Ir a toda velocidad no siempre es la mejor manera de actuar. “A menudo, nos apresuramos por la vida cargando con más cosas hora tras hora, nos estiramos como una goma elástica hacia el punto de ruptura”, subraya Carl Honoré, en el libro Elogio de la lentitud. Sus palabras, dichas hace muchos años, no han perdido ni un ápice de actualidad. Hoy, la pandemia ha provocado que la sociedad pise el freno y que sean muchos los que se planteen en dar un giro a su estilo de vida.
El slow living es una alternativa lenta a la cultura de lo urgente y lo instantáneo. El movimiento slow aboga por recuperar el ritmo natural de las cosas: desde el tiempo requerido para cocinar un buen plato a la forma de viajar o de leer un libro. La pandemia ha ralentizado el ritmo de nuestra vida para bien. Hemos tenido mucho más tiempo para pensar y plantearnos cómo queremos vivir el resto de nuestra vida. Los nuevos hábitos de consumo buscan bajar la velocidad de nuestro ritmo de vida, promover la calma, mantener una dieta saludable y respetar el entorno
Una vida más calma
Durante el confinamiento, la población se dio cuenta de que no es necesario optar por las prisas o los excesos. Se puede llevar una vida plena desacelerada. Los equipos investigadores de tendencias de Google y de YouTube afirman que el slow living está ganando adeptos. “En 2020, las visualizaciones de videos que incluyen la frase slow living en el título se multiplicaron por cuatro en comparación con 2019”, afirmaron en marzo.
En la era del clic y de la inmediatez también triunfan los videos largos, con música relajante, y que invitan a la meditación. Para los investigadores esta tendencia responde a la idea de que se puede vivir de otra manera, con más calma y sencillez. “Los creadores de estos vídeos y sus espectadores se sienten bien descubriendo el significado de las pequeñas cosas de la vida. Todo se hace con atención e intención”, destacaron. Otros contenidos de éxito explican cómo hacer pan, restaurar muebles, lograr el café perfecto o cuidar el jardín.
El movimiento slow living reivindica la conservación del medioambiente.
La sostenibilidad y el bienestar físico y mental
El público busca evadirse, desconectar de la rutina, dedicar tiempo a lo que le gusta, celebrar lo que tiene –aunque sea lo más básico– e inspirarse en otros estilos de vida. “Ser constantes con estas actividades nos da una satisfactoria sensación de control en un entorno como el actual, con tanta incertidumbre”, califican los investigadores de tendencias en la red. Para ellos, marcas relacionadas con aficiones como la cocina y la jardinería pueden aprovechar estos hábitos de consumo que experimentan un renovado interés.
El confinamiento también hizo que en los hogares se limitasen las compras a bienes de primera necesidad, eliminando lo prescindible. Según Accenture los ciudadanos se preocupan cada vez más por lo que consumen, tratan de limitar los desperdicios, compran de forma consciente y prefieren productos más sostenibles.
El bienestar físico y psicológico también está en el punto de mira de los consumidores. Las descargas de las 10 principales apps sobre la salud aumentaron considerablemente con el inicio de la pandemia.
Se puede comprobar fácilmente que el discurso de marcas líderes a nivel mundial de todo tipo de sectores ha enfocado hacia mensajes mucho más slow, poniendo en valor lo sostenible, lo humano, el cuidado medioambiental y la pasión por lo saludable. Un negocio slow es un negocio con propósito, en el que el lucro y la ganancia económica no son los principales objetivos sino las consecuencias de la verdadera razón de existir de esa empresa o proyecto.
El movimiento ‘slow’ no se propone hacer las cosas a paso de tortuga. Para los expertos, se puede ser más eficiente yendo lento, ya que el ‘multitasking’ y la precipitación no aseguran buenos resultados
Múltiples ejemplos muestran un cambio en la cultura empresarial que conecta con una sociedad más comprometida. Solo falta por ver si los hábitos slow terminarán por consolidarse en un mundo tan frenético.
Con información de La vanguardia