El 20 de agosto de 2018 marcó un antes y un después en la vida de millones de jóvenes alrededor del mundo cuando una niña sueca de 15 años de edad, llamada Greta Thunberg, decidió faltar a la escuela ese día para hacer una huelga frente al Parlamento de Estocolmo, reclamando la urgente toma de medidas contra la crisis climática. Aunque al principio parecía una acción individual, lo que Greta hizo se convirtió pronto en el movimiento internacional Fridays for Future (o “Viernes por el Futuro”, en español), que puso en evidencia la preocupación de las nuevas generaciones por las devastadoras consecuencias de la acción del hombre en el planeta Tierra.
En el caso de nuestro país, son muchas las agrupaciones que nuclean a jóvenes argentinos en búsqueda de un mundo mejor. Una de ellas es Eco House, organización sin fines de lucro especializada en educación, voluntariado, política y consultoría ambiental en la que participan más de 700 voluntarios y que en octubre de 2020 fue reconocida por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo como “Jóvenes Líderes de la Comunidad Internacional”.
“En este momento estamos en una crisis climática y ecológica casi sin precedentes, por lo menos desde que tenemos memoria colectiva”, explica Máximo Mazzocco, fundador de Eco House, a mediados de 2016. “Ante esto debemos construir los cimientos, colocarlos y fundar las bases de un nuevo mundo que necesitamos sí o sí porque el desarrollo que tenemos hoy no es sostenible, el progreso no es progreso evidentemente y por ende tenemos que transitar el camino hacia algo nuevo. Eco House llega para dar una mano, para sumar granitos, es un movimiento argentino que hoy está creciendo en varios países de la región después de muchos años de trabajo”.
Entre sus actividades, esta ONG organiza charlas para concientizar sobre el cuidado del medioambiente en escuelas, cárceles y barrios carenciados; realiza composteras y huertas urbanas; participa de debates internacionales y forma parte de la redacción, planificación y desarrollo de decenas de ordenanzas, leyes y programas gubernamentales.
Las evidentes consecuencias actuales, como los incendios forestales, la contaminación o el calentamiento global llevaron a que en los últimos años las nuevas generaciones tomaran una conciencia mayor sobre el cuidado del planeta para asegurar un futuro mejor.
Acciones similares son las que impulsa otra importante agrupación nacional, Jóvenes por el clima (JOCA), nacida en febrero de 2019 como una expresión local de las manifestaciones internacionales contra el cambio climático y que ya tiene cientos de miembros en varias provincias.
Según explica una de sus referentes, Mercedes Pombo, una joven de 20 años estudiante de Filosofía, desde su surgimiento JOCA colaboró con el logro de importantes conquistas materiales de nuestro país, como la declaración de la emergencia climática o la Ley de Presupuestos Mínimos de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático Global.
“Pero más allá de eso, lo más importante es la transformación que se dio en términos culturales. Porque hasta hace no tanto a lo ambiental se lo asociaba con un reclamo de clase media o alta. Eso se fue modificando y ahora se entiende como parte de las reivindicaciones que tienen que estar en cualquier reclamo por la justicia social”, detalla.
Son muchos los jóvenes argentinos que dedican su día a día a generar un cambio en la forma en la que nuestra sociedad concibe al medioambiente. “Los jóvenes tenemos una concepción completamente distinta de lo que implica lo ambiental, que también permea en los más grandes porque se discute en la mesa familiar. Creo que es un reclamo generacional que va a seguir creciendo porque tiene que ver con el contexto histórico en el que nos enmarcamos. Somos nosotros los que vamos a tener que padecer las peores consecuencias en el futuro”, opina Mercedes.
Para Máximo, la llegada masiva de las redes sociales y el desarrollo de la tecnología fueron factores que contribuyeron enormemente a la difusión internacional de las problemáticas medioambientales, poniendo en contacto a jóvenes de los más variados países.
“Cuando yo tenía 11 años no existían los celulares o las redes, entonces a mí no me llegaba información sobre lo que pasaba con el Amazonas o los basurales a cielo abierto. Hoy en día los jóvenes podemos ver todas las alarmas, es casi una obligación moral involucrarse. Hay que tomar los recaudos necesarios para hacer un buen uso de la tecnología. Bien usada, es una herramienta que nos ha dado muy buenos frutos”, explica Máximo, quien brinda gran parte de su información a través de la cuenta de Instagram de Eco House, que ya tiene 100 mil seguidores.
La inesperada llegada de la pandemia de coronavirus, decretada por la Organización Mundial de la Salud en marzo de 2020, generó fuertes debates en la comunidad internacional sobre los hábitos y modelos de desarrollo de las sociedades modernas y el impacto de los mismos en el medioambiente.
Quien también utiliza su Instagram para impulsar acciones por el cambio climático es Luis Martínez, un correntino de 21 años que trabaja en escuelas de distintas partes del país concientizando sobre el cuidado del medioambiente.
Su interés en el tema comenzó a sus 12 años cuando, para disfrutar de su hobbie de dibujar y pintar, buscaba rincones naturales de Corrientes en los que inspirarse. Pero a cada lugar que llegaba siempre lo encontraba con mucha basura y desperdicios que debía limpiar. Fue así que comenzó a informarse y pidió permiso en algunos jardines de infantes para empezar a dar charlas sobre el cuidado del planeta.
“Al principio era raro para algunos docentes. Yo sacaba a los chicos fuera del aula para que pudieran conocer el ambiente natural que los rodeaba, los tipos de árboles, descubrir el entorno y la biodiversidad. Todo eso podemos conocerlo con solo detenernos a observar”, recuerda Luis sobre esos comienzos. Ahora amplió sus charlas a chicos de todas las edades, escuelas especiales, personas mayores y estudiantes de algunas carreras como Biología o Ciencias Agrarias. Gracias a su labor, fue dos veces elegido como Líder Joven Ambiental de América Latina por la ONU y, aunque no trabaja para ninguna organización en particular, siempre colabora en campañas y actividades de otros colectivos. Una de esas acciones fue Únete, lanzada en plena pandemia de coronavirus, en la que Luis junto con distintas organizaciones como Fridays for Future Corrientes, APDL y Sustentabilidad Sin Fronteras, buscaron hacer hincapié en la necesidad de preservar el río Paraná y evitar su depredación.
“Fue una campaña para que la gente conozca las especies que tenemos en el río Paraná y que supieran lo que estaba pasando: que tras la bajante histórica del río, muchas especies de fauna íctica están siendo afectadas y son más vulnerables a la depredación. Queríamos generar una toma de conciencia y logramos una gran repercusión. Incluso obtuvimos la atención de algunos funcionarios provinciales que se interesaron en empezar a buscar una solución”, cuenta Luis.
El futuro después de la pandemia
En toda crisis puede verse una oportunidad, y justamente eso es lo que detectó el joven estudiante de abogacía Mijael Kaufman para poner manos a la obra y fundar en Buenos Aires, en plena pandemia, la organización Consciente Colectivo.
“Era una idea que en lo personal tenía hace rato. Creía que era necesario un espacio de activismo y militancia socioambiental con algunos ejes que no veía en otros espacios. Es cierto que los jóvenes tenemos un gran papel, pero no somos los únicos y es una causa que viene desde hace muchos años. Por eso el nombre, Consciente Colectivo, con el que queremos transmitir el trabajo en conjunto, que todas las militancias y activismos son diferentes, pero son todos iguales de importantes y con objetivos similares”, cuenta Miajil.
Los abordajes de esta flamante organización son muchos, e incluyen el trabajo en la incidencia legislativa –con el que hacen fuerte hincapié en la Ley de Etiquetado Frontal de los alimentos–, la concientización a nivel social y un trabajo en barrios del conurbano bonaerense para la producción de huertas. Con respecto a los cambios generados durante la pandemia, Mijail piensa que se dieron algunos avances interesantes tales como la iniciativa que tomaron muchas personas de comenzar a compostar o cultivar sus alimentos. “Creo que la alimentación y los residuos son dos problemas importantes y transversales en todo nuestro país. Ojalá no sea un simple momento pasajero y que sea algo que vino para quedarse”, agrega.
“La gente comenzó a entender que somos los causantes de lo que sucede, porque todo lo que hacemos perjudica al ambiente y a nosotros”, opina Luis Martínez. Y sigue: “A raíz de la pandemia esa toma de conciencia está creciendo, pero muchos no quieren hacer nada porque el otro no lo hace. A veces decimos que nos falta tiempo, pero las soluciones están, es cuestión de dedicarle un momento a pensar en el ambiente y en nuestros alimentos, en el tipo de consumo que queremos tener”.
En cuanto a los problemas específicos que afronta nuestro país en términos ambientales, tanto Luis como Mercedes, Máximo y Mijael coinciden en que lo primordial es, por un lado, asegurar el cumplimiento de la legislación ya vigente que existe en Argentina y, por otro, abordar temas urgentes como la implementación de una ley de Humedales y una ley de Educación Ambiental, que acaba de obtener media sanción en la Cámara de Diputados.
“Entendemos que parte del problema de que se piense lo ambiental como algo secundario y no se traten los problemas estructurales de fondo, tiene que ver con creer que el ambiente se puede pensar disociado de la sociedad en la que nos enmarcamos. No podemos pensarnos por fuera de la naturaleza”, opina Mercedes.
Sin embargo, más allá de la necesidad de estas grandes acciones a nivel del Estado, los jóvenes impulsan también desde sus organizaciones la importancia de los pequeños actos individuales que podemos empezar a implementar hoy mismo desde el hogar, como separar los residuos reciclables o plantar nuestra propia huerta.
Para Máximo, se puede hacer “de todo”. “Las claves están en reducir, reutilizar y reciclar. Eso se aplica a lo que quieras: desde ahorrar energía hasta lavar los residuos o disminuir los pares de pantalones que nos compramos por año. Si aplicamos bien las primeras dos R y agregamos la tercera, ya estamos haciendo desde casa un impacto bastante importante. Y sumarle a eso informarse y contagiar a los de al lado, esa es la clave. Y así, granito a granito, se hace una cordillera”.
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Máximo Mazzoco
“Es muy importante la Ley de Educación Ambiental. No puede ser que no la tengamos. Ya sabemos que la educación es la solución número uno para casi cualquier problema que afronte la Humanidad. Una sociedad educada hace la diferencia y en este momento carecemos de una política nacional. Necesitamos una estrategia que sea constante y apartidaria, justamente para que permita que toda la sociedad esté en la misma sintonía y comprendamos la raíz del problema y sus posibles soluciones”.
Luis Martínez
“Necesitamos proteger nuestros bosques nativos y humedales, que albergan miles de especies y día a día son destruidos y deforestados por modelos productivos y agrícolas dañinos. También necesitamos enfocar a un mayor desarrollo de la energía limpia y eliminar los basurales a cielo abierto, apostar al reciclado de nuestros residuos y fortalecer el resguardo de nuestra fauna silvestre”.
Mercedes Pombo
“Muchos de los problemas más urgentes son estructurales y tienen que ver con nuestra matriz productiva y con nuestra distribución poblacional. Se requiere de un proyecto de país que sume la perspectiva ambiental como una cuestión fundamental. La Ley de Humedales también es urgente porque tiene que ver con una lucha histórica que busca establecer un ordenamiento territorial que permita definir en qué zonas se puede producir y de qué manera”.
Mijael Kaufman
“En el corto plazo es muy necesaria la ley de responsabilidad extendida a los productores: una ley de reciclado social que ponga la responsabilidad en las empresas como generadoras de residuos y que tenga la potencialidad de generar mucho trabajo. Tenemos muchos basurales a cielo abierto que son muy nocivos. También es fundamental la cuestión de etiquetado frontal de alimentos y generar cordones alimenticios en las zonas urbanas y periurbanas. Además, es necesario incluir un capítulo penal ambiental”.
FOTOGRAFÍA: PEPE MATEOS