La Teoría del Decrecimiento, una corriente de pensamiento económico y social que cuestiona una de las premisas básicas del capitalismo global -el anclaje entre el crecimiento del PBI y el bienestar de los países- empieza a tener cada vez más eco en la agenda científica y política de Europa.
La Unión Europea financiará por primera vez investigaciones científicas sobre la viabilidad del decrecimiento. El European Research Council (ERC) otorgó una subvención de 10 millones de euros a un proyecto del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB) que, básicamente, estudiará cómo hacer para desterrar la economía del crecimiento de los países desarrollados.
Este lunes, la prestigiosa revista científica Nature publicó un artículo titulado «El decrecimiento puede funcionar: así es como la ciencia puede ayudar» firmado por un grupo de ocho científicos líderes en economía ecológica.
La publicación explica por qué las economías más avanzadas deben reducir el uso de energía y materiales para avanzar en la descarbonización y detener el deterioro ecológico. Ofrece, además, un marco estratégico para que los gobiernos de los países más desarrollados puedan plasmar políticas decrecentistas.
La Unión Europea financia por primera vez investigaciones científicas sobre la viabilidad del decrecimiento
«La economía global está estructurada en torno al crecimiento: la idea de que las empresas, las industrias y las naciones deben aumentar la producción cada año, independientemente de si es necesario. Esta dinámica está impulsando el cambio climático y el colapso ecológico. Las economías de altos ingresos, y las corporaciones y clases adineradas que las dominan, son las principales responsables de este problema y consumen energía y materiales a tasas insostenibles», introduce el artículo.
Las «economías ricas» -agrega- deben abandonar el crecimiento del producto bruto interno (PBI) como objetivo, «reducir las formas de producción destructivas e innecesarias» (los aviones privados, por ejemplo) para disminuir el uso de energía y materiales, y centrar la actividad económica en «la satisfacción de las necesidades y el bienestar humano».
El decrecimiento de las regiones más desarrollas podría, a juicios de estos investigadores, «liberar energía y materiales para los países de ingresos bajos y medianos en los que el crecimiento aún podría ser necesario para el desarrollo».
El artículo de Nature explica por qué las economías más avanzadas deben reducir el uso de energía y materiales para avanzar en la descarbonización de las economías y detener el deterioro ecológico. Brinda, además, una serie de estrategias, recetas y desafíos para llevar la teoría a la realidad.
«El decrecimiento es una estrategia decidida para estabilizar las economías y lograr objetivos sociales y ecológicos, a diferencia de la recesión, que es caótica y socialmente desestabilizadora y ocurre cuando las economías dependientes del crecimiento no logran crecer», aclara el artículo firmado por Jason Hickel, Giorgos Kallis, Tim Jackson, Daniel W. O’Neill, Juliet B. Schor, Julia K. Steinberger, Peter A. Victor y Diana Ürge-Vorsatz.
Colombia se suma a España y pone al «decrecimiento» en su agenda política
Las políticas de decrecimiento, necesarias en «la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad», tienen que «reducir la producción menos necesaria» (reducir sectores destructivos como los combustibles fósiles, la carne y los productos lácteos producidos en masa, la moda rápida, la publicidad, los automóviles) y «el tiempo de trabajo» (reducir la edad de jubilación, fomentar el trabajo a tiempo parcial o adoptar una semana laboral de cuatro día, por ejemplo), entre otras estrategias.
Sobre el «cómo», el texto remarca que «se necesitarán nuevas formas de financiación para financiar los servicios públicos sin crecimiento»: «Los gobiernos deben detener los subsidios para la extracción de combustibles fósiles. Deberían gravar industrias ecológicamente dañinas como los viajes aéreos y la producción de carne. Los impuestos sobre el patrimonio también se pueden utilizar para aumentar los recursos públicos y reducir la desigualdad».
«Algunos países, regiones y ciudades ya han introducido elementos de estas políticas. Muchas naciones europeas garantizan atención médica y educación gratuitas; Viena y Singapur son famosas por sus viviendas públicas de alta calidad; y casi 100 ciudades en todo el mundo ofrecen transporte público gratuito. Muchas naciones han utilizado esquemas de garantía de empleo en el pasado, y se están realizando experimentos con ingresos básicos y jornadas laborales más cortas en Finlandia, Suecia y Nueva Zelanda», aclara la publicación.
El artículo pone al gobierno de Barcelona como ejemplo de los Ejecutivos que están «alineados con los valores del decrecimiento».
«Hay que estudiar los movimientos y gobiernos municipalistas y comunales en ciudades progresistas como Barcelona o Zagreb, que promueven políticas que favorecen la justicia social y los bienes comunes». También se citan casos latinoamericanos: «Se necesita una mejor comprensión de los obstáculos que enfrentan los gobiernos que tienen ambiciones ecológicas, como los elegidos este año en Chile y Colombia».
«Decrecer no es empobrecer, es un proceso inevitable para vivir bien»
Los científicos que firman este ensayo reconocen que «el crecimiento a menudo se trata como un árbitro del éxito político» y que «pocos líderes se atreven a desafiar el crecimiento del PBI». Por tal motivo, «la acción de los gobiernos es crucial».
El decrecimiento es una estrategia decidida para estabilizar las economías y lograr objetivos sociales y ecológicos, a diferencia de la recesión, que es caótica y socialmente desestabilizadora y ocurre cuando las economías dependientes del crecimiento no logran crecer
«Este es un desafío, porque quienes están en el poder tienen ideologías arraigadas en la economía neoclásica convencional y tienden a tener una exposición limitada a los investigadores que exploran la economía desde otros ángulos. Se necesitará espacio político para debatir y comprender las alternativas y desarrollar respuestas políticas».
Lograr economías prósperas «sin crecimiento» requerirá de «movimientos sociales fuertes» (las tomas de decisiones de pequeña escala y directas, como las asambleas de ciudadanos, pueden ayudar a resaltar las opiniones públicas sobre economías más equitativas) y de «una movilización masiva de investigadores en todas las disciplinas, incluidos economistas de mente abierta, científicos sociales y políticos, modeladores y estadísticos».
«La investigación sobre el decrecimiento y la economía ecológica necesita más financiación para aumentar la capacidad de abordar las cuestiones necesarias. Y la agenda necesita atención y debate en los principales foros económicos, ambientales y climáticos, como las conferencias de las Naciones Unidas», concluye el artículo.
Ilustración: Caro Candelmi