también desde la primera Cumbre de Río, y diez desde “Río +20”. Y ciertamente, mucha agua pasó bajo el puente.
La evidencia científica sobre la incidencia de las actividades humanas sobre el cambio climático es incontrastable. También las soluciones, tanto tecnológicas (energías renovables) como basadas en la naturaleza (agroecología, forestación, techos verdes) están a la vista.
Lo que viene son las discusiones por la financiación: quién paga los daños que ya hemos hecho al planeta. Y esto requiere una reforma del sistema financiero internacional. Tarea nada fácil que seguirá discutiéndose en la próxima COP 28, que ya tiene fecha y lugar. Será en Dubai, la capital de Emiratos Árabes Unidos, una de las mayores potencias petroleras, del 30 de noviembre al 12 de diciembre de 2023. De su éxito depende gran parte de nuestro futuro como humanidad.
