El cambio climático es la crisis definitoria de nuestro tiempo y está ocurriendo aún más rápido de lo que temíamos; pero estamos lejos de no poder hacer nada ante esta amenaza global. Como indicó el Secretario General António Guterres en septiembre, “estamos perdiendo la carrera de la emergencia climática; no obstante, podemos ganarla”.
Ningún rincón del mundo está a salvo de las devastadoras consecuencias del cambio climático. El aumento de las temperaturas es la causa directa de la degradación ambiental, los desastres naturales, las condiciones meteorológicas extremas, la inseguridad alimentaria e hídrica, la disrupción económica, los conflictos y el terrorismo. Sube el nivel del mar, se derrite el Ártico, mueren los arrecifes de coral, se acidifican los océanos y arden los bosques. Está claro que no podemos seguir así. A medida que el costo infinito del cambio climático alcanza niveles irreversibles, ha llegado el momento de emprender audaces acciones colectivas.
La ciencia nos dice que el cambio climático es irrefutable, pero también nos dice que no es demasiado tarde para detener su avance. Harán falta transformaciones fundamentales en todos los aspectos de la sociedad: el cultivo de los alimentos, el uso de la tierra, el transporte de mercancías y el fomento de nuestras economías.
Si bien la tecnología ha contribuido al cambio climático, las tecnologías nuevas y eficientes pueden ayudarnos a reducir las emisiones netas y a crear un mundo más limpio; ya hay soluciones tecnológicas disponibles para más del 70 % de las emisiones actuales. En muchos lugares, la energía renovable es la fuente de energía más barata y los coches eléctricos están a punto de generalizarse.
Con esas soluciones escalables todos podremos dar el salto a un mundo más limpio y resistente. Si los gobiernos, las empresas, la sociedad civil, los jóvenes y el mundo académico trabajan juntos, podemos crear un futuro verde en el que haya menos sufrimiento, reine la justicia y se restablezca la armonía entre las personas y el planeta.
Recordemos entonces que la crisis climática no es un problema que otros deban resolver en el futuro. Es un tema de actualidad que nos afecta a todos, sin importar en qué lugar del mundo estemos.
Es un problema ambiental, pero es también una crisis humana que contribuye a la pobreza, al hambre, el desplazamiento y los conflictos en todo el mundo. Retrasar la acción para reducir las emisiones significa más sufrimiento humano y degradación ambiental.
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Juntos, podemos construir un mundo sostenible para nosotros y las generaciones futuras.
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