El uso de internet, redes sociales y otros servicios digitales representan el 4% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) del mundo, superando a las de la aviación. Según estimaciones de la firma FTI Consulting, cada e-mail genera 4 gramos de CO2e (dióxido de carbono equivalente, la unidad en la que se miden las emisiones de gases de invernadero a la atmósfera). Enviar 65 mails equivale a recorrer un kilómetro en auto.
Pero no solo enviar mails genera emisiones. También almacenarlos contribuye al Cambio Climático. Según National Geographic, 30 mails acumulados consumen 220 watts, lo mismo que gasta una luz de bajo consumo encendida todo el día. Netflix es una de las plataformas que más CO2e emite con unos 440 gramos por hora. Y por cada Whatsapp enviado, se liberan unos 0,2 gramos de CO2e.
Estas emisiones se producen porque el funcionamiento de los dispositivos y la circulación de datos requieren energía. Y lo que más energía consume es el almacenamiento de toda esa información en gigantescos centros de datos que necesitan refrigeración constante.
Los data centers consumen unos 200 teravatios hora (TWh) por año, un gasto similar al consumo energético de algunos países, según un informe publicado en la revista Nature.
De todas las actividades tecnológicas, la de mayor impacto ambiental es la “minería de bitcoins”, que es el procesamiento de millones de datos para obtener esta y otras criptomonedas.
Un análisis del Centro de Finanzas Alternativas de la Universidad de Cambridge, revela que, si el Bitcoin fuera un país, sería el séptimo en un ránking de consumo energético liderado por China y Estados Unidos, y consumiría más electricidad al año que Finlandia, Suiza o Argentina. Eso ocurre porque el proceso de “minar” la criptomoneda -utilizando mega servidores que no cesan de trabajar- consume ingentes cantidades de energía.
Huella virtual
Las emisiones generadas por el uso de tecnología obedecen a distintos factores, según explica Federico Falcón, director de The Carbon Sink, un Marketplace para medir y compensar la huella de carbono a nivel personal y corporativo. Entre otros, Falcón menciona: el consumo energético de cada dispositivo; la cantidad de información almacenada o transportada (medida en el “peso” de los archivos o mensajes); sumado a cuestiones más técnicas como la energía consumida por los servidores y el “factor de emisión” (FE) de dicha red.
“En cada uno de estos componentes aparecen opciones de mitigación”, comenta el especialista. En lo que respecta a los usuarios, utilizar equipos más eficientes en el uso de energía, y disminuir la cantidad de información almacenada y transportada, contribuyen a reducir la huella ambiental”, explica. “Por ejemplo, al evitar el uso de cámaras en una reunión remota. Y a la hora de enviar adjuntos por mail, lo mejor es comprimirlos”, recomienda.
En cuanto al consumo energético de los servidores, las medidas de mitigación incluyen: utilizar equipamiento con etiquetado de eficiencia energética (A o B, en una escala que va hasta la F), el uso de energía renovable, y ubicar los centros de datos en lugares que requieran menos refrigeración.
Reducir, antes que compensar
Compensar las emisiones de GEI “debería ser la última opción. Primero, tanto empresas como usuarios, deberían reducir esas emisiones”, destaca Falcón.
Gigantes del mundo tecnológico ya lo están haciendo. La firma Globant (nacida en Argentina y con operaciones en 18 países), es carbono neutral desde 2021 y se propone ser carbono positivo (capturar más emisiones de CO2 de las que genera) hacia 2040. “Nuestro mayor consumo es eléctrico y actualmente compensamos emisiones con la compra de certificados de carbono de proyectos de forestación y energías renovables”, comenta Santiago Fontanarrosa, referente en Green IT de Globant.
La compañía realiza su reporte de emisiones anual a través del CDP (Carbon Disclosure Project) y mide el consumo energético de cada producto que desarrolla. “Por ahora estas mediciones son voluntarias pero pronto serán obligatorias, en el marco del Green Deal (acuerdo para la recuperación económica sustentable) de Estados Unidos y Europa”, destaca.
Hacia una tecnología carbono-neutral
Telecom Argentina realiza el cálculo anual de emisiones de GEI, incluyendo las generadas por el combustible de su flota y grupos electrógenos, y el consumo eléctrico en sus operaciones. “También contabilizamos el traslado de colaboradores desde y hacia sus lugares de trabajo y los viajes nacionales e internacionales de negocios ”, detalla Constanza Ferrer, Gerenta de Sustentabilidad.
Este año, la firma comenzó a reportar emisiones en la plataforma Carbon Disclosure Project y a establecer objetivos de reducción basados en la ciencia (SBT). “Trabajamos en mitigación a través de la eficiencia energética en nuestros edificios, centros de distribución, y data centers, reduciendo el consumo en la iluminación, refrigeración y climatización”, destaca Ferrer.
En tanto, Grupo Santander mide su huella de carbono desde el 2011, y para 2050 espera alcanzar la neutralidad (Net Zero). “En Argentina compensamos nuestra huella a través de proyectos de energías renovables”, comenta Celeste Ibañez, Head de Banca Responsable/ESG & Gobierno.
Los programas de reducción de huella de carbono incluyen planes de eficiencia energética basados en el recambio a iluminación LED, tecnología “inverter” en aires acondicionados y paneles solares en las sucursales.
“También otorgamos préstamos sustentables para personas y empresas con tasa preferencial, para productos o servicios que reducen el impacto ambiental como calefones solares o vehículos eléctricos. Y acompañamos a los clientes hacia una economía baja en carbono, con la emisión de bonos verdes, sociales y sustentables, que financian parques eólicos y fotovoltaicos, green buildings y fábricas sociales”, detalla Ibañez.
De todas las actividades tecnológicas, la de mayor impacto ambiental es la “minería de bitcoins”, como se conoce al procesamiento de millones de datos para obtener esta y otras criptomonedas.
Tecnología como parte de la solución
Hoy las firmas tecnológicas no solo reducen sus emisiones, sino que ayudan a sus clientes y usuarios a hacerlo. A nivel global, Microsoft estableció su objetivo de carbono neutralidad en 2030, a través de la reducción y compensación de su huella de carbono, y también desarrollando tecnologías de gestión para que empresas y consumidores hagan lo propio.
“Hace dos años presentamos una Calculadora de Sustentabilidad para ayudar a clientes y usuarios a tomar decisiones basadas en datos”, destaca Marina Bericua, directora de Asuntos Públicos de Microsoft Argentina. Esta herramienta brinda transparencia en cuanto a las emisiones de GEI relacionadas con el uso de la nube de Microsoft y permite desglosar las emisiones por mes, servicio y ubicación del centro de datos”, explica.
El gigante fundado por Bill Gates invirtió u$s 100 millones en proyectos de hidrógeno verde, captura de carbono y combustible sustenbable para aviación.
Además, asignó u$s 471 millones de su Fondo de Innovación Climática para acelerar el desarrollo de tecnologías de eliminación de carbono, y reducción del consumo de agua y generación de desechos.
Más allá de estas acciones, lo cierto es que detrás de cada aplicación en nuestro smartphone, cada sitio web que visitamos, y cada servicio “en la nube”, existen centros de datos que procesan la colosal cantidad de información generada por nuestra vida digital.
Hoy no existe una solución que evite o borre completamente esta huella. Lo que sí podemos es usar responsablemente las tecnologías. Pensémoslo cada vez que vayamos a responder un mail, enviar un emoji, o dejar que Netflix reproduzca automáticamente un nuevo capítulo de nuestra serie.