No hay que ser un experto para saber cuánta de la energía que consumimos es renovable. Ahora, a las dos de la tarde de este jueves 4 de marzo, el 9,82% de la energía eléctrica que estamos usando es generada con tecnología eólica, solar, de bioenergía o hidráulica.
Más allá del dato de ese momento en particular, en promedio el 10% de la demanda total de energía eléctrica que hay en la Argentina es cubierto por energías renovables. ¿Cómo se genera? Básicamente, en 120 plantas de energías limpias que hay en el país. Entre todas, proveen energía para más de 4,5 millones de hogares.
Ese volumen de energía tiene distintos orígenes: eólica, solar, biomasa, biogás, hidráulica e hidroeléctrica de pequeña escala. Todas están mencionadas en la Ley N° 27.191, que se aprobó en 2015 para fomentar el desarrollo del sector en Argentina, dado que en ese momento la generación de energía verde alcanzaba sólo el 2%.
La diversidad de estas energías es todavía más amplia, ya que la norma también contempla a la solar térmica, geotérmica, mareomotriz, undimotriz, de las corrientes marinas, gases de vertedero y gases de plantas de depuración.
A ese 10% se llegó después de un boom que se produjo entre 2016, 2017 y principios de 2018, cuando por medio del programa RenovAR la empresa estatal Cammesa (Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico) licitó la generación de proyectos de generación de energía renovable. A cambio, Cammesa les garantizó la compra de esa energía limpia por 20 años. En total, hubo cuatro rondas de licitaciones.
La meta que debería alcanzarse en 2025 es más que desafiante: dentro de cuatro años, el 20% del consumo de energía debe ser abastecido por fuentes renovables.
“Pasamos de tener a fines de 2015 unos 800 megavatios, a tener hoy alrededor de 4.200 megavatios instalados de generación. Hasta 2018 hubo un crecimiento muy elevado, casi por encima de las capacidades reales del sistema de transmisión e incluso de las capacidades que tiene la industria nacional de acompañar ese crecimiento, proveyendo materiales nacionales para que en esa inversión no sea todo con componentes importados”, explicó Florencia Balestro, economista especializada en energías renovables.
El otro factor que favoreció a concretar la instalación, fundamentalmente, de parques eólicos y solares fue el precio de estas fuentes. “A nivel internacional, el costo de las energías renovables cayó en forma vertiginosa en los últimos 20 años. Estas energías tienen la característica de que a medida que se van desarrollando, van cayendo sus precios”, dijo Salvador Gil, director de la Carrera de Ingeniería en Energía de la UNSAM.
Ese crecimiento significativo de las energías renovables en Argentina encontró una meseta preocupante. “En 2018, el crecimiento se interrumpe. Estos proyectos son planes de infraestructura muy dependientes del financiamiento externo, que se tornaron inviables cuando Argentina no solo devaluó, sino que aumentó la tasa de riesgo país y de interés. A partir de ahí hubo un parate, que duró todo 2019 y 2020 también, por el cambio de gobierno y la pandemia, que no hizo más que empeorar esta situación”, analizó Balestro.
Veamos qué ocurrió en la práctica con el fenómeno que marcaron los expertos. En el sector privado, Genneia es una de las empresas que lidera el sector eólico. Sus siete parques eólicos, distribuidos en Chubut, Río Negro y Buenos Aires, suman 755 MW de energía. A eso hay que sumarle otros 82 MW de su parque solar (San Juan) y las tres centrales de generación térmica, que representan 437 MW. “Con el desarrollo que llevamos a cabo en los últimos 8 años, logramos representar el 20% de la potencia de generación eólica del país”, destacó Gustavo Castagnino, director de Asuntos Corporativos de Genneia.
Según el directivo, la clave para un desarrollo sostenible y crecimiento del sector radica en “seguridad jurídica, estabilidad macroeconómica y acceso a líneas de transmisión en las regiones con mejor viento e irradiación solar”. “Nuestro país tiene una oportunidad única. Contamos con vientos de la mejor calidad posible en el mundo”, enfatizó Castagnino.
YPF Luz, la empresa que creó la petrolera estatal en 2018, también es un actor importante. Con 2249 MW de potencia instalada a través de sus centrales térmicas (Tucumán, Buenos Aires y Neuquén) y parques eólicos (Chubut y Buenos Aires), abastece a la red nacional con, aproximadamente, el 6% de la energía de la Argentina.
Martín Mandarano, CEO de YPF Luz, consideró que el sector de energía sustentable tiene “mucha potencialidad” para seguir desarrollándose. “Se ha demostrado en poco tiempo las ventajas económicas y medioambientales que ofrecen. Este crecimiento del sector, que implica fuerte inversión en tecnología, infraestructura y conocimiento, va a requerir acceso al financiamiento y un horizonte de proyección a largo plazo”, planteó.
Para Balestro, el sector atraviesa un momento de “redefinición”. Desde el Gobierno deben debatir qué harán con los proyectos que fueron licitados en la última ronda del RenovAR y que aún no iniciaron su construcción. Si se dieran de baja, de vuelta se pondrían a disposición megavatios para licitar. Igualmente, la especialista cree que el Gobierno no tiene la perspectiva de hacer grandes licitaciones. “Tal vez la manera en que se incorpore energía renovable a la matriz sea a través de proyectos más chicos o medianos”, pronosticó.
Un diagnóstico similar tienen en la Cámara Argentina de Energías Renovables. “Estamos trabajando mucho con las pymes y con proyectos de pequeña y baja escala”, señaló Juan Manuel Alfonsín, director ejecutivo. Resaltó que estos proyectos más chicos generan una especie de “economía circular”, ya que la gente puede acceder a la energía, ésta proviene de fuentes renovables, y además se generan puestos de trabajo y se desplazan subsidios.
No obstante, Alfonsín remarcó que entre los principales desafíos de la cámara está ordenar todos los contratos del RenovAR que atraviesan algún tipo de dificultad para su desarrollo.
En la Subsecretaría de Energía Eléctrica reconocen demoras en los proyectos adjudicados en la última ronda del programa, pero lo relacionan con la crisis por la pandemia. Además, señalaron que desde el área avanzan en la “promoción de proyectos de pequeña escala que se complementen con el desarrollo de las centrales de mayor potencia, al tiempo que se estimula el despliegue de la generación distribuida”.
Si bien el crecimiento de la matriz energética sustentable en Argentina fue relevante, sostener su fomento es clave. Hasta ahora, no se cumplieron las metas fijadas por la ley de fomento. La marca que debería alcanzarse en 2025 es más que desafiante: dentro de cuatro años, el 20% del consumo de energía debe ser abastecido por fuentes renovables.
El uso de estas energías tiene múltiples beneficios. En principio, ayudan a mitigar los efectos del cambio climático. Para dimensionar cuán provechoso resulta basta mencionar que el 85% de la energía que se usa en todo el mundo proviene de los combustibles fósiles y que éstos producen gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global.
Con su promoción, a la vez, podría resolverse una cuestión sustancial: la exclusión social por falta de acceso a la energía eléctrica. Además, se crearían puestos de trabajo. En simultáneo, se generarían condiciones para desarrollos tecnológicos, conocimiento e inversión en investigación.
A nivel mundial, las renovables aportan en promedio un 27,3% de la energía, según Ren21, una red global que monitorea el avance de las energías limpias. Los países de Europa con mayor desarrollo en la materia son Dinamarca, Irlanda, Alemania y Portugal. Allí no solo los estados aumentaron las inversiones en energías renovables, sino que las propias empresas productoras de energía se volcaron a las renovables por eficiencia y rentabilidad.
Argentina también está lejos de la incidencia que tienen las energías limpias en la región. “La matriz energética de Uruguay es casi 100% renovable. Gran parte de su electricidad es hidroeléctrica, eólica y solar. Chile hizo un avance muy importante, al igual que Brasil y Paraguay”, ejemplificó Gil.
Para el corto plazo, el sendero de crecimiento de las energías renovables en el país tenderá a ser bajo. Sin embargo, los especialistas y empresarios del sector consultados coincidieron en que son tecnologías que llegaron para quedarse y auguran un escenario prometedor a mediano y largo plazo. Los estudios económicos les dan la razón: Argentina ocupa la séptima posición en el ranking de atractividad de renovables en mercados emergentes que elabora Bloomberg New Economy Forum. Mientras que se encuentra entre los tres países con mayor potencial de desarrollo a nivel mundial en generación eólica y solar.
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