El trabajo realizado por el estudio de animación irlandés Cartoon Saloon, no ganó el Oscar pero lo mereció. Wolfwakers se inspira en el folclore de Irlanda y, ambientada en el 1650, cuenta una bella historia de amistad entre Robyn y Mebh dos niñas que se encuentran en veredas opuestas.
Wolfwalkers utiliza como plataforma narrativa un relato que se afirma en una cultura ancestral, en este caso la de Irlanda, conformando junto a El secreto de Kells (2009) y La canción del mar (2014) una verdadera trilogía basada en leyendas de origen celta. Igual que en buena parte de las mitologías europeas, distintas criaturas fantásticas ligadas a los elementos de la naturaleza ocupan un rol central en las películas del estudio irlandés.
En este caso el paisaje elegido es el bosque, fuente de sustento para los residentes de la amurallada ciudad de Kilkenny, que en el siglo XVII se encuentra bajo el dominio británico. Los lugareños aprendieron a respetar (y temer) a los habitantes del bosque, los Wolfwalkers, seres mágicos capaces de convertirse en lobos. El señor feudal que representa a la corona inglesa quiere arrasar con la foresta para convertirla en territorio agrícola y obtener beneficios económicos pero, para eso, debe exterminar a los lobos.
“Traté de poner especial atención en la colaboración entre las personas, la preservación y conexión del medio ambiente y las especies que están en vía de extinción” Tomm Moore, director de Wolfwalkers.
Wolfwalkers consigue convertir una historia clásica en una metáfora social muy actual, en la que el respeto y cuidado por la naturaleza entra en un profundo conflicto con los intereses del poder económico. En otras palabras: la ecología contra el extractivismo y el capitalismo, una de las grandes discusiones políticas del siglo XXI. Será una niña quien, a partir de su determinación, establecerá el nexo entre ese conflicto de matriz materialista y una concepción del universo que busca mantener el equilibrio entre la cultura humana y el orden natural.
Al tener como protagonistas a dos niñas, la película marca uno de los últimos sucesos con personajes femeninos a la cabeza. Al mudarse al pueblo irlandés con su padre, la pequeña Robin se da cuenta de la falta de equidad que existe entre hombres y mujeres, por lo que no tiene las mismas oportunidades que los niños.