En diciembre de 2020, en plena pandemia del coronavirus, una noticia en particular llamó la atención a nivel internacional: el agua comenzaba a cotizar en el mercado de futuro de Wall Street al igual que productos como el trigo o el petróleo. Medios de todo el mundo se hicieron eco del anuncio, y se produjo una gran división de opiniones entre quienes creían que la presencia del agua en estos mercados podría ayudar a gestionar emergencias como las sequías, y quienes opinaban que la intromisión de los mecanismos financieros en el manejo de un bien público como el agua podría ser conflictivo.
Más allá de las diferentes posturas, la noticia sirvió para volver a poner en agenda el tema del agua como uno de los más importantes para la Humanidad y cómo la crisis medioambiental mundial puso en jaque el abastecimiento de agua, un servicio clave para el desarrollo de la vida de los individuos en un ámbito saludable.
“El problema está en que todavía se cree que el agua es infinita”, opina Manuel Saurí, CEO de Agua Segura, una empresa argentina de triple impacto que se dedica a desarrollar, gestionar e implementar proyectos de acceso a agua, saneamiento e higiene y medioambientales.
¿Cuál es la situación del agua a nivel mundial, en general, y en Argentina en particular? ¿Qué iniciativas se están llevando a cabo para cuidarla? ¿Cómo podemos individualmente colaborar en la mejora de la situación?
Según información de la ONU del año 2018, actualmente más de 2 mil millones de personas a nivel mundial viven en países con estrés hídrico y la crisis de suministro de agua se ha identificado como el cuarto mayor riesgo para la sociedad durante la próxima década. Además, 2 de cada 5 personas en el mundo no cuentan con instalaciones básicas de agua y jabón para lavarse las manos y el 29% de la población mundial no tiene acceso a servicios de agua mejorada.
A nivel regional, un informe de la OMS y UNICEF del 2016 reveló que 50 millones de personas en Latinoamérica no tienen acceso a agua segura y 125 millones no tienen acceso a un saneamiento básico. En el caso de nuestro país, de acuerdo al Censo 2010, 32,8 millones de habitantes tienen acceso al agua potable por red pública y 19,4 millones cuentan con desagüe de inodoro a red pública.
De acuerdo a datos de la Dirección Nacional de Agua Potable y Saneamiento, actualmente más del 80% de la población argentina tiene acceso a agua potable y un 56% a saneamiento. “Las estadísticas son más preocupantes si segregamos por nivel socioeconómico: en los barrios populares, el acceso formal a servicios de agua y cloacas alcanza sólo al 11,6% y al 2,5% de los habitantes, respectivamente. La meta para 2023 es alcanzar un 88% de acceso a agua potable y un 66% de acceso a saneamiento en toda la Argentina”, informan desde Agua Segura.
¿Cómo se organiza el agua en nuestro país?
Desde hace más de 30 años existe un consenso a nivel mundial acerca del agua como un recurso que debe organizarse y gestionarse por cuencas. La página oficial de la Secretaría de Infraestructura y Política Hídrica de Argentina, explica que una cuenca es “una porción del territorio en la que todas las áreas tienden a desagotar por un mismo punto de salida” y sus límites no tienen relación con los límites interprovinciales o internacionales. Pero los recursos hídricos argentinos no terminan allí. Es necesario entender todo el ciclo del agua como recurso hídrico, incluyendo nuestras lluvias, nubes, cuencas, agua subterránea, ríos, mares, embalses, humedales y bosques.
Un informe de la OMS y UNICEF del 2016 reveló que 50 millones de personas en Latinoamérica no tienen acceso a agua segura.
Argentina cuenta hoy con una “Política Hídrica Nacional”, la cual dispone de lineamientos claros y precisos a partir de sus Principios Rectores, que fueron consensuados en el ámbito del Consejo Hídrico Federal (COHIFE) entre la Nación y las provincias y del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) N°6 “Agua y Saneamiento”, al cual adhirieron Argentina y 193 países miembros de la ONU en 2015. A su vez, el COHIFE funciona como una mesa en la cual las autoridades provinciales, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la SIPH coordinan acciones, sustentadas en una política hídrica federal y nacional.
¿Y cómo consumimos el agua los argentinos? De acuerdo a datos de Agua y Saneamientos Argentinos (AySA), la empresa pública argentina dedicada a la prestación de servicio de agua corriente y cloacas en Capital Federal y 25 partidos del Gran Buenos Aires, el consumo de agua promedio en una casa tipo con cuatro miembros en la familia es de unos 1000 litros por día, mientras que las grandes industrias consumen aproximadamente 9000 litros al día.
El consumo industrial es uno de los que mayor impacto genera. Si bien no hay números exactos, AySA estima que entre las industrias que más agua consumen se encuentran las envasadoras de bebidas y gaseosas, algunas cervecerías y las centrales termoeléctricas.
Más allá de que algunas industrias consuman más o menos cantidad de agua, la importancia radica no tanto en el uso que hacen del recurso sino en las estrategias que implementan para reducir su huella hídrica, es decir para devolver el agua a su ciclo.
Es ese sentido, Agua Segura trabaja actualmente en Argentina con dos líneas de acción. Una, dedicada a mejorar la calidad del agua para la población, y otra de trabajo con distintas empresas para que las mismas puedan disminuir su huella hídrica, es decir la cantidad de agua que gastan en sus procesos.
Además del impacto medioambiental, Saurí opina que el gran problema con el agua es la desigualdad social: “Si alguien no tiene la posibilidad de ir al médico cuando lo necesita o de invertir en su propia calidad del agua le va a ser muy difícil. Los chicos son los más perjudicados. En niños menores de cinco años una diarrea les puede causar la muerte. Hay que trabajar en el agua como una herramienta de igualdad”, explica.
El cuidado del agua puede comenzar de forma individual con pequeñas acciones como disminuir la duración de las duchas o haciendo doble circulación del agua.
¿Cómo se está trabajando para cuidar el recurso?
Las medidas estatales para el cuidado de este recurso tan valioso y vital para la vida son varias. A nivel nacional, desde la Dirección Nacional de Agua Potable y Saneamiento, dependiente del Ministerio de Obras Públicas, se elaboró el Plan Federal de Agua y Saneamiento para planificar las inversiones en el sector bajo un criterio integral. Asimismo, se está desarrollando un sistema nacional de datos para el mantenimiento de la infraestructura y la gestión del servicio, con el fin de mejorar el grado de cobertura y el nivel de calidad.
AySA, por ejemplo, se encuentra llevando adelante diferentes megaobras como Sistema Agua Sur, que beneficiará a una población aproximada de 2.500.000 habitantes permitiendo la incorporación de nuevos usuarios de 7 municipios del sur del AMBA y mejorando la calidad del servicio a los actuales; o el Sistema Riachuelo, en el área metropolitana de Buenos Aires, que implicará la construcción bajo el río de un emisario de más de 12 kilómetros que permitirá diluir los efluentes tratados evitando la contaminación y mejorando la calidad del servicio a más de 4.3 millones de personas y, en un futuro, incorporar a 1.5 millones de habitantes a la red de cloacas.
Además, actualmente la empresa lleva adelante acciones en materia de sustentabilidad como “¡ACTIVÁ!”, una campaña para concientizar sobre la importancia del cuidado del agua y el uso responsable del recurso en la población o el Convenio Marco de Colaboración y Cooperación con ANLIS Malbrán para la realización de actividades conjuntas en temas de salud y medioambiente con estudios de investigación, asistencia técnica y capacitación, entre otras acciones.
“No solo es importante dejar de contaminar, sino también es fundamental empezar a pensar de manera consensuada, multiorganizacional, cómo Argentina va a tratar de ahora en adelante un recurso que es estratégico para la Nación. Cómo vamos a poner al agua potable y al saneamiento cloacal en ese lugar donde tienen que estar para que Argentina pueda cuidar no sólo a sus ciudadanos sino también a sus recursos, para que el crecimiento económico se transforme en desarrollo con justicia social”, expresa Malena Galmarini, actual presidenta de AySA.
El trabajo desde el sector empresarial
Distintas compañías argentinas se encuentran trabajando en proyectos para mejorar la utilización del agua y el acceso a ella. Una es Procter & Gamble (P&G) que, a través de su iniciativa sin fines de lucro “Agua Limpia para los Niños”, atiende la necesidad urgente de agua potable en comunidades de países en desarrollo, o ante situaciones de emergencias.
El mismo consiste en la entrega de un innovador purificador inventado por el equipo de científicos de P&G, que viene en pequeños sobres de 4 gramos y potabiliza hasta 10 litros de agua de manera simple en 30 minutos, eliminando bacterias, virus y removiendo la suciedad, parásitos e incluso ayudando a eliminar el ácido arsénico.
Desde que inició el programa en Argentina, en 2015, se entregó un estimado de 30 millones de litros de agua limpia, principalmente en el Norte del país en comunidades rurales de las provincias de Chaco, Formosa, Salta, Santiago del Estero, Tucumán y en algunos lugares del Gran Buenos Aires.
“Es importante aclarar que nuestro compromiso tiene que ver con la entrega de los sobres purificadores de agua, pero quienes se encargan de la ejecución -que incluye entrega y capacitación a las comunidades- está 100% en manos de las organizaciones no gubernamentales. En este programa puntual hemos trabajado con Fundación San Genaro, Rotary, Pata Pila, Fundación del Alto y Banco de Alimentos, entre otras”, cuenta Cecilia Bauzá, Directora de Comunicación y Ciudadanía Corporativa de P&G Argentina.
Otra compañía que trabaja en ese sentido es Ternium, una de las productoras de acero más importantes de Latinoamérica. Entre sus proyectos se encuentra una instalación dedicada especialmente a proteger el Río Paraná, y que permite que el efluente de diferentes procesos productivos llegue al río en condiciones y de acuerdo a las normas ambientales.
“La obra, a través de la captación y derivación del efluente, nos permite tener mayor tiempo de respuesta ante cualquier evento del proceso. Nos da la capacidad de hacer un mejor tratamiento del efluente antes de su vuelco final al río y nos permite operar de una manera ambientalmente más segura”, explica al respecto Ivana Miotti, ingeniera del área de Medioambiente en Ternium.
El cambio empieza por casa
Más allá de las políticas y las acciones a nivel nacional, el cuidado del agua también puede empezar por cada individuo a través de pequeños cambios e implementaciones. Entre muchas otras posibilidades, desde el sitio web de AySA, la empresa brinda algunos consejos para mejorar la situación del agua en los hogares.
Otras de las principales acciones es apuntar al control en el consumo. Todos los productos –desde una remera hasta un pantalón o una taza– implican el uso de muchísima agua para su proceso de elaboración. Siendo conscientes de qué se compra y por qué, cada persona puede generar un gran impacto disminuyendo la huella hídrica que genera a nivel individual.
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