El interés por el compost creció durante la pandemia de coronavirus, cuando pasamos más tiempo en casa. Subió la venta de composteras y la oferta de talleres. Se instaló un hábito saludable que, esperemos, haya llegado para quedarse.
Hacer compost es una forma de reducir la cantidad de residuos que generamos a diario. Se estima que el 50% de lo que tiramos a la basura corresponde a restos orgánicos. Consiste en poner en recipientes este tipo de deshechos (como restos de frutas, verduras, infusiones y hojas). El resultado se verá en 4 a 6 meses, y puede usarse como abono natural para las macetas, huertas, jardines o espacios verdes.
Puede parecer una tarea difícil, pero cada vez hay más alternativas que nos acercan al mundo del compost. Y nos van dejando sin excusas para -al menos- intentarlo.
1) Llevá los residuos a una plaza
Si no podés o no querés hacerlo en tu casa, esta opción es para vos. ¿Sabías que instalaron composteras gigantes en 15 plazas porteñas?
Podés llevar restos de cáscara de frutas, verduras, panificados, conservas, yerba, borra de café, saquitos de té e infusiones, restos de plantas, flores, pasto, hojas secas y cáscaras de huevo. Los reciben de martes a viernes de 14 a 19 y sábados de 10 a 18.
Hay puestos en Plaza Irlanda (Donato Álvarez y Gaona), Santojanni (Acassuso y Av. Lisandro de la Torre), Plaza Monseñor de Andrea (Cabrera entre Anchorena y Paraguay), Plaza Echeverría (Pedro Ignacio Rivera y Bauness), Plaza 1ro de Mayo (Hipólito Yrigoyen y Pasco), Barrio Olímpico (Camet y 23 de Junio), Plaza Castelli (Juramento y Conde), Plaza Libertad (Paraguay y Libertad), Plaza Toscaneras (Ramón Lista y Moliere), Plaza Benito Nazar (Antezana y Olaya), Estación Buenos Aires (Suárez y Monasterio), Plaza Boedo (Estados Unidos y Sánchez de Loria), Plaza Arenales (Mercedes y Nueva York), Plaza de los Periodistas (Nazca y Neuquén) y Plaza Güemes (Salguero y Charcas).
Todo lo que dejás se integra al sistema de gestión de residuos municipal, para luego ser tratado y volver como abono a parques y plazas. Actualmente, la Ciudad trata 610 toneladas de residuos orgánicos por día.
2) Anotate en un taller
La oferta de talleres para aprender a compostar es cada vez más amplia. Los organizan municipios, ONGs y empresas de distintos puntos del país.
Por ejemplo, el municipio de Vicente López hace durante todo el año capacitaciones online y de manera presencial en plazas, en forma gratuita. Actualmente, más de cinco mil vecinos se están formando en buenas prácticas ambientales.
El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) brinda cursos a distancia, gratuitos, sobre «Introducción al compostaje». Los suelen hacer dos veces al año y en 2021 fueron récord, con más de 5.200 alumnos en total. Ya te podés preinscribir en su sitio Web para la próxima edición.
En la misma línea, organizan charlas vinculadas al compost en los municipios de San Fernando y San Isidro, en Tecnópolis y en plazas de la Ciudad. En todos los casos, conviene seguirlos en redes para no perderse las próximas fechas.
Hacer compost es una forma de reducir la cantidad de residuos que generamos a diario. Se estima que el 50% de lo que tiramos a la basura corresponde a restos orgánicos.
3) Empapate de info en internet
En Internet hay mucha información de calidad. Por ejemplo, la Biblioteca del Congreso de la Nación publicó videos de los cuatro encuentros de un taller sobre compostaje que brindó en 2020.
También podés seguir a varios influencers. En Instagram se destacan Pepo Zamora (@compostate.bien), Dafna Nudelman (@lalocadeltaper) y el proyecto de Martín Almiña (@redcompostaje). En Facebook podés sumarte al grupo “Compostar es una papa”.
4) Fabricá tu propia compostera
Tener una compostera no implica hacer grandes inversiones. En Red de Compostaje -un proyecto de Más Oxígeno Asociación Civil- nos enseñan a hacerla en forma casera, con materiales recuperados que se pueden conseguir fácilmente.
5) Hacé un pozo en el jardín
“Si vivimos en un espacio amplio, con jardín, la tarea de compostar es ciertamente más sencilla, puesto que la compostera se apoya directamente sobre el suelo”, explica el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS) en su Manual de Compostaje Domiciliario.
El “modelo de pozo” consiste en hacer un agujero en el pasto, de 60 cm de diámetro y hasta 50 cm de profundidad, donde se van disponiendo los residuos. Es apropiado para zonas secas, pero no se aconseja en áreas con lluvias frecuentes porque pueden “ahogarse” los microorganismos.
Otra opción es el “modelo de pila”. En este caso se amontonan los residuos, idealmente a la sombra y en un lugar donde no haya riesgo de encharcamiento. Es la manera más sencilla, pero al no tener contención es propensa a ser desparramada por animales domésticos y suele requerir riego.
Una alternativa -más estética e higiénica que la anterior- es el corralito. En este caso, la pila se delimita por tablas (plásticas o de madera) y una tapa. Así, el material no se desparrama, se evita el ingreso de agua de lluvia y la desecación excesiva.