En cuarto año del colegio secundario, Sofía Heinonen decidió que quería ser bióloga. Mientras cursaba la carrera, pasó varios veranos de campamento en lugares remotos del país, explorando la naturaleza que amaba y quería preservar. Hasta que empezó a trabajar en la Administración de Parques Nacionales. Allí conoció a Douglas Tompkins (1943-2015), el magnate y conservacionista norteamericano, y a su esposa Kristine, quienes le propusieron unirse a su fundación, The Conservation Landtrust -hoy Fundación Rewilding Argentina-.
Actualmente, como directora de esta entidad, Sofía dirige un programa de reintroducción de especies que comenzó en los Esteros del Iberá y se trasladó al Impenetrable Chaqueño, a la Estepa Patagónica y a las costas del Mar Argentino. Por su trayectoria y sus esfuerzos por la conservación de la biodiversidad, a fines de 2022, fue seleccionada por la BBC como una de las “100 mujeres líderes globales”, siendo la única argentina en el listado que incluyó a artistas, científicas, deportistas e intelectuales de los cinco continentes.
Activista incansable, Sofía sostiene que “cuidar a la naturaleza es cuidarnos a nosotros mismos, porque no estamos por encima sino que somos parte de ella”. Y señala que el programa de Rewilding tiene dos objetivos principales: el primero es devolver a las especies a su hábitat original y así atraer visitantes para desarrollar el “turismo de naturaleza”. Y en segundo lugar, lograr que los pobladores locales obtengan un beneficio económico en armonía con el ambiente y no tengan que migrar en busca de trabajo.
– En un mundo con una población creciente, y donde se habla todo el tiempo de tecnología y progreso, ¿por qué es importante cuidar a la naturaleza?
-Somos parte de la naturaleza. Preservarla es cuidar nuestra casa. No podemos despreocuparnos de lo que le pasa a la selva o al yaguareté, porque esto impacta en el clima, en la disponibilidad de agua, en la producción de alimentos. Está todo vinculado, no nos podemos escapar de la naturaleza. Y ahora lo estamos viendo con las consecuencias de un mal manejo que venimos haciendo desde hace cientos de años, y especialmente en las últimas décadas.
“Cuidar a la naturaleza es cuidarnos a nosotros mismos, porque no estamos por encima sino que somos parte de ella”.
-¿Cómo fue cambiando la percepción del riesgo y la actitud de la sociedad frente a los temas ambientales?
-Creo que por un lado, hay más conciencia del vínculo que tenemos con la naturaleza. Desde la década del 70 se hicieron las primeras reuniones que dieron lugar a una agenda climática y de la naturaleza, con las conferencias de Estocolmo (1972) y de Río (1992), el interés y el involucramiento fue creciendo, desde un grupo muy reducido, hasta un tratamiento más general, que se refleja en los medios y en las películas de Disney. Sin embargo, hoy se percibe la emergencia climática, pero no se lo vincula a la biodiversidad. De hecho, la reciente cumbre de Biodiversidad en Montreal no tuvo casi repercusión (ver nota principal).
-Hablando de Biodiversidad, ¿de qué se trata el programa de reintroducción de especies de la Fundación Rewilding?
-El “rewilding” consiste en la restauración de las relaciones ecológicas en los ecosistemas, reintroduciendo las especies que faltan. Partimos de que todas las especies son importantes, pero algunas, como los llamados
“predadores tope” tienen un rol clave para sanar más rápido los ecosistemas. En esta categoría están también los dispersores de semillas, los grandes herbívoros y los organismos descomponedores.
Empezamos a trabajar en rewilding en el Iberá, un gran humedal donde faltaban los protagonistas como el yaguareté y el oso hormiguero. Luego de la liberación de los primeros yaguaretés en 2021, hubo cuatro nacimientos de cachorros en libertad. Este programa se trasladó al Impenetrable donde estamos construyendo un centro de cría para recuperar el rol ecológico de otro gran depredador: la nutria gigante.
También estamos trabajando en la estepa patagónica, en el Cañadón del Río Pinturas (Santa Cruz), que muchos conocen por las cuevas de las manos, pero es un destino que tiene también avistaje de naturaleza. Y en la futura reserva de biósfera Patagonia Azul, un parque costero marino que se extiende en la ruta costera que va desde Trelew a Comodoro Rivadavia. Estamos viendo que el mar se destruye y hay muy poca conciencia de las especies que se han perdido, por eso es urgente crear más zonas de preservación marítimas.
«Hay muy poca conciencia de las especies que se han perdido, por eso es urgente crear más zonas de preservación marítimas».
-¿Cómo impacta el trabajo de Fundación Rewilding en las comunidades locales?
-Existe una falsa dicotomía entre preservación y progreso. La realidad es que la producción de naturaleza, como nos gusta llamar a esta forma de vincularse de un modo saludable con los ecosistemas, genera empleo para las personas del lugar. Y permite que puedan quedarse, sin necesidad de emigrar para buscar trabajo. Esto lo vivimos en Corrientes hoy, donde el Iberá es considerada una zona de producción de naturaleza, así como hay zonas arroceras y forestales. Esto se acompaña de un cambio de mentalidad. El Yaguareté era considerado por los lugareños, una especie que amenazaba sus campos y su ganado. Y hoy es vista como una especie que atrae turismo y desarrollo económico.
En el Impenetrable también estamos trabajando con las comunidades. No había lugar donde los turistas pudieran alojarse y este año abrió el primer glamping dentro del Parque Nacional, donde los lugareños trabajan ofreciendo comidas, servicios de guía y artesanías.
«Existe una falsa dicotomía entre preservación y progreso. La realidad es que la producción de naturaleza, como nos gusta llamar a esta forma de vincularse de un modo saludable con los ecosistemas, genera empleo para las personas del lugar».
– ¿Por qué decidiste ser bióloga?
– Bueno, yo estaba en cuarto año del colegio, donde vivía, en San Isidro, y un día vinieron a dar una charla un grupo de jóvenes de la Fundación Vida Silvestre. Entre ellos, quien después sería mi marido. Quedé muy entusiasmada, y con otros compañeros de curso nos anotamos para ir de voluntarios en el verano a distintos lugares del país. La mayoría decidimos estudiar Biología, otros Agronomía o Abogacía, pero siempre con la idea de cuidar y defender la naturaleza. Así pasé varios veranos, mientras estudiaba, de campamento en lugares increíbles. Después me recibí y me fui a trabajar a Parques Nacionales. Viví un tiempo en Misiones, nacieron mis hijos, y a comienzos de los 2000 conocí a Douglas Tompkins y a su esposa Kristine, dos personas excepcionales, que tenían el proyecto de comprar tierras para donarlas al Estado con la condición de que fueran áreas de preservación. En 2004 empecé a trabajar con ellos, en The Conservation Landtrust, hoy Fundación Rewilding, donde pude coordinar desde cero el proceso de reintroducción de Fauna en el Iberá.
-¿Creés que podremos lograr un modelo de desarrollo más sustentable y regenerativo?
-Sí, elijo ser optimista. Restaurar ecosistemas, y recuperar su capacidad de fijar carbono son las mejores tecnologías que conocemos para revertir la crisis climática y ambiental. Estamos viendo un cambio de conciencia, tal vez menos rápido de lo que necesitamos. Pero están creciendo en preferencia los destinos de turismo de naturaleza y de observación de fauna. Haciendo un balance de lo que fue 2022, el Impenetrable recibió más de 2500 visitantes, Iberá superó los 60 mil, Patagonia Azul los 10 mil y 12 mil llegaron al Parque Patagonia. Estas visitas generaron empleo e ingresos en las comunidades, y reforzaron el desarrollo de las economías locales. Este trabajo entre comunidades, organizaciones civiles y el Estado no se detiene y es una llama de esperanza que, a lo largo del país, muestra que existen ejemplos de convivencia, de bienestar y de valores para revertir la crisis socioambiental que enfrentamos a nivel planetario.
Proyecto Yaguareté, un emblema de la conservación
La reintroducción del Yaguareté, una especie que había desaparecido de los Esteros del Iberá hace más de 50 años, es tal vez el proyecto más ambicioso de la Fundación Rewilding Argentina, creada por los empresarios y filántropos estadounidenses Douglas y Kristine Tompkins. Uno de los hitos de este programa fue el nacimiento, en 2018, de los cachorros Arami y Mbarete (cuyo significado es Cielito y Fuerte en Guaraní). Sus nombres fueron elegidos por votación entre alumnos de escuelas públicas de Corrientes, y son la primera generación que vive nuevamente en libertad en el que fuera su territorio hasta mediados del siglo pasado. El proyecto se lleva adelante en 157.000 hectáreas de antiguas estancias ganaderas que el matrimonio Tompkins donó al Estado Argentino y se sumaron a tierras de la provincia de Corrientes para conformar el Parque Nacional Iberá. El trabajo de la Fundación Rewilding, un concepto de reintroducción de especies que comenzó en África y luego se extendió a América latina, muestra que recuperar especies en su medio natural es posible y genera impactos en las comunidades a partir del turismo, el avistaje de fauna y otras actividades en contacto con la naturaleza.