El negacionismo del cambio climático puede no ser una víctima oficial de la crisis climática todavía. Pero su desaparición está siendo acelerada por una creciente conciencia del costo de la complacencia.
Un análisis de los editores de los periódicos británicos concluyó que la cantidad de detractores de la acción climática se disminuyó durante la última década, a medida que aumentaba el número que abogaba por más acción.
En una encuesta de 2009 en la Unión Europea, el cambio climático solo ocupó el tercer lugar entre los problemas percibidos como más serios, pero avanzó a la primera posición el año pasado.
Los votantes en todos los asientos federales de Australia ahora apoyan una mayor acción sobre el cambio climático, según los resultados de una encuesta publicada en 2021.
Por su lado, Estados Unidos acaba de aprobar una legislación climática histórica con un 7% menos de “negadores del clima” que en la sesión anterior, y un 23% menos que en el Congreso convocado hace menos de seis años. Esto puede haber colaborado a allanar el camino para la primera ley climática importante del país desde que se llevó a cabo la audiencia inicial en el Congreso sobre el tema hace cuatro décadas.
El cambio de agenda y enfoque en los Estados Unidos, refleja sin lugar a dudas, las tendencias en otros países.
Si negar que hay un problema ya no es una opción, y el argumento que queda es que este no es el momento adecuado para actuar y que no es un tema prioritario, esto puede no resonar cuando las personas están soportando olas de calor sin precedentes, incendios forestales e inundaciones mortales relacionadas con el cambio climático.
Más preocupación climática, más negación climática.
Unos años después de que un científico sueco sugiriera en 1896 que el aumento del dióxido de carbono atmosférico elevaría la temperatura de la Tierra, su teoría fue derribada por un compañero y permaneció inactiva durante décadas.
A medida que las personas comenzaron a darse cuenta de que los científicos alarmados por el calentamiento global podían tener un argumento sólido que respaldaba sus advertencias, el negacionismo ganó impulso y un generoso respaldo financiero.
Si negar que hay un problema ya no es una opción, y el argumento que queda es que este no es el momento adecuado para actuar, esto puede no resonar cuando las personas están soportando olas de calor sin precedentes, incendios forestales e inundaciones mortales relacionas con el cambio climático.
En 1989 se formó la Coalición Global por el Clima, que por su nombre dejaba vislumbrar buenas intenciones a favor del planeta. Unos años más tarde de su aparición, el grupo de cabildeo de Estados Unidos emitió un comunicado de prensa en el que enfatizaba que algunos científicos pensaban que “el clima del mundo se está enfriando de manera natural y gradual”.
Y así, un abundante negacionismo, desembarcaba en un nuevo siglo a pesar de las evidencias.
Imágenes recientes del lugar más seco de América del Norte que se ha transformado en uno de los más húmedos, o de personas con pantalones cortos en un Ártico que se calienta rápidamente, han socavado al negacionismo.
También se reduce a medida que los agricultores se ven obligados a prescindir del riego y las empresas navieras carecen de vías fluviales funcionales. La sequia relacionada con el cambio climático ya está complicando enormemente el comercio en Europa y otras regiones del mundo, justo cuando se enfrenta a una recesión inminente.
Sin embargo, contra toda evidencia, el negacionismo persiste. Una investigación publicada a principios de este año, encontró que Facebook no etiquetaba aproximadamente la mitad de la negación del cambio climático en el sitio, incluso después de comprometerse a tomar medidas enérgicas.
También se podría decir que el negacionismo evolucionó, al conocer el caso de un científico que luego de haber recibido amenazas de muerte por parte de los negacionistas climáticos, manifestó un cambio sustancial en su postura: de un rechazo vehemente, a desviar la culpa y retrasar la acción.
Las pérdidas humanas, la extinción de especies y daño irreparable a los ecosistemas, sumado a la dura realidad económica que atraviesan la mayoría de los países del mundo como consecuencia del calentamiento global, deberían hacer que el negacionismo desaparezca y reivindicar aún más a las personas que han pasado años tratando de superar el cinismo y el engaño para hacer sonar la alarma climática.
En 1988 un puñado de senadores estadounidenses envió una carta sobre el calentamiento global al Secretario de Estado entrante, proponiendo que el país “asuma un papel de liderazgo en este problema global”. Lamentablemente no sería siempre así a lo largo de los años. Pero uno de esos senadores es hoy Presidente de los Estados Unidos. Era su compromiso firmar la legislación climática aprobada por el Congreso, pero prometió además, una reducción histórica de las emisiones.
Fuente: Foro Económico Mundial