Ya nadie discute la importancia del desarrollo de procesos educativos integrales para preservar el medioambiente y el rol de las redes sociales a la hora de fomentar buenos hábitos de reciclaje entre las nuevas generaciones.
Una encuesta de la agencia de investigación Quiddity dejó en evidencia la importancia del desarrollo de los procesos educativos integrales y la clave de promover la participación ciudadana en cuestiones ambientales. En esta, participaron 327 individuos y reveló que, en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), la mitad de las personas consultadas tiene el hábito instalado de reciclar, mientras que un 10% confesó no hacerlo nunca debido a la falta de información, tiempo o interés.
Este informe, hecho a fines de abril, arrojó además que 2 de cada 3 personas afirman que es sencillo reciclar. Otro dato a mencionar es que el 98% consideró que reciclar es sinónimo de beneficio para la sociedad. Sin embargo, en este sentido, los encuestados dijeron que existe una falta de conciencia y compromiso, cuya responsabilidad recae tanto en: el Estado, las empresas y los ciudadanos (+95%). De hecho, el 97% considera que las empresas deberían asegurar el reciclaje de sus desechos, y así poner de manifiesto la importancia del compromiso.
Las botellas de amor son botellas de plástico que se rellenan con “plásticos de un solo uso”, es decir, aquellos que se convierten en basura inmediatamente después de su consumo; como los envoltorios de galletitas o los sachets de leche y que luego se utilizan para fabricar madera plástica.
La propuesta llegó a la Argentina de la mano de la fundación “Llená tu botella de amor” y busca disminuir el volumen de residuos que se genera a nivel domiciliario y, a la vez, generar una materia prima con destinos solidarios.
La fundación argentina Botella de amor es una organización sin fines de lucro establecida en Bernal, que se dedica al desarrollo sostenible y mejoramiento de las condiciones de vida de las comunidades. Busca disminuir el volumen de residuos que se genera a nivel domiciliario y, a la vez, generar una materia prima con destino solidario.
La red, que cuenta con puntos de recolección en todo el país, impulsó la iniciativa de la botella de amor: se encargan de acopiar plásticos de un solo uso en botellas para clasificarlos y dejarlos listos para hacer listones de madera plástica, con los que se fabrican mesas, sillas, juegos de plaza o huerteros.
Las botellas deben ser de plástico y es necesario lavarlas y dejarlas secar antes de empezar a rellenarlas. «Pueden ser de cualquier tamaño. Los bidones también sirven», detallaron desde la Fundación.
¿Qué material se puede introducir? Todo tipo de plásticos como bolsas, paquetes, sachets, envoltorios de comidas, cepillos de dientes, tubo de pasta dental, tapitas, palitos de chupetín, envoltorios de caramelos (no de chiclets), paquetes de fideos, de arroz, polenta, galletitas, film, bolsas de congelar, bolsas del supermercado, informan desde la fundación.
Los plásticos tienen que estar previamente enjuagados, siempre limpios. Se debe compactar todo el material en el fondo, hasta dejar la botella bien llena, sin aire. Para ello se puede utilizar cualquier elemento que permita hacer presión, como una cuchara de madera, aguja de tejer, una varilla. No se deben poner pilas, cartón, papel, tela ni telgopor.
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Con información de elDiarioAR