Si bien se ha avanzado en la reducción del consumo de bolsas de plástico de un solo uso, aún estamos muy lejos de eliminarlas por completo.
Dejar el planeta libre de bolsas de plástico requiere el involucramiento de todos los sectores de la sociedad y un gran esfuerzo conjunto, sin embargo la gran responsabilidad recae en los gobiernos.
Lamentablemente el desinterés por este gravísimo problema de contaminación a escala planetaria y la complacencia de los políticos con la industria del plástico, impidió se priorice en las agendas, procrastinando su tratamiento y evitando se sancionen las leyes necesarias para su total eliminación.
Se estima que cada persona utiliza un promedio de unas 230 bolsas de plástico al año, lo que representa un consumo de más de 500 billones de bolsas de plástico en el mundo.
Debemos saber que una bolsa de plástico de un solo uso tarda décadas (en el mejor de los casos) y hasta 500 años en degradarse. Lo hace desprendiendo cientos de miles de diminutos fragmentos de microplásticos junto a todos los aditivos y tóxicos que pueda llevar.
En contraposición, su uso promedio es de 12 minutos. Algo realmente indigerible desde el punto de vista de la sostenibilidad.
Todos los años ingresan en los océanos hasta 12 millones de toneladas de plásticos, contaminando los ecosistemas, provocando daños a la fauna y entrando en la cadena alimentaria, uno de cada seis peces que se venden en las pescaderías contiene microplásticos en su estómago.
Los estudios científicos son contundentes y preocupantes; hay tantos microplásticos derivados de los plásticos de un solo uso en el planeta que ya no solo se propagan por ríos y mares sino por la atmósfera: llueve plástico en todo el mundo. Los comemos, los respiramos.
Durante años nos hicieron creer que no podemos vivir sin los plásticos. Pero, ¿podemos vivir con ellos?